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Abren magna exposición en Essen, Alemania

El furor por el arte japonés vuelve a Europa
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La fascinación por el arte japonés marcó a los grandes pintores europeos de dos centurias. En la imagen, Músicos en la orquesta, 1870-71, cuadro de Edgar Degas incluido en la exposición
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La gran ola de Kanawa, 1831, de Hokusai, y Ancianas en Arles, 1888, de Paul Gauguin (arriba) y, sobre estas líneas, Sembrador con puesta de sol, 1888, de Vincent van Gogh, 1888, y fotografía, de autor anónimo, figuran en las obras que se exhiben en la muestra Monet, Gauguin, Van Gogh: inspiración Japón. Imágenes incluidas en la página en Internet del Museo Folkwang de Essen
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de septiembre de 2014, p. 5

Essen, Alemania, 26 de septiembre.

La difusión del arte japonés generó furor en la Europa de mediados del siglo XIX. Alemania ofrece ahora una de las mayores muestras sobre esa fascinación, que marcó a fuego a los grandes pintores europeos hasta comienzos del siglo XX.

Monet, Gauguin, Van Gogh: inspiración Japón, que este sábado se abre al público, terminará el 18 de enero de 2015. Reúne unas 400 obras, incluyendo 65 cuadros de genios del impresionismo y postimpresionismo francés, como Monet, Degas, Cézanne y Gauguin, en el Museo Folkwang de Essen.

La exposición permite ver la deuda de esos maestros con Japón al ofrecer también casi 200 xilografías de artistas del país oriental, como Hokusai, Utamaro e Hiroshige, así como otras obras maestras del legado plástico japonés.

El llamado japonismo se apoderó sobre todo de París después de que la lejana isla oriental se abriera a Occidente en 1854 tras siglos de aislamiento.

Una catarata de objetos artísticos y cotidianos, desde kimonos a cerámicas, comenzaron a llegar en masa a Europa. La sorpresa y la admiración no dejaron indiferentes a casi ninguno de los grandes artistas de la época.

Mientras muchos simplemente se limitaron a copiar motivos japoneses, como geishas, flores o abanicos, otros fueron interiorizando aspectos más sutiles de la composición oriental y en particular el estilo de las xilografías niponas.

Van Gogh pintó por ejemplo en 1887 una cortesana japonesa y un año después su famoso Sembrador con el sol poniente, donde el sol redondo y el tronco en primer plano reflejan la clara influencia de las estampas japonesas.

Un año después, el pintor se trasladó a la Provenza porque confiaba en encontrar allí la luz de Japón. No necesito grabados japoneses. Siempre me digo que aquí estoy en Japón, escribió.

También Claude Monet se construyó con su célebre jardín en Giverny su propio sueño de lejano oriente, como definió un crítico. Las series del jardín con nenúfares, crisantemos y un puente hacen evidente su inspiración oriental.

Al final de la exposición espera un pequeño gabinete con las populares estampas eróticas japonesas. Las llamadas Shunga fascinaron tanto a Pablo Picasso que el genio español las incorporó en su obra tardía a finales de los años 60 del siglo pasado.

Esto ya no es una moda, escribía el crítico de arte Ernest Chesneau en 1878 sobre la apertura a Japón. Es una pasión, una locura. El museo de Essen lo demuestra con una claridad pocas veces vista.