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El recinto dedicado también a la memoria reabre sus puertas; reacondicionan ocho salas

Remodelarán área del museo que privilegia la tolerancia

La rehabilitación del inmueble ubicado en la Plaza Juárez continuará en 2015; otros 18 espacios serán renovados, pues los visitantes llegan un poco cansados a esa parte, explica su presidenta

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La presidenta y cofundadora del Museo Memoria y Tolerancia, Sharon Zaga, informó sobre el estado actual del recinto que el pasado abril alcanzó la cifra de un millón de visitantes desde su apertura, en 2010, y encabezó un recorrido con representantes de los medios. En la imagen, una de las múltiples obras alusivas a los genocidios perpetrados en el siglo XXFoto Cristina Rodríguez
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Aspectos del recorrido de los representantes de los medios por el Museo de la Memoria y la Tolerancia, recinto ubicado en la Plaza Juárez, Centro Histórico, donde se reacondicionaron ocho salas con la finalidad de prestar un mejor servicio a los visitantesFoto Cristina Rodríguez
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Periódico La Jornada
Jueves 14 de agosto de 2014, p. 3

Dos mil gotas de cristal. Una por cada cien niños asesinados durante los genocidios del siglo XX. Dos millones de niños y niñas muertos.

Memorial de los niños, del artista holandés Jan Hendrix, es quizá una de las piezas más fotografiadas del Museo Memoria y Tolerancia, que reabrió sus puertas después de un mes en el que se realizaron trabajos de remodelación en ocho de sus 56 salas, que son las que dan la introducción al visitante al tema del Holocausto, en el área de Memoria.

Los proyectos de reacondicionamiento continuarán en 2015 con los trabajos que se realizarán en 18 salas del área de Tolerancia.

Por lo pronto, en octubre próximo se abrirá la muestra Mandela y su legado: 20 años de democracia, alusiva al líder sudafricano Nelson Mandela, fallecido el 5 de diciembre del año pasado. “Esta exposición habla mucho de derechos humanos, no nada más el tema del apartheid en África, sino de toda esta evolución que ha tenido la sociedad sudafricana y cómo ahora realmente se ‘rompió’ la barrera del racismo. La vendrá a inaugurar la hija del líder”, adelanta Sharon Zaga, presidenta y cofundadora del Museo Memoria y Tolerancia, quien ofreció un recorrido a representantes de los medios por las salas renovadas.

En favor de la paz

En el recorrido no quedó fuera el tema del conflicto entre Israel y Palestina: “Este es un museo –prosigue Zaga– que muestra el Holocausto, un tema relacionado con los judíos. Terminando el Holocausto fue la creación del Estado de Israel, la partición del territorio palestino que se otorgó a ambos grupos.

“Al visitante le queda la duda de por qué ahora hay un conflicto. Sin embargo, el museo no se dedica a hablar de conflictos territoriales. Es importante que comprendamos la diferencia de un genocidio donde se busca destruir a alguien por una cuestión étnica, nacional, racial o religiosa, de un conflicto territorial, económico, político, que es lo que ocurre en el Medio Oriente entre Israel y Palestina.

Es un conflicto territorial, sin embargo estamos en favor de la paz; urgimos a ambas partes a que terminen con este conflicto armado y realmente puedan llegar a acuerdos de paz. Ambos lados están sufriendo y el museo se opone definitivamente a la violencia y el sufrimiento de civiles.

El Museo Memoria y Tolerancia, que abrió sus puertas en octubre de 2010, es un espacio desconocido todavía, señala Sharon Zaga.

“Hicimos esta remodelación, por la cual cerramos el museo el pasado julio, con dos objetivos: primero, crear un espacio mucho más amplio y cómodo para el visitante, más amigable, porque el museo lo diseñamos para recibir mil 500 personas a diario.

La afluencia ha sido mayor, sobre todo en fines de semana, pues acuden de 3 mil a 4 mil personas, por lo que los primeros espacios no tenían capacidad para recibir tanto público. En segundo lugar, estas primeras salas de exhibición son muy atractivas para el visitante, por lo que dedicaban mucho tiempo a revisar cada uno de los contenidos, ahora el espacio es más amplio y tiene más información, además de que lo rediseñamos.

En ocho salas se muestra la sociedad europea antes de la llegada de Adolfo Hitler al poder hasta la Segunda Guerra Mundial, pasando por el ascenso del partido nazi y las acciones de éste contra la comunidad judía, pero también contra personas con capacidades diferentes, de las que 250 mil fueron asesinadas, que es el antecedente de los campos de concentración, donde murieron 11 millones de personas, no sólo judíos, sino comunistas, anarquistas, homosexuales, gitanos, testigos de Jehová. Hombres, mujeres y niños.

El recinto, explica su presidenta Sharon Zaga, no está dedicado a lo que normalmente visitamos en los museos, que es ver los grandes logros de la humanidad en ciencia, arte y tecnología. Aquí vamos a comprender también la capacidad destructiva a la que puede llegar el ser humano mediante el genocidio, que es un tema primordial.

La primera sala, donde está una torre de pantallas, “se dedica a explicar cómo un ser humano puede llegar a su parte más destructiva a través del crimen, en que se busca destruir a un grupo por el hecho de ser distinto.

Tenemos muchos crímenes en la humanidad: territoriales, políticos, económicos, pero el crimen de crímenes es en el cual se busca destruir a alguien por ser diferente, por algo que no puede cambiar, que es inherente a su persona, como su raza, etnia, o religión. El primer genocidio catalogado como tal en la historia es el Holocausto.

División por temas, no por años

En la renovación de las salas se realizaron algunos cambios, como la inclusión de videos y fotogra-fías en mayor formato que acompañan a piezas originales, como un ejemplar de Mi lucha, el libro que Hitler escribió en la cárcel y en el que habla también de América como un territorio dividido, ya que en el norte no hubo tanta mezcla entre los colonizadores y los indígenas, mientras en el sur ocurrió lo contrario.

Hay también instrumentos utilizados para medir a las personas y garantizar así la pureza racial, una boleta con el voto en favor de Hitler, un fusil y una pistola nazis, sobre un muro fue colocada una fotografía donde puede verse a miles de personas atendiendo un discurso nazi, un radio del millón de aparatos que regaló Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, para que los alemanes escucharan los programas nacionalsocialistas y que era lo único que podían escuchar.

También está una Torah quemada en uno de los incendios de La noche de los cristales rotos, rescatada de una sinagoga de la antigua Checoslovaquia.

El tratado de Versalles se encuentra en los muros de una de las salas renovadas, que nos muestra justamente que al perder la Primera Guerra Mundial se firmó ese tratado donde Alemania queda con severas restricciones económicas y territoriales, lo que va a ser un factor muy importante para el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

El de Memoria y Tolerancia también es un recinto diferente, porque no es de fechas ni datos. Es un museo que hace una biopsia de la humanidad, cómo ésta se puede comportar en un acto límite, como es un genocidio. No está dividido cronológicamente por años, sino por temas. Por ejemplo, las salas Ley, Propaganda, Terror, que son las tres estrategias principales que adoptó el nazismo.

A siete décadas del Holocausto no es para entender quiénes son las víctimas, cuántas o cómo murieron. Es para entender cómo esto puede ocurrir en una sociedad civilizada y sigue ocurriendo.

La museografía de estas ocho salas fue cambiada con la finalidad no sólo de que sean más amplias y cómodas, sino para que se entiendan mejor las temáticas clave del recinto. Este no es un museo de historia, es un museo que habla justamente de los mensajes morales que tenemos que reconocer en cada uno de los temas.

Por la convivencia armónica

Después de las salas remodeladas continúa el recorrido por las que están dedicadas al Holocausto. Fotografías de las barracas, asesinatos masivos, uniformes de los que vivieron en los campos de concentración y exterminio, un vagón de tren y la explicación de que éste fue parte de uno de los ferrocarriles que tenían como destino los campos de concentración. Decenas de personas eran metidas en ese espacio tan pequeño, sin agua, comida ni baños. Los primeros en morir: ancianos y niños. Luego una maqueta que explica cómo era la llegada a un campo de exterminio, la selección, la cámara de gas, los hornos crematorios.

La segunda parte del área de Memoria está dedicada a los otros genocidios del siglo XX: los armenios, la ex Yugoslavia, Ruanda, Camboya, Guatemala, Darfur, y después se llega al espacio de Tolerancia, donde comenzarán los trabajos de remodelación en 2015.

La remodelación continúa, ahora vamos a trabajar toda el área de Tolerancia, pues hemos observado que los visitantes llegan a ese espacio un poco cansados y es el tema más importante del museo, no nada más es entender la memoria sino comprender la tolerancia. Todo 2015 vamos a remodelar 18 salas del área de Tolerancia, haciéndolas con una perspectiva de instalaciones artísticas, de mensaje humano para que no sea tan profundo el contenido, tan temático y también el espectador en el momento que llega un poco más cansado, dado que el museo recorre siete genocidios, pueda comprender mejor estos mensajes de qué significa la tolerancia: la convivencia armónica de nuestras diferencias.

El Museo Memoria y Tolerancia, que en abril pasado alcanzó la cifra de un millón de visitantes, se ubica en la Plaza Juárez, justo frente al Hemiciclo a Juárez, en el Centro Histórico.

Cuenta además con un espacio educativo en el que se imparten cursos, conferencias y ciclos de cine, y otro dedicado a los niños. El horario de visita es de martes a viernes de 9 a 18 horas, sábado y domingo de 10 a 19 horas. Más información.