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Ruta Sonora

Cerati: gracias… totales

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Gustavo Adrián Cerati fue un artista capaz de generar un sonido propio que tocó la sensibilidad y el intelecto de millones de seguidores e influyó a miles de músicosFoto Fernando Aceves
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oy te busqué, Cerati, en la rima que duerme con todas las palabras… pero ya no estás aquí: ¡cómo estalla tu alma!

Fueron prácticamente tres décadas de entrega musical, las que otorgó al mundo el compositor, cantante, guitarrista y productor argentino Gustavo Adrián Cerati (1959-1914), cuya muerte fue anunciada finalmente ayer a las 10 de la mañana, hora de Buenos Aires, luego de cuatro años en coma y respiración asistida, estado en el que se encontraba tras sufrir la madrugada del 16 de mayo de 2010 una isquemia cerebral: su desplome al término de un concierto en la Universidad Simón Bolívar en Caracas, Venezuela, fue el principio de un final acaecido en uno de los momentos más altos de su carrera; uno de los muchos que tuvo. Accidente cardiovascular trágico, delicado y lento, que presagió desde entonces una conclusión funesta y dio tiempo de ir tomando con resignación el eventual fallecimiento de uno de los músicos más importantes e influyentes del rock latinoamericano en español.

A 55 años de su nacimiento, Cerati al fin descansa en paz. Pero, ¿de quién nos despedimos? De un ser humano vigoroso, inquieto, de espíritu perennemente joven. De una persona generosa y pródiga en sonrisas y cariños, a pesar de su fama de engreído, condición que respondía más bien a la valía que tenía de sí mismo, tras llevar una vida de éxito abrasador; de volar de una cima a otra desde sus mozos 18 años. De un artista capaz de generar un sonido propio que tocó la sensibilidad y el intelecto de millones, de hasta dos generaciones, e influyó a miles de músicos. Un compositor y cantante que además tocaba endiabladamente la guitarra, que renovaba su sonido en cada gira, modificando decenas de veces las versiones de sus propios temas. Un creador al que no le gustaba mirar hacia atrás, sino que siempre vivía intensamente el presente: siempre es hoy. En entrevista a quien escribe, en 2003, dijera: Respeto a quienes se van perfeccionando, pero eso yo no puedo hacerlo: lo mío es saltar de un lado a otro; me gusta hacer cosas diferentes, no sorprendentes.

Un lugar en la historia

Cerati tenía ya ganado hace tiempo su lugar en la historia, no sólo por sus célebres momentos como cerebro creativo de Soda Stereo al lado de Zeta Bosio y Charly Alberti (1983-1997; destacan Nada personal, Canción animal y Dynamo: éste, adelantado a su tiempo), sino por sus proyectos paralelos (Colores Santos, Plan V, Ocio, Roken) y por sus discos solistas: Amor amarillo (1994) o el sofisticado Bocanada (1999), una de sus obras cumbres. Aunque particularmente, Soda ocupa un sitio fundamental, ya que fue la primera banda de rock en español (en el continente ame- ricano) que causó inédito fu- ror de ventas y llenó estadios, acción que dio fe a muchísi-mas bandas latinoamericanas y abrió mercados comerciales antes inexistentes.

Y aunque su originalidad fue amainando a partir del Siempre es hoy (2003), el aguerrido Ahí vamos (2006) y Fuerza natural (2009), sin ser por ello malos discos tampoco, su personalidad musical fue contundente: su gran don para las melodías memorables, suaves, pero también llenas de fuerza; sus particulares armonías y arreglos, al componer tanto rock como música electrónica; sus claras estructuras; su ingenio para los juegos de palabras, afines a los cuerpos celestes y el amor contradictorio, siempre equilibrando el valor estético del idioma con la verdad de los sentimientos (en sus inicios más posados que sinceros); su habilidad para crear riffs distintivos, así como los más refinados y despiadados requintos; la calidez, sensualidad y seguridad de una voz característica; su buen gusto para los videos, el diseño y la tecnología… Visionario, su estilo sumaba agraciados ascendentes, como la sencillez pop de los Beatles y David Bowie, las atmósferas siderales de Pink Floyd y las guitarras feroces de Jimmy Page.

La muerte de Cerati, un grande, deja a quienes le seguían con el mismo sentimiento de injusticia vital y de abandono, que el que vivieron el 16 de mayo de 2010, pues es inevitable pensar que aún tenía mucho que dar. Sin embargo, prolongar artificialmente una vida que ya no lo era, no era digno.

Hasta el final, vivió y entregó toda la genialidad de la que fue capaz: en sus últimos años de vida rompió records de audiencia tanto en shows de solis- ta como en el rencuentro de So- da Stereo (en 2007: un mi- llón de espectadores); recibió re- conocimientos (cuatro premios Grammy, el nombramiento del gobierno de Buenos Aires como ciudadano ilustre, cuando ya estaba en coma), entre otras buenas venturas. Sin embargo, en vida ya había tenido avisos de salud que le prohibían fumar, cosa que no dejó de hacer, ni de ingerir uno que otro estupefaciente. Es fuerte pero justo reconocer que murió como vivió: intensamente.

Mas, nada de esa oscuridad importa ya, sino su vasto y espléndido legado musical, el cual seguirá siendo parte íntima de muchas vidas, aún por largo tiempo. Hasta siempre, Gustavo: ¡gracias por venir! y por supuesto... Gracias… totales (biografía y discografía completos. Recomendaciones de conciertos).

Twitter: patipenaloza