Cultura
Ver día anteriorViernes 13 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Reportaje /Institución educativa de vanguardia

Disminuyó la deserción y aumentó la titulación en la ESM

Escuela de música, punta de una estructura nacional

Un músico se necesita en cualquier parte, señala su director

Mil 637 niños y jóvenes acudieron al plantel en este ciclo escolar

Aunque la Escuela Nacional de Música del INBA ha crecido, no está saturada, pues cuenta con dos planteles: en el Cenart y en Coyoacán. Sin embargo, necesita más espacios para la realización de conciertos

Foto
Aspectos de la enseñanza individualizada en las aulas de la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas ArtesFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 13 de junio de 2014, p. 6

La matrícula de la Escuela Superior de Música (ESM) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ha crecido los recientes ocho años un envidiable 25 por ciento, como resultado de una adecuación de su proceso de admisión y de la apertura de nuevas licenciaturas.

La plantilla docente también se ha incrementado: en 2007 había 130 maestros, ahora son 162. Si se toma en cuenta que la ESM se creó en 1956 como una opción de enseñanza para trabajadores, con horario nocturno, casi como un pequeño apéndice del Conservatorio Nacional de Música, su evolución ha sido extraordinaria.

Cuenta con instalaciones en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), diseñadas por Teodoro González de León, que ya las quisiera la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, que está al lado: cero goteras y mucha luz natural por doquier, incluidos los salones donde se imparten clases individualizadas.

El 32 por ciento de los estudiantes proviene del interior de la República y también hay algunos chicos del extranjero.

En 2007, sólo se aplicaba el examen de admisión a poco más de 600 alumnos, los que habían tenido la suerte de conseguir una ficha gracias a que se formaban desde la madrugada, colmando los jardines del Cenart. Muchos talentos se quedaban sin ser escuchados en las audiciones.

Ese mecanismo cambió en 2010. La escuela decidió que primero se escucharía a todos los solicitantes, para dar oportunidad de presentar el examen a los que tuviera aptitudes reales para la música, y no al que sólo contara con la suerte de haberse despertado temprano el día de entrega de folios.

Los números cambiaron drásticamente a partir de ese momento. En 2010 se acercaron mil 238 aspirantes, de los cuales, los profesores eligieron a 712 para examinarlos de manera más amplia. En esa generación ingresaron 180, es decir, 25.28 por ciento.

Exámenes rudos

El año pasado, de mil 200 que llegaron, destacaron 477 en las audiciones preliminares e ingresaron 193, un porcentaje nada despreciable (40.46), sobre todo si se toma en cuenta que se logra que entre los rechazados queden pocos muchachos con cualidades extraordinarias para la música.

Oboe, clarinete, fagot, flauta, trombón, tuba, corno francés, trompeta, arpa, guitarra clásica, piano, percusiones, violín, viola, contrabajo, violonchelo, órgano, clavecín, flautas de pico y traversa barroca, bajo continuo, saxofón, canto y composición, son algunas de las licenciaturas que ofrece la ENM.

En este ciclo escolar, acudieron al plantel mil 617 niños y jóvenes con ganas de estudiar música de manera profesional. Es la cifra más alta en la historia de la escuela. En enero y mayo fueron las audiciones y se encontró que 502 tenían capacidad para presentar los exámenes rudos y así elegir a los mejores.

Somos una escuela que debe asumirse como la punta de una pirámide en una estructura nacional, por eso hemos hecho el esfuerzo por atender un universo más amplio, obviamente no podemos abarcarlo todo, porque buscamos la profesionalización y a los más decididos y comprometidos con el trabajo, señala Cuauhtémoc Rivera, director de la ESM.

En entrevista con La Jornada, el también violinista explica que a raíz del nuevo mecanismo de admisión, han conseguido también reducir sus índices de deserción y aumentar los de titulación. “Claro, la escuela tiene un cupo máximo, el cual deciden las diversas academias (de piano, música antigua, percusiones, alientos, etcétera), los maestros nos van diciendo cuántas horas de clases hay disponibles, con base también en los que se van a titular o con alumnos que piden una baja temporal.

Este sistema lo han ido tomando, poco a poco, otras escuelas del INBA, por ejemplo el Conservatorio y algunas otras especialidades lo están analizando.

Por supuesto, además del gran trabajo que implica audicionar a mil 600 aspirantes, el proceso tiene su lado perverso, bromea Rivera, sobre todo cuando llega algún candidato que no tiene ni idea de lo que es la música.

Como en las otras disciplinas artísticas, también hay aspirantes que acuden a la ESM con la falsa ilusión de que aprender a tocar un instrumento o a cantar los llevará a la fama, a grabar discos, a ser estrellas de la industria musical.

“En la sociedad, en general, hay un boom respecto del peso específico de las artes, por ello el incremento de la demanda. Los chavos buscan también los lugares donde pueden encontrar una opción apartada de las ciencias duras. Pero hay que guiarlos, hacerles ver que la música es una disciplina en la que hay que trabajar mucho”, considera Rivera.

En cuanto al mercado laboral, los egresados de la ESM se ubican bien en éste, porque muchos no sólo acceden a becas en otros países o entran por concurso a orquestas profesionales o semiprofesionales, sino que son músicos versátiles. El perfil de nuestra escuela no es completamente conservatoriano ni conservador. Enseñamos jazz y tenemos una orquesta de salsa, hay ensambles de pop, flamenco, tango. Además, un músico siempre se necesita en cualquier parte, sin música la vida no sería la misma.

En 2012 la escuela incorporó tres nuevas carreras en el área de música antigua, porque es una tendencia mundial, pero la tradición decimonónica había hecho a un lado la música anterior a Bach. Es apenas la semilla para que se desarrolle el área.

La mayoría de las solicitudes de ingreso, continúa el director, son para las licenciaturas de piano, canto, guitarra, violín y jazz, en ese orden. Los instrumentos marginados históricamente, añade, son el oboe, el fagot, el corno, la tuba y el clavecín, por lo que ahí podría haber más oportunidad para entrar a la escuela.

Aunque la escuela ha crecido, no estamos saturados, afirma. El secreto es que la ESM cuenta con dos planteles, el del Cenart y el inmueble ubicado en la calle Fernández Leal, en Coyoacán, el cual absorbe alrededor de 25 por ciento de las actividades.

Podríamos articular mucho mejor la operación de los dos planteles si, por ejemplo, contáramos con un transporte para alumnos y maestros; son ideas que hemos planteado. Y quizás requeriríamos de más tiempo en la sala de conciertos Blas Galindo, cuya programación está administrada directamente por el Cenart. Necesitamos más espacio, eso sí, para conciertos.

Cuauhtémoc Rivera asegura que con el renovado sistema de admisión que tienen ahora sucede menos que niños o jóvenes muy talentosos se queden sin un lugar en la ESM.

–En ese sentido, ¿qué les diría a quienes este año no serán admitidos en esta escuela?

–Si tienen la convicción de ser músicos, hay que insistir, y reflexionar acerca de por qué no lo lograron, pedir opiniones acerca de qué estuvo mal o por qué no alcanzaron el nivel requerido. Si hay voluntad y deseo, hay que prepararse para el año que viene.