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Organiza la UNAM un homenaje nacional por los 75 años del natalicio del escritor

Una legión de jóvenes universitarios y lectores celebra a José Emilio Pacheco

Abarrotan la Miguel Covarrubias y las salas de cine del Centro Cultural Universitario

El acto fue transmitido de manera simultánea por radio y televisión

Se suman 21 universidades en el país

Foto
José Narro Robles, rector de la UNAM, Cristina Pacheco, viuda de José Emilio Pacheco, Laura Emilia Pacheco, hija del poeta homenajeado, y Rafael Tovar y de Teresa, titular del Conaculta, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural UniversitarioFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de julio de 2014, p. a11

Los incondicionales lectores de José Emilio Pacheco (1939-2014), la mayoría jóvenes universitarios, abarrotaron la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (CCU) el pasado lunes para celebrar los 75 años del nacimiento del poeta.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con otras instituciones, organizó el homenaje que devino una reunión de amigos. Es la expresión que más le gustaría a José Emilio, afirmó Cristina Pacheco, su compañera por casi 53 años.

Tuvieron que abrirse las salas de cine del CCU para dar cabida al público que acudió a celebrar a su poeta, decían. El encuentro se transmitió de manera simultánea por la radio y televisora de la UNAM, así como por Radio UAM.

Al reconocimiento se sumaron 21 universidades en el país, las cuales prepararon diversas actividades y a las 18 horas en punto iniciaron también con la proyección de un video sobre Pacheco, producido por la máxima casa de estudios.

Siempre viajo en el Metro

Los lectores celebraron el humor del poeta, al escucharlo y verlo narrar la anécdota de su encuentro con un antiguo amigo de la universidad, justo el día en el que José Emilio Pacheco se sentía abrumado por haber aparecido en casi todos los diarios que daban el anuncio de uno de sus importantes premios literarios.

El amigo en cuestión, un ilustre abogado que no conocía su trayectoria, le preguntó: ¿y qué has hecho de tu vida? Luego, le ofreció una relumbrante tarjeta de presentación con la dirección de su despacho en Los Ángeles y, para acabar de confirmar que su amigo Pacheco era, quizá, un pobre diablo –como ironizó el propio escritor–, le preguntó: ¿dónde dejaste tu coche? El poeta le respondió: no tengo, siempre viajo en Metro.

Las carcajadas trajeron a la memoria esa forma sencilla de ser del autor que humanizó a la poesía, nos la puso en las manos, la platicó para que pudiéramos traerla en los labios y decirla en la calle, en el aula, en la manifestación, en Chapultepec, dijo la escritora Elena Poniatowska. (La versión completa del texto que la también periodista leyó en el homenaje nacional a Pacheco se publicó ayer en estas páginas).

Hugo Verani comentó los primeros poemarios de José Emilio, en los cuales se revela tanto un sentimiento de desamparo vital como el asombro de vivir. Julio Ortega compartió una carta que Pacheco le envió en 1973 para invitarlo a ser su editor, y Darío Jaramillo habló del ser humano bueno y generoso, autor de una obra rodeada de un pesimismo irremediable, una conciencia de la destrucción. Otra constante en José Emilio es su crítica de los poderes, su permanente e insoslayable enfrentamiento con la violencia del poderoso.

Rafael Olea Franco habló del género literario que creó Pacheco: los Inventarios, con los que enseñó y deleitó durante décadas a sus lectores, mientras que José Luis Martínez señaló que sería buena idea recuperar en un libro los guiones que el poeta escribió para el noticiario Cine Verdad que producía Manuel Barbachano.

Eduardo Lizalde y Luis García Montero leyeron algunos poemas de su colega y amigo, para dar paso a la interpretación de tres piezas de Bach a cargo del violonchelista Carlos Prieto.

Al término del acto, Cristina Pacheco explicó que, respecto de la reunión en un libro de los Inventarios que su esposo publicó durante años en la revista Proceso, así como a la publicación de otros textos inéditos, se trata de un trabajo muy extenso, pero no quiero tomar ninguna decisión tan rápido. No es fácil lo que ha pasado, me va a costar mucho trabajo reponerme, lo estoy haciendo lentamente, pero no quiero forzar nada en el sentido de que esté negando mis sentimientos. No puedo hacerlo, el vacío por su ausencia es terrible.

La colaboradora de La Jornada comentó que la vida que compartió con José Emilio fue maravillosa, encantadora, divertidísima. Lo que más disfruté fue la conversación, la unión que teníamos, el estímulo que era para mí el simple hecho de oírlo, de verlo. Lo compartíamos todo, pero en especial, nuestro trabajo. Era y sigue siendo mi gran amigo.