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Antonio Velasco Piña habla de su novela más reciente, publicada por Suma de Letras

Revalora escritor los aspectos simbólico y sagrado del Palacio Nacional

Mediante episodios autobiográficos y alusión a los conflictos políticos y el sincretismo religioso narra la historia del recinto

Cuanto hay de secreto en el inmueble, es indígena, señala

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La estructura matemática original con la que el Palacio Nacional fue construido, es prehispánica, opina Antonio Velasco PiñaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de agosto de 2014, p. 6

El valor histórico y simbólico del Palacio Nacional es el hilo conductor de la más reciente novela del escritor Antonio Velasco Piña (DF, 1935), El Palacio sagrado, narración en la que el autor por primera vez entreteje parte de su vida personal.

Publicado por el sello Suma de Letras, el libro narra la historia de uno de los edificios y sitios más representativos de México, escenario de algunos de los episodios más transcendentales para el país: el Palacio Nacional, al tiempo que cuenta la historia del enamoramiento y romance de Velasco Piña con la que es actualmente su esposa, y con quien recientemente cumplió 52 años de matrimonio.

La novela, con episodios autobiográficos, relata la historia del edificio, desde antes de que fuera Palacio Nacional (éste se encuentra edificado sobre las ruinas de lo que fue el prehispánico palacio de Moctezuma), hasta la época contemporánea, pasando por algunos significativos momentos históricos, ocurridos durante la Colonia y el Virreinato, la Independencia y la Revolución Mexicana.

Entre esos hechos, comenta el autor en charla con La Jornada, se encuentra uno de los conflictos políticos y de sincretismo religioso en la época colonial, “cuando surge un pleito entre el arzobispo y el virrey de aquel entonces, a tal grado que palacio nacional es quemado.

El asunto fue que el virrey ordenó apresar al arzobispo y exiliarlo a España. El pueblo se entera y toma partido por el religioso y asaltan Palacio Nacional y lo queman.

¿Por qué lo incendian? Según Velasco Piña, porque de acuerdo con el pensamiento cosmogónico de los indígenas, cada determinados años, los lugares más sagrados había que redificarlos. Y eso lo hicieron para incorporar el concepto del tiempo nuevo (el tiempo cristiano), pues todavía hasta 1724 las comunidades indígenas de México se regían por los calendarios prehispánicos. El hecho generó uno de los procesos más importantes de sincretismo, dice el autor de Regina.

Proeza insuperable

Según Velasco Piña, la idea es revalorar los aspectos simbólico y sagrado de Palacio Nacional, “ya que la estructura matemática original con la que fue construido, es prehispánica.

La tarea de lograr que en el lugar donde había estado el palacio de Moctezuma se edificase una construcción acorde con las poderosas energías que de dicho sitio emanan estuvo a cargo de una serie de Guardianes Indígenas, profundos conocedores de la arquitectura sagrada, los cuales, merced a una asombrosa combinación de sabiduría, tenacidad y astucia, realizaron la proeza de construir un palacio que es insuperable ejemplo de un sincretismo arquitectónico, pues si bien su aspecto exterior resulta evidentemente hispánico, cuanto hay en él de secreto y oculto es indígena, apunta Velasco Piña en su libro.

El Palacio Nacional, dice, está cimentado sobre las ruinas del palacio azteca y fue construido aplicando los antiguos conocimientos matemáticos y astronómicos de toltecas y mayas, que fueron atesorados por los arquitectos de la Hermandad Blanca de Quetzalcóatl.

Esa historia se entrelaza con la historia amorosa y personal de Velasco Piña, quien a sus 23 años, siendo estudiante de derecho, conoció y se enamoró de una abogada, precisamente en el Palacio Nacional.

Para impresionarla y que ella fuera su novia, se fue caminado como experiencia de vida, de México a Colombia, pasando por Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá.