Alemania y Messi, favoritos
ace varios mundiales, las semifinales Brasil-Alemania y Argentina-Holanda hubieran representado garantía de futbol ofensivo, de goles, de alegría para los aficionados. Pensar en esos duelos provocaría en el fanático esas ansias irrefrenables que se sienten antes de que suene el silbatazo inicial.
Ahora sí existe emoción... pero no tanta, no como debería surgir de esas combinaciones entre cuatro potencias del planeta Futbol que, se puede decir, ya no son lo que eran.
Para el duelo del martes, Alemania luce como favorita para imponerse a un Scratch que perdió por artera entrada a su gran figura y ahora finca sus esperanzas en un jugador con nombre de comic, pero el cuerpo de Hulk parece más de recio defensa central o un fortachón de gimnasio que el de un artista del balón.
Neymar fue un náufrago que resolvió los problemas de un equipo mezquino, enfocado más en defender que en atacar, algo inverosímil del país donde surgieron Pelé y Garrincha.
Después del sargento Dunga y su Brasil mecanizado, Scolari basa su fuerza en la defensa central (Thiago Silva les hará mucha falta) y en la media de contención, y para acabarla se quedó sin el jugador capaz de hacer magia.
Alemania presume grandes figuras en cada línea, encabezadas por el talentoso Mesut Özil. Pero más allá de los nombres, su fuerza radica en el conjunto, además de la experiencia que les faltó hace cuatro años en Sudáfrica.
Holanda no es la añorada Naranja Mecánica (bueno, sólo por el uniforme), pero sus referentes Arjen Robben, Robin van Persie y Wesley Sneijder tienen calidad para repartir. A Robben, el villano favorito, todos lo traen entre ojos, pero ante los ticos su habilidad y velocidad fueron determinantes.
El problema es saber qué Holanda jugará ante Argentina: la que apabulló a España y dominó totalmente a Costa Rica o la que le ganó a la mala al Tri.
Hablar de Argentina es hablar de Lionel Messi. No tendrán a Ángel di Maria, pero Leo ha mostrado en esta Copa ser el único capaz de emular a Diego Armando Maradona en México 1986: llevar casi en solitario a su equipo al título mundial.
