Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de agosto de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

La reforma del salario mínimo

El oportunismo blanquiazul

Avanza propuesta de Mancera

C

on el cinismo de costumbre, el mismo con el que Vicente Fox protegió las malas costumbres de los hijos de Martita y de muchos de sus funcionarios, y el que utilizó Felipe Calderón para inundar de sangre el país, ahora el jefe político de los azules, Gustavo Madero, pretende chacalear al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, la propuesta para reformar lo que conocemos como salario mínimo.

Hace rato ya que Mancera lanzó la idea, aunque hasta hace algunos días, tal vez una semana, la propuesta se encajó en la agenda de los grupos políticos y económicos del país. Lo más seguro es que nadie quería darle crédito al jefe de Gobierno, porque no parecía muy sensato, y porque el atraso de muchos de los llamados analistas financieros descalificaba, y descalifica, la posibilidad que construyó el mandatario.

Hay mucha gente que supone que esos cambios tienen como único objetivo desvincular al salario mínimo de cierto tipo de formas de medición para, por ejemplo, el cobro de multas u otro tipo de sanciones administrativas, y hacer de las UDI (unidades de inversión) la nueva forma de medición. Es necesario advertir aquí que en más de un centenar de leyes se habla del salario mínimo como forma de medición, y que quienes temen a la propuesta advierten que por ello, porque impacta por tantos lados, un aumento a los salarios mínimos significaría casi de inmediato un aumento en la inflación, ese fantasma que recorre la conciencia de todos los analistas financieros.

Pero sería muy absurdo pensar que solamente se trata de eso, y que con sacar el salario mínimo de las leyes se podría dar otro perfil a la economía. Miguel Ángel Mancera atiende esa problemática, pero su principal punto de vista está en lo que a los analistas financieros no les importa, eso que se llama poder adquisitivo, y que tiene que ver con la economía familiar, además de significar un propulsor importante del mercado.

En las más de tres décadas de dominio neoliberal los mexicanos perdieron cerca de 80 por ciento de su poder adquisitivo, es decir, con el dinero que hoy obtienen por su trabajo sólo pueden comprar 20 por ciento del total que adquirían en la última década del siglo que pasó. Esa realidad inocultable, denunciada sin remedio una y otra vez, por fin encontró eco en Mancera, que busca terminar con ese terrible problema, desde un punto de vista más humanista que financiero.

Habrá quien lo tache de populista y lo acuse de poner en peligro la economía del país, pero la verdad está en las calles y en los círculos más altos de la liga de los grandes jugadores de las finanzas. Hoy por hoy el mercado mexicano está casi paralizado y no hay muchas formas de sacarlo de su postración, pero más que todo eso es la vida de la gente en este país lo que debe arreglarse, y es Mancera quien ha propuesto la fórmula.

No podríamos decir que la iniciativa sería un éxito, pero ya era hora de que alguien propusiera algo para mejorar las condiciones de vida de miles de mexicanos. Hay quienes me contradicen y advierten que la propuesta del jefe de Gobierno nada tiene que ver con la situación de las grandes mayorías en México, y que, más que la gente, lo que le importa a Mancera son las condiciones del mercado.

Nosotros queremos creer que no, que Mancera ha vivido, con la gente de esta ciudad, los problemas derivados de un salario no remunerativo, y por ello lanzó la idea sin que le importen de más las críticas que se montan en esquemas fracasados. Si es así, y el jefe de Gobierno da la batalla, seguramente muy pronto veremos cambios profundos que beneficien a la economía. Que así sea.

De pasadita

Las trifulcas del domingo en las casetas de peaje por el asunto de las tarjetas de prepago en las carreteras de acceso a la ciudad tienen nombres, según nos cuentan, pero no tiene caso mencionarlos porque son impunes. El negocio de las tarjetas IAVE lo tiene el grupo Toluca y es de 2 mil 500 millones de pesos. El presidente de tal grupo es Roberto Alcántara, el mismo que acaba de invertir una lana en la adquisición de una parte de la empresa que edita el periódico El País, y como estaba tan gastado, pues le dieron ese negocito en recompensa. ¿Será que Peña Nieto quiere construir a su propio multimultimillonario?