Opinión
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Foro de la cineteca

Manto acuífero

M

anto acuífero, del cineasta australiano afincado en México Michael Rowe, es la segunda entrega de una trilogía sobre la soledad que inició con la estupenda cinta Año bisiesto (2010) y habrá de concluir con un relato centrado en la vejez de su protagonista masculino. Cabe imaginar que aun cuando el tema de la soledad y la ambientación en espacios cerrados apunten a una constante en la obra del director, en cada película el espectador tendrá nuevas sorpresas.

Quien busque encontrar en Manto acuífero la prolongación de aquella atmósfera de pesado encierro de Año bisiesto, donde una mujer solitaria ma- terializaba sus fantasías eróticas combinando sadismo y sometimiento voluntario, encontrará en cambio la experiencia de una niña de ocho años refugiándose fantasiosamente en un exuberante jardín doméstico poblado de insectos y aves de corral. La niña Caro (notable Zailí Sofía) encuentra refugio primero en ese jardín, luego en un pozo vacío cuyo acceso le está prohibido, para alejarse de la compañía de personas adultas cuyo comportamiento y lenguaje le resultan algo crecientemente hostil y en todo momento incomprensible.

Basada en un relato del escritor australiano Tim Winton (The Turning, 2005), Manto acuífero explora una situación de desajuste familiar desde el punto de vista de la protagonista infantil. Caro debe soportar la separación de sus padres y la imposición de un padrastro emocionalmente inestable que transita fácilmente de un primer ánimo conciliatorio a súbitos arrebatos tiránicos. El cuadro lo completa, según las convenciones del melodrama familiar, una madre sumisa e insegura que no vacila en distanciarse de la hija para complacer en todo al patriarca en turno. Ante este patético panorama la niña elige el silencio y una suerte de exilio interior donde lentamente recupera y atesora, a lado de sus insectos, la presencia virtual de su padre entomólogo.

El cierre próximo de la trilogía promete una faceta novedosa de este estudio de la soledad y la construcción de mundos interiores, con la experiencia límite de un anciano. Por lo pronto, este segmento intermedio se ciñe demasiado a las rutinas de un drama de la disfunción familiar, y sus metáforas forzadas sobre el mundo animal y el comportamiento humano, sus cabos sueltos presentados como enigmas, y un desenlace corregido y suavizado en la edición final, no le hacen justicia al propósito artístico de una empresa sin duda más ambiciosa.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Domingo: 16 y 21 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1