Hong Kong, 1º de julio.

Más de 500 mil personas salieron hoy a las calles de Hong Kong para exigir más democracia, en la que fue considerada la mayor manifestación desde que el territorio fue devuelto por Gran Bretaña a China, en 1997.

El parque Victoria, punto de salida de la marcha –que si dirigió hacia el distrito comercial, rodeado por rascacielos–, era un mar de paraguas y carteles que exhibían consignas como queremos una verdadera democracia y resistimos unidos contra China.

Más de 500 mil personas participaron en la movilización, desafiando la lluvia y el viento, afirmó Johnson Yeung, uno de los organizadores, quienes habían pronosticado una participación sin precedente debido a la creciente resistencia de los 7.2 millones de habitantes de este territorio del sur de China a las autoridades comunistas de Pekín.

Varios manifestantes entonaban la versión cantonesa de ¿Oyes al pueblo cantar?, tema de la comedia musical Los miserables, inspirada de la obra de Víctor Hugo.

La policía estimó que 92 mil personas participaron en la protesta, pero sin contar a las que se sumaron a la multitud a la mitad del camino.

Por la noche se informó que las fuerzas de seguridad dispersaron a los manifestantes.

El desfile tuvo lugar poco después de un referendo sobre la instauración del sufragio universal directo, en el cual participaron casi 800 mil votantes, cuando los organizadores esperaban únicamente 300 mil. Esa consulta encolerizó a Pekín, que calificó de ilegal y nula.

Todos los años, el primero de julio, aniversario de la restitución de Hong Kong a China en 1997, miles de habitantes salen a la calle para manifestar su apego a los valores democráticos.

Desde entonces tiene el estatuto de región administrativa especial y goza en principio de amplia autonomía, en virtud del modelo un país, dos sistemas.

En meses recientes se reportarron varios ataques contra periodistas y los medios de comunicación pro democráticos han denunciado ciberataques masivos.

La preocupación aumentó en junio, cuando Pekín publicó un libro blanco sobre el futuro de Hong Kong, que fue interpretado como advertencia para que no se excedan ciertos límites.