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La Premio Cervantes Elena Poniatowska y El Fisgón participaron en la ceremonia

El Estanquillo recordó a tres grandes: García Márquez, Monsiváis y Pacheco

Desde hace cuatro años se homenajea al cronista; esta vez se extendió a los otros autores recién fallecidos

La Cineteca proyectó filmes relacionados con los escritores en su honor

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El homenaje consistió en un largo programa que llevó por nombre Tres esencias viajerasFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de junio de 2014, p. a13

El recuerdo de tres grandes: Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Gabriel García Márquez en el homenaje Tres esencias viajeras, que se ofreció este sábado en el Museo del Estanquillo.

Es el homenaje que se realiza cada año en ese recinto, que alberga las colecciones de Monsiváis, para recordar su aniversario luctuoso. El escritor y cronista falleció el 19 de junio de 2010, pero en esta ocasión quisimos extenderlo a Pacheco y García Márquez, dijo Enoc de Santiago, director del museo, al inaugurar el programa que inició poco después de las 11 de la mañana con la ceremonia en la que participaron el titular de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, Eduardo Vázquez Martín; el director general de publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta, Ricardo Cayuela; el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, y Beatriz Sánchez Monsiváis, sobrina del escritor y secretaria de la Asociación Cultural del Estanquillo.

Que todo este día sea para disfrutar a Carlos y verlo a través de sus colecciones, dijo Beatriz Sánchez.

Este año, la conmemoración se extendió a la Cineteca Nacional, donde se proyectaron tres películas: En este pueblo no hay ladrones, basado en un cuento de García Márquez, con la actuación de Carlos Monsiváis; El castillo de la pureza, con guión de José Emilio Pacheco (quien falleció el 26 de enero de este año), y Presagio, cuyo guion fue escrito por el Nobel de literatura colombiano, fallecido el pasado 17 de abril.

Al respecto, Alejandro Pelayo destacó que si se quisiera hacer un ciclo de cine con lo que le gustaba a Monsiváis nos pasaríamos unos 10 años programando todos los días. Las cintas que se eligieron sirvieron para mostrar un poco de esa gran conexión entre estos intelectuales en la década de los 60, añadió el funcionario.

Ricardo Cayuela, a su vez, destacó al Museo del Estanquillo como ejemplo de cómo deben funcionar las instituciones en el país por la coordinación entre el Conaculta y la Secretaría de Cultura capitalina. El recinto, añadió, muestra “los intereses múltiples y variados de Monsiváis. Decir que era coleccionista es muy poco, porque en realidad fue un intelectual y llevó esa inteligencia a la forma que fue construyendo sus acervos.

“Llevamos cuatro años lamentando su muerte, pero cada tres meses podemos proponer una nueva exposición. Éstas nacen de esa colección que simplemente se enriquece con otras piezas. La sabiduría de Rafael Barajas El Fisgón es clave y es un museo al que uno quiere regresar. No acabaremos en muchos años de valorar la aportación de Monsiváis a nuestra cultura, la forma en la que se rió de nuestro sistema político, su humor y su capacidad para mezclar la cultura popular con la alta cultura”.

Entre sus aportaciones, dijo, está la vindicación de la crónica como género literario mayor, sin olvidar lo que hizo en favor de la democracia. Es un grande de nuestra cultura, aunque, destacó, no se ha hecho un trabajo justo de recopilación de su obra escrita, tanto lo que publicó con seudónimo como lo que publicó con su nombre. Carlos Monsiváis era popular porque le interesaba la gente y la defendió, era un amor justo y correspondido.

El secretario de cultura del Distrito Federal recordó a su vez esas reuniones a las que asistían, encabezadas por Monsiváis y El Fisgón, monero de este diario, investigador, y colaborador de El Estanquillo. “Nos quedábamos callados escuchando el diálogo entre El Fisgón y Monsiváis; era una clase magistral”, o cuando escuchaban al cronista en alguno de sus cursos e “iba contando un infinito mundo de anécdotas, hombre de erudición dicha con un coloquialismo de café de sobremesa, sin protocolos ni oropel, de conocimiento infinito.

El Museo del Estanquillo es ejemplar; es decir, uno recorre los museos y los proyectos museísticos que a veces se hacen desde el estado cada vez más costosos, pomposos, faraónicos, y a veces no le entra la duda de si la cultura es realmente ese gasto y poder, y entonces se encuentra con un museo en un edificio extraordinario, hecho de reliquias, con una enorme modestia, no se ven gastos onerosos, grandes vestíbulos, cientos de pantallas; es la obra pura de una curiosidad extraordinaria. Aquel diálogo que nos dejaba callados entre Monsiváis y Barajas sigue vivo en este museo; este diálogo no terminó con la partida de Carlos, se mantiene y nos vuelve a invitar a recorrerlo.

Tras los discursos, se realizó un maratón de lectura y dos talleres, uno de cuento urbano y otro de creación de personajes, además de un pequeño concierto, el videopoema Homenaje a José Emilio Pacheco, otra lectura interdisciplinaria de la obra de los tres escritores y, finalmente, la presentación del libro La princesa Selenita, con Elena Poniatowska, Premio Cervantes, y El Fisgón.