Opinión
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México SA

Circuito reforma-rescate

Crece deuda per cápita 600%

El Fondo recorta, una vez más

E

ntre la reformitis y la rescatitis de los últimos seis gobiernos, la tecno-politicocracia ha llevado a la ruina a los habitantes de este otrora prometedor país. A lo largo de tres décadas ha reformado para privatizar las pingües ganancias que generan los bienes de la nación y con recursos públicos ha rescatado a los privados para socializar las pérdidas de lo reformado. De no ser por el jugosísimo negocio que esta práctica ha significado para esa secta, simplemente se pensaría que se trata de un enredoso juego de palabras, pero lamentablemente no es así.

Por esa ruta transitaron banca, carreteras, ingenios azucareros, líneas aéreas, mineras, ferrocarriles, siderúrgicas, petroquímicas y más de mil paraestatales, para llegar al punto culminante de la obra: petróleo y electricidad, cuyas finanzas también serán rescatadas, es decir, del bolsillo derecho del gobierno federal saldrá el recurso público para pagar las deficiencias, excesos y carencias del bolsillo izquierdo del mismo gobierno, ambos permanentemente alimentados con dinero de los mexicanos.

De cereza para este gran pastel reformista-rescatador, los mexicanos han sido enterados, sin más, que a la de por sí voluminosa, onerosa e improductiva deuda pública federal que cargan sobre sus espaldas se le sumará una gran piedra con un peso cercano a 200 mil millones de dólares (dos veces el Fobaproa de un plumazo), producto de la reforma energética que conlleva el rescate de los pasivos laborales de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad. Todo, dicen, con el fin de que las nuevas empresas productivas del Estado compitan como debe ser.

Así, en unos días más la deuda pública federal sobrepasará con creces los 8 billones de pesos (esta cifra no incluye débitos estatales y municipales, Pidiregas y otras contingencias no presupuestadas). Con ello, los mexicanos deben celebrar uno de los grandes beneficios tangibles del nuevo gobierno: en menos de dos años de estancia en Los Pinos, la deuda pública federal por habitante habrá crecido en alrededor de 43 por ciento, al pasar de 50 mil 342 pesos el primero de diciembre de 2012 a poco más de 72 mil pesos por estos días, ya aprobado el rescate de los pasivos citados. Todo, en medio de una economía que a duras penas creció 1.1 por ciento en 2013 y, si bien va, alrededor de 2 por ciento en 2014.

Así, en lo que va del nuevo siglo (de Fox a EPN), la deuda por habitante se habrá incrementado la friolera de 600 por ciento (de 10 mil 200 pesos al iniciar el cambio foxista” a 50 mil 342 pesos al cierre del calderonato, y de allí a poco más de 72 mil pesos a estas alturas de EPN). Sin duda, un éxito rotundo de la reformitis y la rescatitis del siglo XXI, en medio de una economía que en ese periodo creció, por decirlo así, a una tasa anual promedio de 1.7 por ciento.

Destapado el más reciente plan de rescate derivado de otra reforma, de inmediato brincó a la palestra el coordinador de los diputados tricolores, Manlio Fabio Beltrones, para explicar que dejar con el pasivo laboral a Petróleos Mexicanos sería como amarrarle un brazo atrás y llevarlo a una pelea de box en desventaja. De cualquier suerte el otro brazo también lo tiene amarrado, porque la extinta paraestatal carga, independientemente de los pasivos citados, con una deuda cercana a 70 mil millones de dólares, que no es considerada en el rescate. Súmense unos 10 mil millones de billetes verdes por el débito de la CFE.

La brillante idea, pues, es la siguiente: para que Pemex sea más productivo, la decisión es hacer aún más improductivo al presupuesto federal, el cual, de por sí, está más que amarrado y comprometido (alrededor de 90 por ciento es inamovible, especialmente en lo que se refiere a nómina burocrática y servicio de la deuda pública). Entonces, se limpia la casa chica (que en realidad es enorme, porque Pemex aporta 40 centavos de cada peso presupuestal) y la factura simple y sencillamente se traslada a la casa grande. Y, para no ir más lejos, allí está el ejemplo del rescate que en 1997 el gobierno zedillista practicó en Ferrocarriles Nacionales de México para que el barón Germán Larrea se quedara con la ex paraestatal (la misma limpia le hicieron en Minera Cananea y Mexicana de Cobre). Pues bien, 17 años después el tiradero sigue a cargo del presupuesto federal.

Qué decir del circuito reforma-rescate de la banca otrora nacional. Entre 1991 y 1992 se reprivatizaron las instituciones crediticias; en 1993-1994 comenzó el tronadero de bancos (no antes de que los nuevos dueños se hincharan de billetes); en 1995 entra en acción el Fobaproa y comenzó el rescatadero, y en seguida la extranjerización del sistema financiero. Veinte por ciento del PIB de entonces se destinó a tan caritativo fin, y casi dos décadas después el saldo de los pasivos del IPAB (heredero del Fobaproa) se aproxima a 900 mil millones de pesos.

También el rescate carretero. Salinas reforma y privatiza; Zedillo rescata, limpia y pasa la factura a los mexicanos; Fox de nueva cuenta entrega las carreteras rescatadas por el erario a los mismos concesionarios que las reventaron, y Calderón no sólo mantiene las concesiones, sino que otorga más. Y el saldo actual del rescate carretero (17 años después) ronda los 160 mil millones de pesos, todos ellos, quiéranlo o no, a cargo de los habitantes de este país, quienes además deben pagar peaje. ¿Galimatías? No: modernidad.

Y allí están las aerolíneas, rescatadas por el erario en innumerables ocasiones, para que el gobierno en turno las regresara a las mismas manos privadas que la quebraron. Recuérdese el caso de Mexicana de Aviación: el Fobaproa la rescató, le inyectó una multimillonaria cantidad, la limpió de la A a la Z, transcurrió una década y se la regresó a Gastón Azcárraga, el mismo que la quebró (en 1994 y en 2010). Gracias a la PGR el señor vive feliz en Estados Unidos, mientras 8 mil 500 trabajadores permanecen en el suelo, sin empleo y sin liquidaciones. ¿Dónde quedó la línea aérea rescatada?

Las rebanadas del pastel

Y en medio de tanta abundancia, de nueva cuenta el Fondo Monetario Internacional recortó su estimación sobre el crecimiento económico mexicano en 2014, el cual, si bien va, no pasará de 2.4 por ciento. Así, de cumplirse, la tasa anual promedio en el primer bienio de EPN a duras penas llegaría 1.75 por ciento, la menor en casi tres décadas.

Twitter: @cafevega