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De nuestras Jornadas

La clase política no ve las causas de fondo de la migración infantil

E

l número de menores detenidos cuando trataban de cruzar solos la frontera con Estados Unidos se disparó en años recientes; mientras entre 2008 y 2011 los que quedaron a cargo de las autoridades para refugiados sumaban entre 6 mil y 7 mil 500 por año; en 2012 los agentes fronterizos detuvieron a 13 mil 625 menores no acompañados, y esa cifra aumentó a 24 mil 668 el año pasado. Se estima que en 2014 serán más de 60 mil. Según el embajador estadunidense en México, entre octubre y junio han sido detenidos más de 52 mil menores migrantes no acompañados. La oleada de niños procede, en su mayoría, de Guatemala, El Salvador, Honduras y, por supuesto, de México.

Niños y adolescentes deciden viajar solos para cruzar la frontera de Estados Unidos, en primer lugar, por el deseo de reunirse con sus familiares; en segundo, por el de mejorar su nivel de vida mediante un trabajo, y por último, por escapar de la violencia familiar o de la explotación sexual. En años recientes los controles migratorios en esa frontera se han endurecido. El desvío de flujos migratorios a zonas más inseguras para evadir dichos controles y la contratación más habitual de traficantes de personas ponen en peligro la vida de los migrantes indocumentados, especialmente de niños y niñas.

Hace pocas semanas se reunieron en Guatemala representantes de alto nivel de los países centroamericanos, de México y el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, para examinar la crisis humanitaria en curso. Llama la atención que omitieron las causas principales del fenómeno, violencia e inseguridad, y que ningún representante latinoamericano planteara al estadunidense la necesidad de acordar un fondo regional destinado a financiar proyectos que estimulen el desarrollo y la generación de empleos.

La crisis de los menores migrantes en vías de ser deportados por el gobierno de Estados Unidos ha puesto también en evidencia la hipocresía de la clase política de ese país.