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Se pasó de emoción, dijo Tom Morris, quien dirigía el Mesías de Handel

Científico expulsado de un concierto por surfear sobre los asistentes

David R. Glowacki tomó muy a pecho la invitación del director, durante los Proms de Bristol, para responder físicamente

Fui arrastrado a la salida por dos milicianos de la música clásica, señala

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El violinista Daniel Hope, con su Stradivarius electrificado, a su vez electrificó literalmente al público del Festival Prom de Bristol el año pasado. Allí interpretó Vivaldi The Four Seasons Recomposed, partitura del compositor alemán Max Richter, quien se presentó en escena con un sintetizador Mood y ataviado con tenis Converse y traje negro sin corbata. En esta ocasión Hope presentará, para la edición que acaba de iniciar, un recorrido por la magia de la música del periodo barrocoFoto tomada de la página web del Bristol Proms
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de junio de 2014, p. a10

Londres, 24 de junio.

Cuando Tom Morris lanzó los Proms de Bristol, invitó al público a participar con entusiasmo en un festival que podría destruir las estiradas convenciones de los conciertos tradicionales de música clásica.

Pero ahora el director de la exitosa obra teatral War Horse se ha visto obligado a aceptar una prohibición de “surfear sobre el público”, luego que un destacado científico tomó demasiado literalmente la invitación a responder físicamente al Mesías de Handel.

Bryn Terfel, la violinista Lisa Batiashvili y Will Gregory, del dueto Goldfrapp de música electrónica, están entre los artistas que se presentarán más adelante este verano en el teatro Old Vic de Bristol, donde Morris, el director artístico, ha creado una alternativa accesible e informal a los Proms de la BBC.

Antes de una ejecución del Mesías, Morris, quien dirigió War Horse en el Teatro Nacional de Londres, invitó al público a llevar cerveza a un pozo roquero ubicado frente al escenario, donde los asistentes escuchan de pie, y recitó las reglas de los Proms de Bristol: Aplaudan o griten cuando quieran, y no callen a otros.

Entre los del pozo estaba el doctor David R. Glowacki, miembro de la Real Sociedad de Investigación y científico visitante en la Universidad de Stanford, experto en dinámica de la reacción molecular no equilibrada.

Según testigos, el doctor Glowacki respondió al crescendo del coro del Aleluya balanceándose de un lado a otro, levantando los brazos, gritando e intentando una ambiciosa maniobra de surf sobre el público.

Otros asistentes, para quienes el doctor Glowacki fue una distracción, tomaron el asunto en sus manos y lo sacaron físicamente de la arena.

Se pasó de emoción, dijo Morris. Fue la primera expulsión de un asistente a un concierto clásico por otro asistente que hemos encontrado del siglo XVIII a la fecha.

Algunos asistentes han demandado al director que deje en claro las normas de etiqueta para conciertos futuros.

Aunque Morris es renuente a reintroducir códigos de conducta que en su concepto han estirado mucho los conciertos de música clásica, acepta que no se puede tolerar el surfeo sobre el público.

“Los Proms de Bristol contribuyen a un innovador modo de pensar que abrirá el camino a una nueva forma de concierto clásico. Pero al permitir al público responder en la forma que se le antoje, también le permitimos autorregularse, como hemos descubierto”.

En cambio, el doctor Glowacki cree que Morris no ha demostrado el valor de sus convicciones. “La música clásica, que intenta parecer cool y menos estirada, despide un tufillo como de una especie fosilizada de arte que atraviesa por una crisis de edad madura”, afirmó el conferencista.

“Observen lo que me ocurrió cuando comencé a aplaudir con un coro de 30 personas que gritaban ‘alabado sea Dios’ a dos metros de mi cara: fui asaltado físicamente, tirado al suelo y arrastrado a la salida por dos milicianos de la música clásica.

Ni el público burgués ni sus curadores (por ejemplo Tom Morris) creen en verdad en lo que dicen. Uno puede portarse como quiera, y es confortante saber que se tiene esa libertad, pero sólo está al alcance mientras uno se porte correctamente, añadió.

El científico negó que haya estado bebido. Tal vez es consecuencia de que soy estadunidense, pero me es fácil ser provocativo sin necesidad de estar ebrio.

Morris dijo que Glowacki no será vetado y que espera que vuelva. David investigaba cuál es la naturaleza de nuestras reglas, aprovechando las capacidades que hacen de él un científico extraordinario y, para algunos del público, ligeramente irritante.

Morris, hermano del escritor y cineasta satírico Chris Morris, espera que no estalle la violencia el próximo mes, durante la función de 4’33, la polémica sinfonía silenciosa de John Cage. La pianista china Ji Liu interpretará una obra que requiere que los músicos no toquen sus instrumentos durante el tiempo aludido en el título.

“‘No tengo idea de lo que ocurrirá”, reconoció Morris. Cuatro minutos y 33 segundos es un tiempo lo bastante largo para que ocurran cosas inesperadas y para que el público reflexione y reaccione a ellas.

Los Proms de Bristol, ahora en su segundo año, continuarán desafiando la atmósfera elitista y hostil que rodea a la música clásica, afirmó Max Hole, director de Universal Music International, socia de Morris en la organización del evento.

Hole causó controversia cuando dijo a la Asociación de Orquestas Británicas que los músicos tenían que cambiar su modo de vestir, emocionarse más al tocar y animar al público a aplaudir cuando lo desee, para así atraer más aficionados.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya