Opinión
Ver día anteriorViernes 16 de mayo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Hacia Malinalco por la roca al cielo
L

legar a Malinalco de niebla y luz. Impregnado de idealidad, encendido de ardientes imaginaciones, mujeres que nos hablan de calles escondrijos de duendes y frondosas enredaderas, bebiéndose los olores y secretos del Caballero Águila y el Caballero Tigre y besando, bugambilias de fachadas en que saltan gatos por los tejados. Un Malinalco al que pretenden llegar Galatea y Alberto, personajes de la nueva novela –¿autobiografía?– de Angelina Muñiz- Huberman (Hacia Malinalco, Ediciones Sin Nombre, 2014), y al que llegan y no llegan. Magia de las chicharras malinalcas en triángulo con tepoxtecas y xochicalcas.

La escritura es forma de encontrar equilibrio síquico en Angelina, frente a un mundo terriblemente violento, consumista, electrónico, robotizado, cuadrado en que no hay tiempo, ni haciéndolo ni matándolo ni ganándolo ni atrapándolo. Así Angelina y Alberto se dan una vueltecita al interior, la imaginación, sueños y sensaciones, a pesar de temores que lo dificultan. Pero, que, en la escritura de Angelina es revelación de lo interior: carne herida y piel, más viva, deseos y manera de tocar y ver el mundo en abandono como norma y trivia, como inspiración apoyada en recuerdos que viven unidos en tierna sensualidad, Identificación con la muerte y el misterio.

Hacia Malinalco, de Angelina, fue desdoblamiento, desgarrón sicológico, cercanía permanente con la muerte, vivencia maldita y temida por ignorada. Sombras que surgían de dentro y transmitían variedad de sentimientos hijos de un amor entrañable, interiorizado y trasmisor del magnetismo que se da, fija, ubica y define una ansia de ser divorciada del mundo que vivimos. Un escribir diferente que juega a muerte y lo desconocido. La magia como pensamiento de eternidad: la más hermosa visión del universo.

Espíritu de Angelina, sentir de huecos y dolor de cuerpo unidos a vacíos de principio a fin, expresados como coro de voces sefardíes, secretos cabalísticos que gritaban desde Francia, Toledo, México… entre visiones peligrosas y misteriosas que llegan al lector en lenguaje amoroso de muerte, inseguridad como norma y la magia trágica como poesía. Saber de toda la vida que el amor es magia y la magia muerte. Pasión interna, infinita, en espera, espera de la sangre ardiente en tiempos circulares y seguidos. Espacio de extraño instinto que tiene elegancia suprema de naturalidad, forma íntima de holganza que al percibir lo interior gradúa el tono de la hormona en calma. Simplicidad perpetuidad de lo alígero, vivencia de invasión sensitiva, sonidos similares al palpo pálpito y tacto.

Angelina encuentra en el Malinalco mágico memorias perdidas, sin conocerlo. Visión cósmica de otra vida que es la propia envuelta en ese arte del bien escribir, cadencia que tiene armonía, ritmo y compás; melodía interna. Accesos de llanto y despedida del mundo actual en compañía de Alberto en la magia neurobiológica que observa al microscopio el cerebro de un insecto Rhodnius prolixus. Poseedor de primitivo y a la vez perfecto cerebro; el ritmo ininterrumpido, lento, acorde. El movimiento de la vida. El transcurrir de un latido.

Para llegar a la eterna pregunta: ¿Cuál es el sentido del proceso total en la inmensidad del cosmos? Volver otra vez no a la medida del hombre sino a la del universo: El Rhodnius prolixus es la medida. Llega a la más alta cumbre. Se eleva al ciclo y es Dios. Ante su pequeñez y enigma, el hombre se desvanece y el conflicto se borra.

De Malinalco por la roca hacia el cielo. Los Caballeros Águila hendieron las nubes con sus flechas, sangró el sol y gotas translúcidas iniciaron la purificación. De Malinalco por la roca hacia el cielo.