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Robos, vejaciones y golpizas de la policía; a veces es mejor que te agarren los delicuentes

El sur de Veracruz, triángulo de las Bermudas para los migrantes

Dos asaltos a indocumentados en la región este año

Aumenta flujo de centroamericanos

Amenazas de maras contra albergue en Chiapas

Foto
Migrantes centroamericanos llegan a Ciudad Ixtepec, Oaxaca, luego de viajar en el tren conocido como La Bestia, en 2010Foto Jorge A. Pérez Alfonso
Corresponsales
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de junio de 2014, p. 39

Los municipios de Coatzacoalcos, Tierra Blanca y Las Choapas, en el sur de Veracruz, son considerados el triángulo de las Bermudas por migrantes centroamericanos que viajan hacia Estados Unidos. En esa región han ocurrido dos ataques mortales a indocumentados este año.

El pasado fin de semana seis hombres armados asaltaron el tren en el municipio de San Juan Evangelista y cobraron entre 100 y 200 dólares a los centroamericanos. Quienes no pudieron pagar fueron arrojados o baleados. El saldo fue de un muerto y dos heridos.

Los lesionados, José Israel Bernaldes Velásquez y Álvaro José Ordóñez, originarios de las localidades hondureñas de Tegucigalpa y Choluteca, indicaron que como no traían dinero se lanzaron del tren y los asaltantes les dispararon.

Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano, recordó que esa organización solicitó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos medidas cautelares en la ruta migratoria, pero no ha obtenido respuesta.

El 27 de marzo dos migrantes perecieron cuando un comando asaltó un tren en el kilómetro 34 + 300 que conduce a Minatitlán.

La procuraduría del estado dijo que los hondureños Jorge N y David Miranda Rodríguez, este último de 17 años, fueron arrojados del ferrocarril por negarse a pagar 100 dólares y perecieron.

El 26 de noviembre de 2013, otro ataque contra migrantes en el sur de Veracruz dejó tres muertos. Gilberto Ramos Pérez, de 34 años de edad y originario de Tabasco, quien también iba a bordo de La Bestia, reportó que cuatro personas, dos con armas cortas y dos con machetes, intentaron asaltarlos, pero al no conseguirlo arrojaron a varios a las vías y él perdió el pie derecho.

En Chiapas, el número de migrantes que pasan rumbo a Estados Unidos se ha incrementado en meses recientes, al igual que las agresiones en su contra, sobre todo en La Arrocera, municipio de Huixtla.

Estamos preocupados por el aumento de migrantes, pero sobre todo de mujeres con niños, dijo Carlos Bartolo Solís, director de la Casa del Migrante Hogar de la Misericordia, en Arriaga, en la zona Istmo-Costa del estado, donde hay una estación ferroviaria.

Hay transportistas que al parecer tienen una red de enganchadores de migrantes. Los bajan antes de las casetas migratorias y avisan a los delincuentes vía telefónica para que los asalten, sobre todo en La Arrocera, que ha vuelto a ser una pesadilla para los centroamericanos, aseveró Solís.

En el albergue “hemos tenido constantes infiltraciones de extorsionadores. Los maras han estado viniendo para exigir cuotas de 100 dólares. Hoy sacamos a uno y nos amenazó. No tenemos seguridad”.

Los desnudan para buscar dinero, acusan

Claudio Bañuelos Corresponsal

Aguascalientes, Ags., 17 de junio.

A veces es mejor que te agarren delincuentes que la policía, porque el delincuente lo asalta a uno, pero si no le halla dinero en la bolsa lo deja, mientras el policía nos detiene y nos quita hasta la ropa interior para ver si traemos dinero escondido, afirmó Renán, indocumentado hondureño que pretende llegar a Estados Unidos.

Renán se refugió tres días en la casa del migrante Camino a la Vida, dirigida por Xicoténcatl Cardona, aguascalentense que vivió casi 30 años en California y regresó para crear la organización no gubernamental Asociación de Migrantes Organizados.

Cardona fundó posteriormente la casa del migrante para ayudar a quienes, como él en su momento, enfrentan vejaciones, humillaciones y el riesgo de ser asaltados y asesinados por pandilleros, miembros del crimen organizado o policías.

Renán, de 32 años de edad, intenta llegar a Estados Unidos por quinta vez en cuatro años. Los policías de Veracruz y de Tamaulipas son los más agresivos y los que más abusan de nosotros. Nos desnudan y nos revisan todo el cuerpo, y si no encuentran dinero nos golpean y nos dejan bien fregados, afirma.

Junto con Renán viaja su esposa Mariana, de 24 años. Ambos dejaron a sus tres hijos en su natal Honduras donde, aseguraron, no tenían oportunidad alguna de trabajo. En la casa del migrante Camino a la Vida, ubicada en la colonia Gremial de esta capital, frente a las vías del tren, reciben hospedaje y alimentos.

Mariana relató: Veníamos en el tren y subieron unas personas. A algunos de mis compañeros los golpearon; a mí me desnudaron, me manosearon y me ordenaron que me tirara del tren o que ellos iba a hacerlo. Finalmente Mariana salvó la vida: entregó todas sus pertenencias y ella y Renán llegaron descalzos a la casa del migrante.

Domingo, de 19 años, contó: Mi madre es sola, mi padre no está con nosotros y yo soy el mayor de mis hermanos. Somos cuatro. Decidí salirme para ayudarla, pero el camino ha sido muy difícil.

Regresar no es opción

Otro de los hondureños recordó: “En Majahua, Tierra Blanca, y Orizaba, Veracruz, la Mara (Salvatrucha, pandilla de origen salvadoreño) nos cobra 100 dólares a cada uno. Si uno no paga, se les hace fácil darte un tiro en la cabeza.

Cuando llegamos a Orizaba se subieron cuatro personas que dijeron que eran de El Salvador. A una mujer la violaron y en un túnel muy grande y oscuro tiraron a un joven a las vías del tren.

Martín, de 21 años, intervino: “Pedimos ayuda para un taco y luego llega un policía y nos quita lo que tenemos. Si uno dice: ‘te voy a denunciar’, nos responden: ‘Si me denuncias te mato”.

Recordó que en Tamaulipas “los zetas agarraron a un muchacho, le pidieron 3 mil 500 dólares y llamaron a su familia en Estados Unidos, pero como su familia no tenía ese dinero lo pusieron sobre la vía y el tren le cortó la cabeza”.

Cardona comentó: Les he ofrecido a muchos de ellos (los migrantes) conseguir dinero para pagarles el regreso a su país, pero no quieren. Su misión es muy clara: llegar a Estados Unidos a costa de todos los sufrimientos que pasan, aunque muchos no llegan completos o simplemente no llegan.