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El pontífice muestra preocupación sobre migración y violencia en el país

Acepta el Papa visitar México; aún no hay fecha, informa Peña

Ratifiqué condición laica del Estado, que no significa antirreligioso, sino todo lo contrario, afirma

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El presidente Enrique Peña Nieto obsequia al papa Francisco una imagen de la Virgen de GuadalupeFoto Ap
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Periódico La Jornada
Domingo 8 de junio de 2014, p. 5

Ciudad del Vaticano, 7 de junio.

El presidente Enrique Peña Nieto salió hoy de su audiencia privada con el papa Francisco con la noticia de que aceptó visitar México, aunque no se tiene fecha para el viaje.

Luego de media hora a solas con el jefe de la Iglesia católica, en la biblioteca de la sede papal, más otros minutos para el intercambio de regalos y la presentación de comitivas y familiares del Ejecutivo mexicano, en el salón del Trono, dirigió un mensaje en el que dio a conocer la noticia, motivo para él de gran alegría.

Ahí mismo, el mandatario admitió además el amplio conocimiento del jerarca sobre la realidad mexicana, lo que sin duda tiene una explicación muy clara, pues el encuentro ocurre pocos días después de los informes depositados en manos de Jorge Mario Bergoglio por las 91 diócesis y la Conferencia del Episcopado Mexicano sobre la situación en el país.

A lo largo de un mes, el pontífice escuchó a obispos, arzobispos y cardenales del país, en el contexto de la visita ad limina, la cual se realiza de manera obligatoria cada cinco o 10 años para informar al pontífice en turno sobre el estado de las diócesis que gobiernan.

Cuando ya se despedía sin aceptar preguntas, se alcanzó a inquirir al Presidente sobre si entre los asuntos tratados figuró el de la seguridad y la violencia.

Entonces se regresó al micrófono: toqué, evidentemente, todos los temas que son prioridad para el gobierno e hice mención de las acciones emprendidas en materia de seguridad, y también sobre los avances en este sentido, donde hay datos muy alentadores en la disminución de la violencia que se tiene en algunas partes de la República.

Dijo haber percibido también en el jefe del Estado Vaticano particular preocupación sobre la atención a los migrantes, para lo que comprometió, en adición a las acciones de su gobierno, apoyar a las organizaciones vinculadas con la Iglesia católica y otras de la sociedad civil.

Francisco I –así lo llamó el mandatario– hizo referencia a la condición mayoritariamente católica, y sobre todo guadalupana, del pueblo.

A su vez, señaló, recibió la ratificación de la condición laica del Estado mexicano, pero –aclaró– que no significa un Estado antirreligioso, sino todo lo contrario: uno en el que se preserva y respeta la libertad de credo y de culto.

Dijo que también le habló de las reformas legales impulsadas en su administración, así como de programas de política social, como la Cruzada Nacional contra el Hambre, para no sólo atender a gente con necesidad y pobreza, sino particularmente a aquellos que padecen hambre.

El presidente Peña llegó hasta un hotel ubicado a unos pasos de la sede papal para dar sus impresiones del encuentro. Con él venían también miembros de su gabinete con acceso privilegiado a las oficinas del pontífice: José Antonio Meade, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores; Luis Videgaray, de Hacienda; Gerardo Ruiz Esparza, de Comunicaciones y Transportes; Claudia Ruiz Massieu, de Turismo; Juan José Guerra, de Medio Ambiente, e Ildefonso Guajardo, de Economía.

Todos ellos atesoraban en una bolsa interior de su oscuro traje la caja roja con el rosario bendecido por Francisco y entregado por él mismo. Otros integrados a la comitiva, y a quienes después de la conversación a solas saludó el pontífice, fueron el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño; el coordinador de asesores, Francisco Guzmán; el secretario privado, Jorge Corona; el vocero David López y los subsecretarios de la cancillería y de Gobernación, Carlos de Icaza y Mercedes Guillén Vicente, respectivamente, así como el embajador de México ante el Vaticano, Mariano Palacios Alcocer.

Por el lado familiar, además de su esposa, Angélica Rivera, estuvieron los hijos del mandatario de apellido Peña Pretelini y su hermano Arturo.

El gobierno mexicano trajo como obsequio para Bergoglio una imagen de la Virgen de Guadalupe de unos 40 centímetros de alto y una camiseta de la selección de futbol de México, si bien cuando la entregó Peña Nieto dijo estar consciente de la preferencia del Papa por otro seleccionado: el argentino.

En reciprocidad, el pontífice regaló a su visitante un platón de cerámica con un medallón con registro antiguo de la Plaza de San Pedro. Ahí mismo y en medio de las salutaciones a la comitiva oficial, el Ejecutivo le pidió permiso de romper el protocolo de las visitas papales para presentarle a su equipo personal de cámara de televisión y fotógrafos, a lo cual el Papa accedió.

Al final, De Icaza resaltó la importancia política del encuentro en el hecho de que el Vaticano es observador en la Organización de Naciones Unidas. Es un buen compañero de viaje, porque es muy activo en la lucha en favor de las buenas causas, como los derechos humanos, la migración, la lucha contra el crimen y la trata de personas, así como la protección de la familia.