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Seguirá bajo arresto domiciliario; su fortuna se estima en 9 mil mdd

Niegan libertad bajo fianza al magnate Yevtushenkov, acusado de lavado de dinero
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 26 de septiembre de 2014, p. 26

Moscú, 25 de septiembre.

El magnate Vladimir Yevtushenkov, accionista mayoritario del consorcio AFK Sistema, acusado de presunto lavado de dinero, deberá permanecer bajo arresto domiciliario, resolvió este jueves la Corte Urbana de Moscú, al tiempo que rechazó condecerle la libertad bajo fianza, equivalente a casi 8 millones de dólares, que solicitaron sus abogados.

De este modo, el Kremlin rompió el pacto que mantenía con la élite empresarial de este país, a excepción obvia de los multimillonarios intocables, los que forman parte del selecto primer círculo del presidente Vladimir Putin.

Tras un turbulento periodo de reajustes en la cúpula del poder, en el cual los oligarcas que se beneficiaron de la cercanía con el anterior presidente Boris Yeltsin pasaron a segundo plano –Vladimir Gusinski vendió su consorcio mediático al precio que le pusieron; Boris Berezovsky, emigró y, arruinado, murió en Gran Bretaña; Mijail Jodorkovsky, en 2003 el hombre más rico de Rusia, que tras enfrentarse a Putin pasó diez años en la cárcel y perdió la petrolera Yukos, por poner sólo tres ejemplos–, empezó a regir un código no escrito entre el poder político y los grandes potentados de la economía rusa.

A cambio de lealtad y respaldo a sus iniciativas políticas, el Kremlin decidió no cuestionar el origen dudoso de las fortunas, la mayoría resultado de la apropiación de las riquezas del país mediante turbias privatizaciones o consecuencia de la corrupción a la sombra del poder político.

Yevtushenkov, ingeniero químico en la época soviética, 23 años después figura entre los más ricos de Rusia con 9 mil millones de dólares y un imperio económico con intereses variados, que incluyen MGTS, la mayor compañía de telefonía; MTS, una de los más grandes operadores de celulares; Rosno, una de las primeras compañías de seguros; Intourist, uno de los principales operadores turísticos; la petrolera Bashneft; en una palabra, un holding con valor de mercado cercano a los 50 mil millones dólares a comienzos de este año.

Algunos atribuyen el exitoso origen de la carrera de Yevtushenkov a un tan fortuito como afortunado matrimonio con la hermana de la esposa del ex alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, a cuya sombra –ya en familia– comenzaron a fluir los grandes contratos para su primera empresa, Sistema-Gals, la mayor constructora de la época.

Cuando su concuño cayó en desgracia y puso fin a su carrera política a instancias del entonces presidente Dimitri Medvediev, Yevtushenkov –ya encumbrado como uno de los más importantes empresarios del país– supo distanciarse del defenestrado y acercarse al entonces inquilino del Kremlin.

Hace cinco años, uno antes de la forzada retirada de Luzhkov, siendo el único magnate ruso cuya fortuna no se debía a las materias primas, Yevtushenkov apostó por diversificar sus negocios y, tras consultarlo con las autoridades políticas, adquirió la mayoría de las acciones de la petrolera Bashneft y sus filiales petroquímicas al ahora prófugo Rasul Rajimov, hijo del entonces presidente de la república rusa de Bashkiria, Murtaza Rajimov, que había privatizado las más importantes empresas del sector ahí.

Hasta 2010 cuando abandonó el cargo, en cuanta elección hubo en Rusia, Rajimov padre garantizó el triunfo de los oficialistas con más de 90 por ciento en las parlamentarias y también, con similar porcentaje, en las presidenciales que sirvieron para que Vladimir Putin regresara al Kremlin.

Leal entre los leales fuera del círculo íntimo de los afectos del presidente, Yevtushenkov cumplió el encargo de apoyar al entonces mandatario de Ucrania, Viktor Yanukovich, y después –como se comenta– se involucró en el financiamiento de los separatistas.

Ahora, según la fiscalía rusa, hay suficientes elementos para afirmar que Yevtushenkov es culpable de lavado de dinero al adquirir el paquete accionario de la petrolera Bashneft 500 millones de dólares por debajo de su precio real, según sostiene su portavoz, Vladimir Markin.

Circulan muchas versiones de qué pudo haber ocurrido, pero la mayoría de los analistas coinciden en señalar que el origen del problema hay que buscarlo cuatro años atrás, cuando con ayuda de Medvediev, Bashneft obtuvo la concesión del yacimiento petrolífero de Trebs y Titov con cerca de 200 millones de toneladas potenciales de crudo pesado.

En tanto, por las recientes sanciones de Occidente en materia de créditos y tecnologías para extraer crudo del Ártico, Rosneft, la mayor petrolera del Estado, cuya privatización está prevista que comience el próximo año, empezó a tener problemas para afrontar sus compromisos, entre otros, las 660 millones de toneladas de petróleo que debe suministrar a China hasta 2050.

Dicen que se hizo una oferta a Yevtushenkov de mil millones de dólares por algo que podría costar diez veces más, y éste la rechazó. Ahora –a menos que se pacte una cesión amistosa–, si una corte dictamina que él compró la petrolera como parte de una transacción fraudulenta, el magnate podría recibir como cómplice una condena de siete años de cárcel, mientras Bashneft y sus yacimientos podrían ser confiscados por el Estado y, de ese modo, llegarían a manos de Rosneft… gratis.