Opinión
Ver día anteriorMiércoles 16 de julio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La era del deshielo
¿U

sted se subiría a un avión si le dijeran que existe un 15 por ciento de probabilidades de estallar en el aire? No conozco a una persona que haya contestado afirmativamente a esa pregunta.

Buena parte de los políticos de todo el mundo y algunos científicos y periodistas, según parece, sí abordarían una nave con ese porcentaje de riesgo. Estarían en su derecho de hacerlo, por supuesto, como lo está quien decide jugar a la ruleta rusa.

La probabilidad de morir volándose los sesos con la única bala cargada en un revólver es similar al de nuestra hipotética aeronave.

Pero ese grupo de notables no conforme con hacerlo de manera individual, ha decidido que subirnos a ese vehículo de riesgo es lo más conveniente para todos.

Ese vehículo de riesgo cuyas probabilidades de desastre aumentan día con día es el cambio climático.

Lo peor es que en materia de cambio climático ese porcentaje que pone en peligro a numerosas poblaciones de todo el planeta se incrementa día con día, según Blanca Emma Mendoza Ortega, investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien recientemente participó en una mesa sobre cambio climático organizada por los Centros Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología).

Ella y un equipo de trabajo realizaron tres modelos de predicción sobre las consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero: uno, considerando que no se tomara ninguna medida para disminuir esas emisiones; otro, considerando el que se tomaran medidas moderadas y otro más en el que se tomaran medidas extremas para reducirlas.

Si esto último ocurriera –el modelo de prospección más optimista– la temperatura en el año 2050 aumentará 2 grados centígrados.

Algunos despistados pueden afirmar que 2 grados no es mucho. Y tal vez no lo sea pero, sí eso ocurre en todo el mundo, significa que el planeta quedará completamente libre de hielo.

“La situación preocupa –según la investigadora–, porque ya tenemos el problema encima desde hace tiempo y cuando hablan de implementar políticas para contrarrestarlo, no sé si vaya a dar tiempo de lograrlo en los 36 años que faltan para el 2050”.

En esa mesa llevada a cabo en La Paz, Baja California, también participaron los especialistas Amparo Martínez Arroyo, directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc), Salvador E. Lluch Cota, del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y Antonina Ivanova Boncheva, quien participara en el cuarto Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático 2007 (IPCC/ONU), que fuera galardonado con el Premio Nobel de La Paz ese año.

Para esta última los daños son irreversibles en materia de cambio climático pero se puede evitar que sean mayores y además asegura que, querámoslo o no, tendremos que aprender a adaptarnos a ellos.

Las sequías y precipitaciones aumentarán en los próximos años por los gases de efecto invernadero y se prevé que a consecuencia de ello disminuya la producción de maíz, trigo y arroz entre 5 y 9 por ciento.

Se prevé además que algunas playas se inunden en unos 20 o 30 años por la elevación del nivel del mar, se incremente el número e intensidad de los huracanes, la migración de especies terrestres y marinas se acelere y la acidez del mar sea mayor.

Para la directora del Inecc, Amparo Martínez Arroyo, México resulta más vulnerable que otros países en materia de cambio climático al estar situado entre dos sistemas oceánicos. El problema es que ya teníamos una crisis muy severa con una cantidad de recursos deteriorados y mal utilizados, y por eso debemos trabajar para mejorar la condiciones existentes y atacar los puntos más vulnerables porque estamos haciendo una construcción social del desastre.

Como se ve, el futuro no resulta halagüeño. Ignorar los problemas no los resuelve. Las políticas públicas sólo tendrán sentido en general y particularmente en materia de cambio climático, si son estructuradas con especialistas en la materia. Si no lo hacemos seguiremos abordando ese avión cuyo aterrizaje cada día será menos probable en la era del deshielo.