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Si todo mundo sonriera sería más fácil vivir
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Periódico La Jornada
Sábado 27 de septiembre de 2014, p. a16

Una guitarra, voz, mucha samba. La historia cultural verdeamarela contada en una docena de obras maestras.

El nuevo disco de Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) es una fiesta, una proclama, la expresión cantada de la gozadera.

Gilbertos Samba se titula, en abierto homenaje a uno de los padres fundadores de la cultura musical contemporánea: João Gilberto (Juazeiro, Bahía, 1931) y como una continuidad del que a su vez acaba de realizar otro de los alumnos de ese gran brujo de Juazeiro, como lo nombra Caetano Veloso en su reciente grabación discográfica, también reseñada en este espacio (http://goo.gl/eTmzQB).

Gilbertos Samba es una caja china al mismo tiempo que una serie de matriushkas, un delicioso modelo para armar. El primer guiño apunta al álbum Brasil. Gilberto, que el maestro João grabó en 1981 con sus alumnos: Gilberto Gil, Caetano Veloso y Maria Bethania, con piezas muy populares de, entre otros, Dorival Caymmi y Ary Barroso, a manera de compendio de la historia musical brasilera.

Hace lo propio Gilberto Gil ahora: clásicos revisados con exquisitez absoluta. Guitarra y voz solamente bastan. Y una instrumentación sobria, innovadora, atrevida. Y mucha, mucha poesía.

Si uno elige poner atención solamente en la guitarra, tendrá un disco maravilloso. Gilberto Gil es un guitarrista fuera de serie. El conjunto de sonidos, guitarra más voz más la banda, rinde piezas de belleza fulgurante como el clásico de su hermano del alma (con quien aparece, durante el exilio en Londres, en la foto de arriba a la izquierda en esta plana) Caetano Veloso: Desde que o samba e samba, con versos como los siguientes: a tristeza é senhora/ desde que o samba é samba é assim/ a lágrima clara sobre a pele escura/ a noite, a chuva que cai lá fora/ solidao apavora / tudo demorando em ser tao ruim...

(la tristeza se enseñora/ desde que el samba es samba es así/ lágrima clara sobre piel oscura/ la noche, la lluvia que cae afuera/ la soledad da pavor/ todo tarda y es tan ruin...)

Y como la samba, así como la bossa, son mixturas de alegría con tristeza, el disco contiene un lindo juguetito, una canción-juguete, que uno no deja de cantar y cantar: O pato (El pato) que venía cantando alegremente (qu en qu en qu eh) cuando otra ánade le pidió entrar a sambar y se les unió un ganso y luego un cisne y se pusieron a ensayar (qu eh qu en qu en qu eh) y todos felices y contentos.

Todos los dejos, todos los guiños, todos los secretos de la samba son revelados por Gilberto Gil, hasta que la pieza final, Gilbertos, rinde homenaje y dice que cada cien años nace un maestro, refiriéndose a João Gilberto y cada 25 nacen alumnos, como él, como Caetano, Chico Buarque, Dorival Caymmi y silba y canta y hace cantar a su guitarra y sonríe Gilberto Gil, nos hace sambar, porque, lo dijo antes Chico Buarque: se todo mundo sambase seria tao facil vivir: si todo mundo sambase, bailara, sonriera, sería más fácil vivir.

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