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Exhiben medio centenar de xilografías, litografías, aguafuertes y mixografías del artista

Rufino Tamayo fue un gran explorador e innovador de la gráfica, opina galerista

Se mete a la técnica, acaricia las piedras, las toca con los dedos, expresa Ramón López Quiroga

Foto
Cabeza de coloso, 1964, litografía de Rufino Tamayo (1899-1991), incluida en la muestra que se puede visitar en la Galería López Quiroga, que se ubica en PolancoFoto © D.R. Rufino Tamayo/ Herederos/ México/ 2014/ Fundación Olga y Rufino Tamayo/
cortesía de la galería
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de agosto de 2014, p. 4

El artista Rufino Tamayo (1899-1991) no sólo incursionó en la gráfica, sino que la exploró a lo largo de su vida y fue innovador, expresa Ramón López Quiroga cuya galería presenta una exposición de alrededor de 50 xilografías, litografías, aguafuertes y mixografías creadas por el pintor a lo largo de 63 años.

Los primeros grabados de Tamayo fueron xilografías: Por 1925 empieza a hacer sus cortes directamente sobre las tablitas de madera y a imprimir la xilografía en papeles delgaditos, japoneses, y se entusiasma mucho por eso.

Para finales de los años 20 del siglo pasado la galería neoyorquina Weyhe, que trabajaba con algunos artistas mexicanos, incluyó en su catálogo sus xilografías Hombre y mujer, Leñador, Cabeza, Dos muchachas mexicanas y La virgen de Guadalupe.

López Quiroga calcula que Tamayo habrá hecho unos 30 grabados en madera, incluidos los que creó para Cancionero mexicano, un número especial que en 1931 publicó la revista bilingüe Mexican Folkways (1925-1937), de Francis Toor.

Posteriormente, Tamayo hizo mucha litografía en Francia en la los años 50. En 1952 ilustró el libro de poemas Aire mexicano, de Benjamín Peret. Luego hizo 15 litografías para el libro Apocalipsis de San Juan.

En 1964 Tamayo produjo 25 obras en el prestigioso taller de litografía Tamarind, cuando aún estaba en Los Ángeles, California. López Quiroga anota que en 1973 Tamayo hizo 15 litografías contratado por Ediciones Polígrafa de Barcelona.

Allí le interesó mucho el grabado con textura, porque en el taller donde trabajaba también lo hacían Miró y Tàpies. Pidió a los de Polígrafa regresar para hacer grabados con relieve, y cuando lo hizo, empezó a trabajar un poquito a su manera con las técnicas de carbonundum, con algo de acrílico en las planchas. Le encantó. Experimentó bastante la textura y el color. Cuando regresó a México, venía tan ilusionado y emocionado con este grabado en relieve.

Trabajos experimentales

Ingrid Suckaer, en el libro Rufino Tamayo: aproximaciones, escribe: A principios de los años 70, Tamayo le comentó a Luis Remba, director del Taller de la Gráfica Mexicana, su deseo de ya no trabajar con técnicas gráficas tradicionales, puesto que no tenía intenciones de repetir los mismos pasos que había dado en su larga experiencia en diferentes talleres gráficos de Estados Unidos y Europa. Ese fue el acicate para que Remba realizara una investigación que habría de hacer historia. Después de realizar varias pruebas, Remba encontró una técnica, la mixografía, que de inmediato atrajo a Tamayo. Con piedras mexicanas de Baja California que les proporcionó un lapidario, fue posible crear la obra litográfica más grande del mundo.

Un apasionado del grabado, al grado que lo estudió con Octavio Bajonero para entender mejor las diferentes técnicas, López Quiroga profesa gran admiración por Tamayo. En un principio pensó en hacer una exposición de obra gráfica de Francisco Toledo, Rodolfo Nieto y Tamayo. Pero al momento de desplegar el material, tanto de la galería como prestado, así como algunos libros con imágenes, decidió dejar la muestra de Toledo para más adelante, mientras en el caso de Nieto, como la producción es menor, incluirla en una exposición colectiva.

Para el entrevistado, en el caso de Tamayo su obra gráfica da para exhibirse, analizarse y estudiarse, porque no es un artista que incursiona en ello para poner su obra al alcance de un mercado que no puede comprar las acuarelas o pinturas. Le interesa como un medio de exploración que tiene que ver con el dibujo, con la pintura, pero que posee una forma de expresión totalmente diferente. Son medios que tienen una gran potencia, además, lenguajes muy particulares que no se pueden imitar”.

Tamayo trabajó incluso la serigrafía: “Hizo un gran tríptico, llamado La familia, y por lo menos una pieza más”. En fin, se echó el clavado en lo que es la técnica, lo que implica grabar y hacer una litografía, cosa que no todo mundo hizo. Hay muchos artistas que jamás tocan una piedra litográfica o una plancha de cobre. Tienen un taller que hace una transcripción de un dibujo equis. Tamayo se mete a la técnica, acaricia las piedras, las toca con los dedos, registra sus dedos, y hace trabajos muy experimentales.

Tamayo: obra gráfica 1925-1988 terminará el 30 de agosto en la Galería López Quiroga (Aristóteles 169, Polanco).