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Catalanes afianzaron sus anhelos de independencia

La abdicación de Juan Carlos I avivó esas aspiraciones

El nuevo rey seguramente va a llegar con una propuesta singular para Cataluña. Pero ya llega tarde. Ya no estamos pidiendo mayor autonomía: lo que queremos es salir de España porque nuestras ansias de bienestar, democracia, respeto a nuestra identidad cultural dentro del Estado español no son posibles

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En Cataluña el Partido Popular no ha sido relegado ni a un tercero ni a un cuarto lugar, sino a un quinto sitio. Es la expresión democrática de los nuevos tiempos que estamos viviendo, afirmó Josep-Lluís Carod Rovira, en entrevista con La JornadaFoto Roberto García Ortiz
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Juan Carlos I, un día después de renunciar al trono, con su hijo Felipe, quien lo relevaráFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 6 de junio de 2014, p. 12

Si la abdicación del rey Juan Carlos I de Borbón reforzó los sentimientos republicanos en España, en Cataluña el impacto fue diferente: afianzó los anhelos de independencia, asegura el dirigente de la izquierda independentista Josep-Lluís Carod Rovira, ex parlamentario por el partido Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y ex vicepresidente del gobierno de la comunidad autónoma.

Este filólogo tarragonés, que en 2008 escribió un libro donde fijó fecha para el viraje definitivo en la ruta por la independencia –2014 se llama la obra que describe no como un pronóstico, sino como una provocación al imaginario colectivo–, en entrevista con La Jornada, platica algunas reacciones que no trascendieron en la prensa internacional sobre lo que sucedió la mañana del pasado lunes 2 de junio, cuando el mundo conoció que Juan Carlos I colgó, por así decirlo, la corona.

Cuenta que en muchos de los ayuntamientos de la comunidad autónoma catalana se colgaron las banderas rojiamarillas –el emblema territorial, conocido como la Señera– en los balcones. Pero no sólo eso.

En algunos salones del pleno de los ayuntamientos, donde el retrato del rey debe estar obligatoriamente, lo han puesto con la cabeza para abajo.

Las reacciones diferenciadas –republicana en España, independentista en Cataluña– son, sostiene, dos parámetros distintos, ambos enormemente positivos, como protagonistas de este episodio inesperado.

En su reflexión sobre la nueva etapa de la monarquía, Carod Rovira asegura que si el futuro monarca Felipe VI llegara, como es probable, con una propuesta singular para Cataluña, ésta no va a tener importancia, porque ya llega tarde; porque los catalanes ya no estamos en España, lo que queremos es salir de ella.

Analiza, también, los efectos políticos de las recientes elecciones parlamentarias europeas, en las cuales en España se desplomó el bipartidismo tradicional, con la caída del Partido Popular (PP) y el Socialista Obrero Español (PSOE) y el ascenso de una nueva fuerza política: Podemos.

Ahí también el resultado fue diferente. En Cataluña, el PP, que es el partido que gobierna en España, no ha sido relegado ni a un tercero ni a un cuarto lugar, sino a un quinto sitio. Es la expresión democrática de los nuevos tiempos que estamos viviendo.

Como si hubiera renunciado el rey de Bélgica

Antes de la abdicación de Juan Carlos, Carod Rovira tenía programada su visita a México, para ofrecer conferencias en Guadalajara y el Distrito Federal sobre su libro, 2014, acerca del proyecto de la Asamblea Nacional Catalana y de sus recientes estudios de la huella de los catalanes en las luchas por la independencia en México y América Latina en el siglo XIX.

Pero ahora el tema del relevo en la monarquía se impone, aunque asegure como un detalle significativo que en su tierra la reacción de la gente fue un poco de indiferencia, sorna quizá, divertimento, como si hubiera abdicado el rey de Bélgica. Es que nosotros ya estamos en otra onda. Emocionalmente ya estamos camino a la independencia. Y esto es de una potencia movilizadora extraordinaria.

–Lo que sí sucedió es que minutos después de darse a conocer la noticia, en las plazas de España brotaron como de la nada las banderas republicanas. Y en manos de los jóvenes, sobre todo. ¿Cómo entender la irrupción de esta expresión?

–Es cierto, y esto implica el fracaso del régimen, que ya no tiene posibilidades de continuidad. En el caso catalán nos permite, además, hacer una reflexión histórica, relacionada con América. Cuando Fernando VII abdica en el siglo XIX, en las colonias americanas se produce un vacío de poder que da lugar a las distintas juntas, que al cabo del tiempo llegan a formular las autonomías políticas. A esta reivindicación España siempre responde: no, no, no. Cuando la corona se percata años después del cambio que se ha producido, ofrece las autonomías a sus colonias, pero ya llega tarde. Porque España siempre llega tarde. Las naciones americanas ya estaban en su fase independentista.

Ahora sucede lo mismo. No digo que la historia se repita, pero hay cierta similitud. Juan Carlos abdica y el nuevo rey seguramente va a llegar con una propuesta singular para Cataluña. Pero ya llega tarde, ya no estamos pidiendo mayor autonomía: lo que queremos es salir de España porque nuestras ansias de bienestar, democracia, respeto a nuestra identidad cultural dentro del Estado español no son posibles.

–Fue Felipe V quien se anexó Cataluña en 1714, como usted relata. ¿Qué esperan de Felipe VI?

–Pues nada. La función de la monarquía es simbólica. La solución Felipe VI puede ser para algún problema de España. Quizás. Pero para Cataluña no. Que encima el pobre va con ese nombre de Felipe de Borbón en Cataluña, que es lo peor de lo peor.

–¿Quiere decir que hoy importa más que el recambio en la corona el resultado de las elecciones europeas? ¿Cuál será el efecto de la debacle del PP y el PSOE?

–Como comentaba sobre el efecto de la abdicación anticipada: refuerzo del republicanismo en España, refuerzo del independentismo en Cataluña. En el espacio político también ha habido un comportamiento diferencial. En España el reforzamiento de una izquierda que se llama Podemos. En Cataluña las fuerzas independentistas ganaron; en algunos lugares duplicaron y en otras triplicaron sus resultados. Y son fuerzas desde izquierdas hasta centro derecha.

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El heredero y su padre, el martes pasadoFoto Ap

Muy significativo, además, que el partido que es gobierno en España, el PP, no ha quedado ni en segundo ni en tercer lugar. Ni siquiera en cuarto. Ha sido relegado al quinto lugar. Mientras que el PSOE, que ya tuvo una escisión, está a punto de tener otra.

Nuevas vías

–¿Qué nuevas vías se abren, entonces, para las propuestas independentistas, para el referendo?

–Tenemos dos fechas próximas: 11 de septiembre, que es nuestra fiesta nacional. Si el año pasado hicimos la Vía Catalana (cadena humana que cruzó todo el territorio), esta vez vamos a ocupar las dos vías principales de Barcelona formando una V de la victoria, es decir, una manifestación muy a la catalana, pacífica, festiva. Y luego, el 9 de noviembre, fecha en la que los partidos que apoyan la independencia acordaron con el presidente de Cataluña que se celebre una consulta en la que se pregunte al pueblo si quiere un Estado independiente.

“El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ha dicho que no la va a permitir. A ver qué sucede, porque la otra novedad en la que estamos es que la consulta no se convoca según la ley española, sino de acuerdo con una nueva ley catalana que ahora mismo se está debatiendo en nuestro parlamento. Es decir, que el gobierno catalán va a poder convocar a referéndum sin necesidad de la autorización del gobierno español.

El gobierno español va a obstaculizar al máximo esta vía, en cuyo caso hay otro escenario: exhibir a Madrid ante la opinión pública mundial como un régimen que impide el ejercicio de la democracia en Cataluña, que impide que los catalanes decidan su futuro. Y si no podemos votar en referéndum, podremos votar en elecciones para el parlamento. Y si es así, el éxito de las fuerzas independentistas será todavía mayor.

–¿No puede tener el efecto contrario, que convenza a mayor número de gente de permanecer como parte del Estado español?

–Desde hace tres años no hay una sola encuesta que diga eso.

–¿Por qué pensó en 2014 como el año en el que se despejaría el futuro catalán, su derecho a decidir?

–Pensando en la anexión de 1714, hace 300 años, con Felipe V, cuando perdemos la guerra y se produce la destrucción de las formas singulares de poder político que tenía entonces Cataluña. Perdimos y fuimos sometidos a la corona española. Propuse esa fecha, 2014, pensando en que puede ser el momento en el que el pueblo catalán decida libremente su futuro. Es una hoja de ruta que se está cumpliendo exactamente.

“No es que yo supiera nada por anticipado, pero analicé políticamente y tuve la osadía de poner fecha, por aquello de que hasta que se pone fecha las cosas se cumplen. Lo más importante es que en un libro se elaboran por primera vez unas bases teóricas de un proyecto nacional moderno, inclusivo, democrático, que no es ni étnico ni nacionalista.

“No es un proyecto sólo para los que nacieron en Cataluña, hablan catalán o tienen apellidos catalanes; es para todos aquellos que viviendo en Cataluña quieren vivir en un país mejor. Un proyecto nacional que no es una herencia ni una imposición sino la expresión de una voluntad. Tenemos la suerte feliz de no ser una raza sino una cultura: nadie se incorpora a una raza, a una cultura sí, con referentes de identidad que van cambiando conforme a la época.

La identidad catalana ya no es la misma que en la Edad Media, cuando éste era un pueblo guerrero, con un ejército muy bestia. Hoy Cataluña es el paradigma del diálogo, del pacto, de la vía democrática. El rey Jaume I (siglo XIII), el catalán por antonomasia, no identificaba al pan con tomate, el platillo popular catalán por antonomasia. Pues es eso...

Semejanzas y diferencias

–¿Se compara la coyuntura independentista catalana con el proceso de avance que han tenido las fuerzas independentistas del País Vasco?

–Deseando lo mejor del mundo para los vascos, la situación es muy distinta. La sociedad vasca está saliendo de muchos años de violencia y debe superar las heridas, que necesitan más tiempo para cicatrizar. Nosotros en esto les llevamos ventaja porque afortunadamente eso no lo hemos vivido.

“Por supuesto, no discuto que la evolución en el País Vasco será similar a la de Cataluña. Pero lleva otro ritmo.

“Tenemos realidades distintas, no sólo por el peso demográfico, sino por las realidades lingüísticas. En Cataluña la lengua es comprendida por 95 por ciento de la población y la mayoría lo habla. En el País Vasco la lengua tiene un peso menor y el aspecto étnico es mucho más explícito. La singularidad vasca es única, en cambio nosotros somos latinos, mediterráneos.

–¿Cómo es la Cataluña que sueña?

–La Cataluña que llega es una nación nueva, que no se construye sólo a partir de su pasado, sino en su futuro; que insistirá en aspectos de radicalidad democrática, justicia social, lucha contra la corrupción y la discriminación. Cataluña sólo puede ser inclusiva porque desde el siglo XVI es un país de acogida. En 10 años hemos pasado de 6 millones a siete y medio; se hablan 282 idiomas. La diversidad está en nuestro ADN, al contrario de España, que es alérgica a la diversidad.

–¿Cataluña en la Unión Europea?

–Pues si estamos en ella, mejor. Y si no, pues vamos a vivir tan mal como Suiza, como Noruega o como Islandia, que, como usted sabe, viven fatal.