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Con valor, las mujeres ganan su espacio en las autodefensas

Seguiremos alzadas para defender a nuestras familias

Hay muchas que han perdido un hijo, y ese dolor lo traducen en lucha

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El gobierno nos pone trampas; hay malandros que Alfredo Castillo ha uniformado, asegura María de la Luz SandovalFoto Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 17 de agosto de 2014, p. 8

Aquila, Mich.

El padre de María de la Luz Sandoval Zamora la enseñó a disparar con pistola desde que era niña, pero hace unos meses ella decidió aprender a usar el fusil de asalto AK-47, el más popular en esta costa, porque, dice, trae más tiros y ofrece una legítima igualdad para defenderse de los ataques de Los caballeros templarios.

Con cuatro hijos y seis nietos, la autodefensa doña Luz representa el fracaso del experimento del gobierno de Enrique Peña Nieto para pacificar Michoacán con la presencia del comisionado Alfredo Castillo, quien uniformó a más de 400 policías rurales, actualmente cuestionados por las autodefensas leales a José Manuel Mireles.

Su comunidad nahua, rica en hierro, maderas y hasta hace poco repleta de laboratorios de drogas sintéticas, es una de las más golpeadas por la, aún, hegemonía de los templarios, cuya estructura financiera y operativa permanece intacta.

En estos días, doña Luz anda en guardia. Los malandros siguen asolando la región, y querían secuestrar a su hija pequeña, una adolescente que se salvó del tráfico con fines de explotación sexual gracias al valor de su madre y otras mujeres autodefensas que han decidido seguir levantadas en armas para defender a sus familias y sus tierras.

Los malandros estaban molestando niñas y jóvenes. Molestaban a mi hija, por eso decidí levantarme. La acosaban para que hiciera cosas que ella no quería; a fuerza se la querían llevar para quedarse con ella, dice en entrevista con La Jornada.

Sin perder la feminidad, lleva su pistola 380 semiautomática metida en la cintura, y su AK-47 colgado al cuello. Rubia, ojos grandes, piel tostada por el sol, usa sombrero vaquero, arracadas de oro y está discretamente maquillada. Al lado tiene su camioneta, identificada como una patrulla de Autodefensa ciudadana, con la que vigila el pueblo de La Placita.

¿Qué no haría una madre por defender a sus hijas?, pregunta.

Sus dos hijas, junto a sus nietos –una niña de siete años y un bebé en carreola– la acompañan. Durante años, doña Luz aguantó extorsiones y secuestros. Cada habitante tenía que pagar 2 mil pesos mensuales a los templarios; incluso perdió propiedades, negocios y sólo pudo salvar su casa, aunque la abandonó hace un año por la inseguridad, y actualmente paga renta en otra comunidad donde se siente arropada por un grupo de alzados como ella, que se niega a aceptar a la Policía Rural del comisionado Alfredo Castillo.

“Aquila es independiente y vamos a seguir con las autodefensas hasta el final. Estamos cinco comunidades unidas. Decidimos levantarnos, y hasta ahorita sigo. ¡Vamos a seguir hasta donde tope! El gobierno nos está poniendo trampas. Hay malandros que Alfredo Castillo ha uniformado, y estamos esperando todavía que nos apoyen para ‘limpiar’; si no nos van a apoyar, que nos dejen trabajar a nosotros”.

–¿No le da miedo ser detenida?

–Claro que sí. Tengo miedo de que me detengan o que me maten. Yo entré con todos: mis tres hijas y mi hijo; todos andamos metidos en esto; todos somos autodefensas. No tenemos sueldo, no tenemos de qué vivir, lo que yo tenía todo lo perdí, pero tenemos derecho a defendernos.

Mujeres en armas

La presencia de mujeres en el movimiento de autodefensas ha ido escalando posiciones. Si antes eran escoltas o simples ayudantes en labores de cocina, enfermería, administración o retaguardia a la hora de los combates, ahora encabezan con firme liderazgo la defensa de sus comunidades, en operaciones militares y de inteligencia.

Son las modernas Adelitas, y están convencidas que ante el fracaso del Estado para proporcionarles seguridad a ellas y sus familias, sólo hay un camino: la defensa ciudadana.

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El pueblo necesitaba protegerse y actuó para sacar a los templarios, señala Claudia Yazmín Mercado, autodefensa de CoahuayanaFoto Sanjuana Martínez

A diferencia de las soldaderas que participaron en la Revolución Mexicana, ellas no están dispuestas a ganarse el derecho de usar una arma preparando alimentos o lavando la ropa para ocupar un lugar en la tropa; al contrario, exigen igualdad de entrenamiento y condiciones a la hora de la pelea.

Muchos de sus esposos fueron detenidos. Hay más de 380 autodefensas presos en distintas cárceles de la República, y ante la permanente inseguridad decidieron empuñar las armas.

“Somos muchas mujeres; algunas están a escondiditas, pero yo no me escondo. Tienen miedo porque ya nos desarmaron una vez, ya nos balacearon, ya nos secuestraron y nos mataron gente; ya nos metieron a muchos a la cárcel…”

–¿Cómo viven desde el 10 de mayo, cuando Alfredo Castillo firmó los acuerdos?

–Igual o peor, porque ahorita estamos luchando también contra el gobierno. Ellos nos mandan a desarmar y nosotros a no dejarnos, porque si lo permitimos nos van a venir a matar los templarios. No hay un día que no expongamos la vida en estas carreteras.

Por esta bella y sinuosa carretera costera entre Aquila, Chiniquila y Coahuayana, hay bloqueos y secuestros de manera cotidiana. También violaciones. Son muchas las desaparecidas. Los caballeros templarios han incursionado, como otros cárteles de la droga, en el tráfico de niñas y mujeres con fines de explotación sexual, un mercado humano que deja más de 10 mil millones de dólares anuales al crimen organizado en México, según el último informe de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac).

Claudia Yazmín Mercado Linares es autodefensa de Coahuayana, un municipio repleto de plataneras, donde empresas estadunidenses administran sus exportaciones y están interesadas en apoyar la seguridad de su próspera producción.

“Decidí apoyar a las autodefensas desde el primer día en que se levantaron en armas y las mujeres fuimos aceptadas. Se le había pedido el apoyo a los gobiernos federal, estatal y municipal, pero no hicieron nada. El pueblo necesitaba protegerse, por lo que actuó para sacar a los templarios. No es justo que estén muriendo personas inocentes”, dice en entrevista mientras camina con sus dos hijos.

Durante años, la ley de La Tuta tenía sometido al pueblo: extorsiones, secuestros y asesinatos, hasta que mujeres y hombres dijeron ¡basta!” Ahora enfrentan el acoso del crimen organizado y del gobierno. Quieren detener a los autodefensas o matarlos. Quieren que dependamos del gobierno, pero nosotros no confiamos en la gente de Alfredo Castillo, señala.

Agrega que la participación de la mujer es importante no sólo porque ahora están en igualdad de condiciones durante los combates, sino por su sensibilidad: Hay muchas que han perdido un hijo, que tienen hijos presos o desaparecidos. Ellas tienen ese dolor de madre y lo traducen en lucha. Aquí no hay machismo; se pretende ir por un mismo objetivo, que es la seguridad para las familias.

Doña Luz no coincide. Con voz firme asegura que sí ha sufrido el machismo de sus compañeros, pero no le da importancia por una simple razón: ¡Somos más valientes que ellos! Yo he tenido el valor de andar en mi camioneta de pueblo en pueblo pidiendo apoyo para levantarnos. Hemos sido las valientes en ir y venir desarmadas por estas carreteras. Ahorita ya tengo armas, ya sé defenderme.

–¿Y con qué se defiende mejor, con el cuerno de chivo o con la 380?

–Con el cuerno; ese tiene más tiros y es el que usan todos: los buenos y los malos”.