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Me sentía desamparada, pero pude concentrarme, dijo la atleta mexicana de 16 años

La marchista Ortuño ganó plata en Nanjing sin su entrenador

Ninguna autoridad deportiva quiso sufragar los gastos del preparador

Los días previos fue adiestrada mediante mensajes de whatsapp

Quiere devolver el esplendor de este deporte nacional

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Valeria Ortuño logró en China su mejor resultado en los dos años que lleva en esta competenciaFoto Conade
 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de septiembre de 2014, p. a13

La marchista Valeria Ortuño, de 16 años, llegó a a los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing sin su entrenador Ignacio Zamudio. Ninguna autoridad sufragó los gastos del profesor para emprender el viaje a China, por lo que la marchista tuvo que afrontar el reto en soledad.

Durante los días previos fue adiestrada por su preparador mediante mensajes de whatsapp, en los que la aconsejaba sobre rutinas previas y estrategias a seguir durante la competencia.

El día de la carrera fue lo más duro para ella. La falta de un respaldo técnico la hizo sentirse desprotegida. Sin embargo, el deseo de superación fue más fuerte en aquel trazado chino.

Me sentía desamparada pero no intimidada, porque pude concentrarme bien en lo que tenía que hacer en la competencia. No es lo mismo competir sin tu entrenador, porque al final siempre lo necesitas junto a ti, dijo la andarina, quien conquistó la medalla de plata en marcha de 5 mil metros, con tiempo de 23.19.27 minutos, sólo superada por la china Ma Zhenxia.

Valeria no pudo resistir el embate de la asiática en la segunda parte de la competencia y empezó a rezagarse. El tramo final fue decisivo para la mexicana, en el cual tuvo que cerrar con toda la potencia que aún reservaba para remontar hasta el segundo lugar, su mejor resultado en los dos años que lleva en esta disciplina.

Es poco tiempo para una atleta que tiene claro hasta dónde quiere llegar en la marcha. Un paso a la vez, advierte, y recuerda que el año entrante debe clasificarse al Mundial de la categoría Sub-18 y después al de Sub-20.

No duda que este camino desemboca en unos Juegos Olímpicos mayores como representante mexicana y desde luego –señala–, la meta será subir al podio.

Lo dice con la convicción con la que asume el compromiso de devolver el esplendor que alguna vez tuvo la marcha mexicana. Sabe que hubo una época en la que los rivales a vencer eran los tricolores, pero eso terminó.

El declive de la disciplina fue evidente cuando hace un par de años el entrenador Ignacio Zamudio le preguntó a Valeria si quería emular a algún marchista mexicano. Su respuesta fue que no. La razón era que en ese momento no había figuras a las que un novato pudiera acogerse.

Hoy no hay logros en este deporte y eso puede hacernos pensar a los jóvenes que no se puede aspirar a nada, pero creo que hay una nueva generación de deportistas que pensamos que podemos rescatar la marcha y volver a conseguir logros mundiales, dice con firmeza.

Hoy existe una base de andarines que nos permite soñar que ellos pueden ser el futuro de la marcha mexicana y que le devolverán su esplendor, comenta el entrenador Ignacio Zamudio.

Lo importante será evitar que se pierdan los deportistas que destacaron en Nanjing, porque mientras más conservemos, mayores posibilidades tendremos de tener deportistas atletas destacados a nivel mundial, agrega.

Mientras, Valeria trabaja fuerte para dar el siguiente paso. Siempre en una suerte de desamparo, pues hasta el momento prácticamente no tiene apoyos institucionales. Hace cuatro meses la Conade le otorgó una beca de mil pesos mensuales. La mayoría de sus gastos deportivos, desde equipo hasta trasportes para competir en el ámbito nacional, casi siempre corren por cuenta de sus padres y su entrenador.

“No sé cuánto se gasta al mes, pero con el apoyo de mis padres –dedicados a la confección y venta de disfraces– y mi entrenador me las arreglo para pensar en el siguiente paso”, dice con una firmeza que contrasta con su voz de niña. Una tesitura que sobresale cuando recuerda que llegó por ocurrencia a la marcha. Una circunstancia que se transformó en destino.