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Derechos Humanos Fest 2014
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Fotograma del documental Dios ama a Uganda, de Roger Ross Williams
E

n su séptima edición el DHFest, Festival Internacional de Cine mantiene muy viva su apuesta inicial de ser una ventana a diversas problemáticas y conflictos sociales y políticos en el mundo, y un registro puntual de las respuestas ciudadanas a las continuas violaciones de los derechos humanos.

Este año el festival propuso además un foro sobre las temáticas de discriminación y culturas urbanas. La iniciativa enriquece así las ofertas de eventos ya consolidados como Ambulante, gira de documentales y DOCSDF, plataformas que diversifican y fomentan exitosamente la difusión de películas con temas sociales y visiones críticas sin grandes posibilidades de exhibición regular en la cartelera comercial.

A la programación la integran este año un panorama internacional (seis largometrajes) y cinco secciones (Sudáfrica, culturas urbanas, temática LGBTTI, competencia mexicana y una revisión de la obra del cineasta camboyano Rithy Panh). Un total de sólo 22 películas en uno de los festivales más modestos en el país, y también de los más dinámicos y propositivos. Cabe esperar que lo que es también una iniciativa conjunta con la Fundación Cinépolis favorezca, a corto plazo, una presencia más sustancial y sostenida de este material documental en las salas del poderoso complejo de exhibición.

Una muestra elocuente de la calidad de lo exhibido en DHFest es el documental Dios ama a Uganda (God loves Uganda), del estadunidense Roger Ross Williams. Crónica detallada de la persistente infiltración de activistas religiosos estadunidenses en un país africano, la cinta muestra el empeño de fanáticos voluntarios de la IHOP (International House of Prayer/ Casa Internacional de la Oración), con base en Kansas City, para inculcar en las poblaciones locales el amor a Cristo y, paradójicamente, fomentar en ellas el odio a minorías sexuales supuestamente condenadas por la Biblia. La cruzada de los evangelistas de la IHOP se extiende a lo largo de los cinco continentes, tiene cientos de miles de adeptos, pero elige preferentemente las poblaciones con los niveles más bajos de educación para desacreditar primero sus creencias locales (de modo particular el Islam), presentarse como misteriosos interlocutores y portavoces del Dios único y verda-dero, y a partir de esa amañada presunción fustigar y caricaturi- zar los comportamientos sexuales que a su juicio son aberrantes.

Un acierto del documental es mantener una neutralidad en su punto de vista y ceder la palabra, sin cortapisas ni juicios morales, a los propios misioneros del odio. De este modo, los bien intencionados portadores de la palabra divina (jóvenes entusiastas embarcados en la aventura de una cruzada) repiten con candor los argumentos absurdos e irracionales de los pastores que los iniciaron en la misión evangélica. A su vez, otros pastores africanos adoptan y replican sin reparos el discurso foráneo, fomentando primero la imposible conversión de los disidentes sexuales a la doctrina revelada y después una persecución discriminatoria que en la legislación local procura castigar al homosexual con la pena de muerte o, en su defecto, con una cadena perpetua. El obispo ugandés Christopher Senyonjo es una de las voces que con mayor energía denuncian esa barbarie todavía vigente.

Luego de la caída del dictador Idi Amin Dada en 1979 (un personaje sanguinario y pintoresco retratado por el cineasta Barbet Schroeder en 1974), en Uganda han prevalecido condiciones de ignorancia y miseria que han hecho del país un terreno ideal para la infiltración de misioneros estadunidenses ultraconservadores, incapaces de hacer prosperar en su propio país la doctrina evangélica (al menos no en la dimensión deseada). En Uganda, y a través de sus fanáticos líderes locales, se empeñan en ridiculizar la apertura de Barack Obama en el tema de la diversidad sexual y ensayan un discurso homofóbico (teñido de caridad cristiana) que adoptado por buena parte de la población local se transforma en una incitación abierta a los crímenes de odio y a las ejecuciones de homosexuales (uno de ellos, el activista asesinado David Kato).

Entre las secuencias más impactantes del documental figuran las explicaciones muy gráficas de los pastores africanos a la población local de las extravagantes prácticas sexuales de los perseguidos, una imperdible cátedra de humor involuntario.

Otros títulos notables en DHFest son Última parada: Palestina, del francés Paul Moreira; El sonido de la tortura, de Keren Sayo; Volviéndome Chaz, de Fenton Bailey y Randy Barbato; Mandela: del mito al hombre, de Justin Chadwick, y una estupenda reunión de documentales mexicanos en su mayoría inéditos.

Dios ama a Uganda se exhibe hoy a las 18:40 horas en Cinépolis Diana con la presencia, como invitado especial, del obispo Christopher Senyonjo. Mayor información: www.dhfest.org.

Twitter: @CarlosBonfil1