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La fotógrafa exhibe ocho instalaciones en Laboratorio de Arte Alameda

Vida Yovanovich pide involucrarnos en contra de todo exterminio humano

Descubrir que el primer tren en arribar a Mauthausen no llevaba judíos, sino republicanos españoles que huían de Franco detonó la muestra Grita en silencio: memoria que se borrra, señala

 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de agosto de 2014, p. 5

¿Puede alguno de ustedes decirme qué será de nosotros? La pregunta de Imre Kertész (Budapest, 1929), escritor húngaro y Nobel de Literatura sobreviviente de los campos de exterminio nazis, hace eco a la secuencia de imágenes fugaces de la campiña vistas desde el interior de un tren en marcha.

Transporte es la primera de ocho instalaciones que conforman Grita en silencio: memoria que se borra, exposición de la fotógrafa Vida Yovanovich, que incluye video y audio, montada en Laboratorio de Arte Alameda.

Ese tren lleva sus pasajeros al campo de concentración de Mauthausen, Austria. En contraste con lo que se podría imaginar, su primera carga no fue de judíos, sino de republicanos españoles que, tras huir de Franco, fueron acogidos por Francia, pero internados en campos de trabajo forzado.

Cuando Hitler invadió Francia, muchos fueron hechos prisioneros y acabaron en un campo de exterminio por casualidad, expresa Yovanovich (La Habana, 1949), radicada en México desde 1956.

Ese descubrimiento, así como la amplia gama de nacionalidades de los internos, animó a la entrevistada a hacer una gran exposición. Beneficiaria en 2010 de una beca de intercambio artístico del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Yovanovich se fue a Salzburgo, Austria, por su cercanía con la ex Yugoslavia, de donde eran sus padres. Su idea era hacer algo personal para mis hijos, nietos, y tal vez un librito. Era un lado de la familia del que nunca se habló en casa.

Conocer es necesario

Si comprender es imposible, conocer es necesario, frase de Primo Levi, antecede la llegada a Torre de control, imponente instalación consistente en un muro negro del que emana un coro de voces en 17 idiomas diferentes, que leen el mismo texto, grabado in situ de un joven guía de turistas. Rematan el conjunto imágenes tomadas de la torre de Mauthausen, en la que se introduce una amenazante nube nocturna.

Para la grabación de las voces Yovanovich invitó a personal de varias embajadas. En muchos casos acudieron los mismos embajadores a leer el texto que habla de un sitio para la memoria y para ser recuperado por la vida.

Grita en silencio... evita mostrar el horror explícito del campo de concentración, del que estamos insensibilizados, aunque suene horrible decirlo, indica la artista.

Sigue la instalación con Memoria que se borra, consistente en dos pares de imágenes, proyectadas sobre la pared, que se enfrentan, de vistas interiores y exteriores de Mauthausen, que se transforman ante los ojos del visitante. Salix Babylónica tiene que ver con un sauce que fue sembrado para honrar a los muertos encontrados al liberar el campo de concentración, en 1945. Hoy día el diámetro del tronco del sauce alcanza 12 metros y las imágenes de Yovanovich lo muestran en las diferentes estaciones del año.

Al salir de las tinieblas de la primera parte de la exposición, un sensor activa Umbral, una filmación que contó con el apoyo del Ateneo Español de México, para la que convocó a 100 personas, casi todas relacionadas con los republicanos españoles. La expositora trabajó las imágenes a manera de sombras. El espectador al pasar forma parte de la fila de personas que entra a Mauthausen.

Mientras que la foto Niño con papalote habla de la esperanza, la instalación Grita en silencio, consistente en 65 arbolitos tipo trueno que Yovanovich cuida personalmente, se refiere a los muertos, pero también a la posibilidad de algo diferente. Aunque no nada más a los fallecidos de los campos de exterminio nazis.

A partir de 1945, y hasta el presente, ha habido un promedio de una masacre humana cada año, señala. Tenemos que empezar a involucrarnos, la matanza es un problema de todos, no nada más de los narcotraficantes, que es lo que vivimos ahora.

La cantera del horror

La última instalación, Muro de paracaidistas, consta de una fotografía monumental, de ocho por ocho metros, que hace referencia a la cantera de Mauthausen. En la medida que los prisioneros eran forzados a trabajar allí y subir hasta 12 veces al día rocas sobre sus espaldas, más pesadas que ellos mismos, muchos optaron por mejor lanzarse al vacío.

Grita en silencio: memoria que se borra terminará exhibición el 14 de septiembre en el Laboratorio Arte Alameda (calle Dr. Mora 7, Centro Histórico).

La exposición se inscribe en el proyecto que incluye Sin-nombre, muestra de 15 fotografías, montada en el Ateneo Español de México (calle Hamburgo 6, colonia Juárez), que concluye el viernes 22 de agosto, y la intervención Escucha, que será inaugurada el jueves 21, a las 17:30 horas, en el Museo Memoria y Tolerancia (Plaza Juárez, Centro).