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Abrirá muestra en el Museo Casa Diego Rivera de Guanajuato

Ser escultor equivale a convertirse en maratonista: Jesús Mayagoitia

Como va México, no dejaremos el subdesarrollo cultural, opina

La educación está muy mal y la cobertura en el nivel medio superior no crece

 
Periódico La Jornada
Martes 1º de julio de 2014, p. a13

Ser escultor en México equivale a convertirse en un atleta maratonista, considera el maestro Jesús Mayagoitia (DF, 1948), pues se trata de la disciplina artística más pesada.

Explica que la dificultad inicia desde la elaboración de una obra, ya que no es fácil hallar libros para investigar. En las librerías se encuentra uno de escultura, por 20 de pintura. Luego, se batalla con los costos de producción, almacenaje y transporte de piezas; después, con la colocación de la obra en galerías y conseguir un taller para trabajar. Aun así, es una gran pasión.

El también catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) inaugura el jueves 3 su exposición Puertas, en el Museo Casa Diego Rivera de la ciudad de Guanajuato.

En entrevista con La Jornada, Mayagoitia recuerda que se inició con el pie derecho en la escultura, la que ha sido su profesión por casi cuatro décadas.

Cuando todavía era estudiante en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la UNAM, en 1977, obtuvo el primer premio de escultura en la edición 12 del Concurso Nacional para Estudiantes de Artes Plásticas, convocado en Aguascalientes; después vinieron el galardón de adquisición en la primera Trienal Nacional de Escultura en 1979 y en 1987 ganó el codiciado Grand Prize Henry Moore, del Museo Utsukushi-ga-hara de Japón.

Hace un año, su escultura de acero pintado Chalchiuhtlicue fue emplazada de manera permanente en la Plaza Latinoamericana de Canberra, Australia, para celebrar las relaciones diplomáticas de ese país con México.

Aunque, como explica, ha tenido que realizar otras actividades para sobrevivir y su obra se ha desarrollado de manera intermitente, sin continuidad lineal, Mayagoitia habla con emoción de la escultura.

“No fue una elección, fue un encuentro, su sabor me sedujo. Quería ser diseñador gráfico y tuve la fortuna de conocer a Ernesto Lefer, un gran maestro en esa área; él me dijo: ‘si quieres ser un buen diseñador gráfico, debes manejar la geometría en tres dimensiones’, y cuando lo hice, descubrí que me encanta”.

Por impulsar el arte público

Mayagoitia dice que cuando acudió a Japón a recoger su galardón lo impresionó el gran movimiento artístico y escultórico de Tokio, ciudad que cuenta con 300 gale-rías, con exposiciones que duran una semana, los artistas pagan el equivalente a mil dólares por exponer, que habla de una solvencia. Además, existen estímulos y apoyos para que todo movimiento artístico florezca.

–En México no pasa esto y no existe un movimiento escultórico tan vasto, ¿por qué considera que sucede eso?

–Hay falta de información. Seguimos siendo un país subdesarrollado y el problema es que, como vamos, no dejaremos de serlo. No hay una política cultural a largo plazo, sólo se atiende lo inmediato. Pareciera que no hay deseo de que el país deje el subdesarrollo cultural.

Foto

La educación en México está muy mal. Es inconcebible que a estas alturas del siglo XXI tengamos 7 millones de analfabetas y la gran mayoría de las personas que saben leer, no lo hacen. La cobertura para educación media superior no crece, aunque ha aumentado extraordinariamente la población. Quienes nos dedicamos al arte y a la cultura sobrevivimos porque somos tenaces, no tanto porque seamos producto del sistema o porque éste nos haya apoyado.

Respecto del arte público, el escultor afirma que no existe rigor, ni en la ciudad de México ni en el resto del país, a la hora de elegir proyectos, y cuando el arte público es de mala calidad se desvirtúa la idea y se desorienta a las personas que no saben de qué se trata. Impulsar buenas propuestas tendría que ser una iniciativa de las instituciones culturales, pero ahí los presupuestos son bajos.

En Guanajuato, Mayagoitia exhibirá 12 esculturas en acero, blancas, “son arcos que representan, para mí, la transición entre la arquitectura y la escultura, así como la transición de un espacio a otro. Son piezas extraordinariamente complejas, diferentes a lo que había hecho. Cada vez me planteo desafíos mayores sin importar los problemas técnicos.

Todas mis obras son complicadas de realizar, pues son escalones hacia otros niveles de complejidad, que cuando domino, dejan de interesarme. Cuando me enfrento a un problema con una escultura, por supuesto que tengo insomnio, gastritis, todo eso, pero siempre lo sigo intentando, que por mí no quede.

Las piezas de la muestra resaltan las formas de manera más natural y limpia. No siento que necesiten color. Cada escultura, formalmente, ya está diciendo lo que debe decir, no quiero engañar, disfrazar o enmascararlas con el color. El blanco es de una pureza y elegancia que no se necesita más.

Como docente en la Facultad de Artes y Diseño (antes llamada ENAP), Jesús Mayagoitia ha impartido clases de geometría, diseño gráfico, escultura urbana y escultura en metales, sobre todo, al compartir su experiencia con los alumnos, su objetivo principal es que vean el quehacer escultórico con claridad, no hay cartas abajo de las mangas con ellos, sirvo la mesa y les digo cómo está la cosa: que la vida es una aventura y, en el arte, uno debe estar explorando nuevos horizontes, sobre todo, por el gusto al desafío, pero también que todo es por vocación. Lo difícil no está en lo que uno elige, sino en hacer cosas para las que no somos aptos. Pero si nos dicen que hay cosas difíciles de hacer y no hay vocación, es un desastre. Esta es nuestra brújula.

(La exposición Puertas terminará el 14 de septiembre.)