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México SA

Más deuda para todos

En tres años crece 45%

Larrea recibirá visitas

L

a destartalada bola de cristal del ministro del año ha revelado que en 2015 la vigorosa economía mexicana crecería 3.7 por ciento, por mucho que seis meses atrás ese mismo artefacto pronosticaba, para igual periodo, un avance de 4.7 por ciento. Así, acostumbrada ya a las artes del recorte y confección, la Secretaría de Hacienda se adelanta a los acontecimientos de los próximos 12 meses y desde ahora aplica el primer tijeretazo del año por venir.

De cualquier suerte, si eventualmente llegara a materializarse la más reciente cábala económica del gobierno federal, los miles de discursos pronunciados y las decenas de reformas aprobadas por la administración peñanietista ni de lejos alcanzarían para mover a México más allá de lo que hicieron sus cinco antecesores en la residencia oficial.

Lo anterior, porque según los cálculos gubernamentales, y siempre en el supuesto de que se concretara el cálculo para 2015, en la primera mitad del actual gobierno la economía habría crecido a un ritmo anual promedio de entre 2.3 y 2.5 por ciento, es decir, la misma cota raquítica alcanzada en las últimas tres décadas y pico, o lo que es lo mismo en los pasados cinco sexenios, de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón, que en eso de los discursos y las reformas también acumularon un buen.

¿Qué tendría que suceder en la segunda mitad de la actual administración gubernamental para alcanzar un crecimiento económico de 5 por ciento en promedio anual, según promesa de campaña electoral? Pues casi nada: que en el trienio 2016-2018 la vigorosa economía nacional estaría obligada a registrar un incremento anual de cuando menos 7.7 por ciento para que a la hora de los promedios a duras penas se cumpliera con dicha oferta.

Entonces, obvio es que la desconchinflada bola de cristal del ministro del año no está programada para tal proeza, y mucho menos la híper reformada y modernizada economía mexicana. De nueva cuenta, pues, el México que todos deseamos (adivinen quién lo dijo) y, por ende, el prometido futuro promisorio (ídem) deberán esperar pacientemente el advenimiento de otro sexenio para ver si ahora sí los geniócratas le atinan, así sea un sola vez, aunque es previsible que no.

Y en más de lo mismo, por enésima ocasión en 2015 los mexicanos de nueva cuenta no registrarán en sus bolsillos los cuantiosos beneficios prometidos, pero a cambio les darán más deuda para cargar en sus espaldas. En este México que se atrevió a cambiar, sus habitantes recibirán exactamente lo mismo, pero copeteado, como diría el filósofo de las tepocatas y las víboras prietas.

Resulta que para 2015 el gobierno peñanietista propone (y el Congreso aceptará) contratar deuda pública por cerca de 673 mil millones de pesos adicionales (595 mil de débito interno y alrededor de 78 mil millones de externo), porque con todo y reforma fiscal las cuentas no le salen. Ese año tendría ingresos cercanos a 4 billones y el gasto sería de 4.6 billones, en número cerrados. La diferencia, pues, se cubrirá con endeudamiento, porque, como atinadamente dijo Luis Videgaray, no habrá resultados mágicos ni rápidos.

Así, en apenas tres años, la primera mitad del actual gobierno, la deuda neta del sector público (interna y externa) se habrá incrementado alrededor de 45 por ciento (cerca de 2.3 billones de pesos en el periodo, sin considerar pasivos laborales de Pemex y CFE) de tal suerte que en diciembre de 2015 el saldo de ese débito se aproximaría a 7.46 billones de pesos, todos pagaderos por los mexicanos que en ese trienio, si bien marchan las cosas, a cambio habrán recibido un fabuloso crecimiento económico de entre 2.3 y 2.5 por ciento, junto con los incuantificables beneficios sociales asociados a tan miserable proporción.

Si lo anterior es alarmante, el calendario de amortizaciones de la deuda pública resulta espeluznante. Sólo para el caso del gobierno federal (el sector público es más amplio), entre 2015 y 2018 de las arcas nacionales habrán salido un billón 622 mil millones de pesos sólo por pago de intereses, comisiones y gastos de la propia deuda, monto equivalente a 70 por ciento del endeudamiento contratado en el primer trienio de la administración peñanietista, y sin considerar el endeudamiento del segundo trienio.

Al cierre de julio de 2014 el saldo de la deuda externa del sector público federal ascendió a cerca de 148 mil millones de dólares. Al tipo de cambio actual, lo que entre 2015 y 2018 se erogará por intereses, gastos y comisiones equivale a 125 mil millones de billetes verdes, es decir, un monto equivalente a 85 por ciento del saldo actual, o lo que es lo mismo se contrata deuda para pagar deuda, añeja práctica gubernamental que contribuye a explicar por qué del raquitismo económico de las últimas tres décadas.

En materia de endeudamiento, para 2015 los Criterios Generales de Política Económica fijan posición: “en la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación se solicita (al Congreso) un monto de endeudamiento interno neto del gobierno federal hasta por 595 mil millones de pesos, así como un endeudamiento externo neto del sector público hasta de 6 mil millones de dólares.

De igual forma se solicita autorizar al Ejecutivo federal para que, por conducto de Petróleos Mexicanos y sus empresas productivas subsidiarias, y de la Comisión Federal de Electricidad, contraten y ejerzan créditos, empréstitos y otras formas del ejercicio del crédito público, incluso mediante la emisión de valores, así como para canjear o refinanciar sus obligaciones constitutivas de deuda pública, a efecto de obtener un monto de endeudamiento neto interno hasta de 110 mil 500 y 8 mil millones de pesos, respectivamente, y un monto de endeudamiento neto externo hasta de 6 mil 500 y 700 millones de dólares, en ese orden. El uso del endeudamiento anterior deberá cumplir con la meta de balance financiero aprobado.

En síntesis, de nueva cuenta los mexicanos no tendrán crecimiento económico ni bienestar social pero, eso sí, deuda para hincharse. Sean pacientes, pues, porque la bola de cristal y su ministro del año ya lo vaticinaron: no habrá resultados mágicos ni rápidos.

Las rebanadas del pastel

La Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Sonora estimó que el Grupo México ocasionó pérdidas patrimoniales por cuando menos 2 mil millones de pesos, por lo que interpuso una demanda penal contra responsables. El presidente del organismo, Raúl Ramírez, advirtió que si el corporativo no atiende a los afectados, iremos con la gente a tocar la puerta de Germán Larrea, porque ha envenenado el agua de los sonorenses.

Twitter: @cafevega