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En ese contexto es difícil la existencia de las grandes enciclopedias, afirma el director editorial

Nuevas tecnologías colocan a Ediciones Larousse en una etapa de transición

Aunque tienen funciones distintas, los diccionarios impresos se nutren de las apps y viceversa, explica Tomás García

La experiencia en redes sociales ha sido amena, amigable e interactiva

 
Periódico La Jornada
Martes 9 de septiembre de 2014, p. 8

Ediciones Larousse, la casa de los diccionarios, con un prestigio de más de siglo y medio, vive una etapa de transición en la que coexisten los diccionarios tradicionales, impresos en papel, con las nuevas tecnologías, expresa su director editorial, Tomás García Cerezo.

En esta coexistencia hay hechos que no se pueden negar. Por ejemplo, el desuso en que han caído las grandes obras, es decir, las enciclopedias que conocimos de 15 o 20 tomos no tienen ya razón de existir, dados sus inconvenientes, como el tamaño. Sin embargo, existe toda una gama de diccionarios impresos, como los escolares, que por su precio, maniobrabilidad y función en la enseñanza, tienen todavía un gran futuro, asegura García Cerezo.

Entrevistado con motivo del próximo regreso a clases respecto de las novedades de la empresa, el director editorial reconoce que mientras el Gran Diccionario cae en desuso, todavía le ve muchos años de vida a El pequeño Larousse ilustrado, insignia de la casa. Con más de un siglo en el mercado, García Cerezo atribuye su éxito a que es, a la vez, lexicográfico y enciclopédico. Dividido a la mitad, la primera parte consigna los nombres comunes –casa, silla, mesa–, mientras la segunda es enciclopédica. Se actualiza año con año. Entre los meses de octubre y noviembre aparecerá la versión 2015.

Para García Cerezo, saber consultar un diccionario impreso es “una forma de enseñar a los jóvenes a buscar información, es decir, alfabéticamente, remitirse a una llamada y saber ‘descifrar’ todas las claves o abreviaturas, que tiene un diccionario. Después, la búsqueda que puedes hacer por medio de la tecnología es mucho más simple y rica”.

De acuerdo con la experiencia de la editorial, los diccionarios impresos “no necesariamente compiten con la llegada de las aplicaciones (apps)”. Más bien, se nutren el uno del otro, pero tienen funciones distintas. Larousse ha creado aplicaciones disponibles en dos IOS, para los usuarios de productos de Apple, y para los que usan Android. En ellas podemos publicar un diccionario básico, uno de conjugación, otro de sinónimos y antónimos, otro de biografías, así como aplicaciones de referencia, como el cuerpo humano o un diccionario visual multilingüe.

Aunque el costo de una aplicación es mucho menor –el equivalente a dos dólares– que el del Gran Diccionario, se compensa en el volumen de venta, acota el entrevistado.

Para atender las necesidades de los nuevos usuarios, Larousse ha incursionado también en las redes sociales. En Facebook tienen 500 mil seguidores, lo cual le parece asombroso, porque nuestro sitio habla sobre la lengua y la cultura. El mérito, asegura, está en que el editor entienda que cada medio tiene un lenguaje diferente, así como una manera distinta de presentar el contenido.

La manera en que ofrecemos el contenido en Facebook es totalmente distinta, sin dejar de ser rigurosa y correcta. Es mucho más amena, amigable y provoca que haya interacción con los usuarios, anota.

En Twitter, la editorial tiene la nada despreciable cifra de 80 mil seguidores: Allí no sólo publicamos pequeñas cápsulas de información por la naturaleza del medio: también ofrecemos un servicio de consulta de dudas, por ejemplo, cómo se escribe una palabra, qué significa o por qué se usa de tal manera y no de otra. Nos lo preguntan y damos respuesta en un tiempo bastante razonable.

La atención a los nuevos usuarios ha conllevado dos cambios relevantes dentro de la empresa. Por un lado, modificar los perfiles de las personas que tradicionalmente trabajamos en esto: nos hemos tenido que capacitar y abrirnos a conocer otros ámbitos, tecnológicos, básicamente, incluso en las formas de expresar el contenido. Por el otro, incorporar al equipo otros perfiles que antes no eran necesarios, mucho más tecnológicos.

En fin, la experiencia en las redes sociales les ha permitido tener contacto con los lectores, donde antes era impersonal y rara vez se tenían noticias del lector.

Ahora, se vuelve un diálogo. No es de aquí para allá, sino de ida y vuelta.