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Imanol Caneyada da a conocer su novela Las paredes desnudas

“Desarmar una banda de trata no reditúa tanto como agarrar al Chapo”
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de mayo de 2014, p. a11

“Esta persecución que se hace del narcotráfico –delito estrella del gobierno–, ese show que nos montaron con el Chapo Guzmán, no se hace con las redes de trata de personas. Me parece mucho más grave que se comercie con un ser humano a que se haga con una sustancia prohibida que tarde o temprano va a dejar de serlo, que es lo peor. Esperemos que la esclavitud nunca sea aceptada. Desarticular una banda de trata no te da los réditos de agarrar al Chapo Guzmán, cuando este es un negocio tan millonario como la droga”, expresa el periodista y escritor vasco Imanol Caneyada (San Sebastián, 1968), radicado en México desde hace 23 años, actualmente en Hermosillo.

La trata de personas con fines de explotación sexual es precisamente el tema subyacente de Las paredes desnudas (Santillana Ediciones, 2013), la novela más reciente de Caneyada, la tercera. Casi toda su obra se alimenta de su labor periodística –actualmente hace un paréntesis–, de allí que en 2008 me topé con el testimonio de una mujer víctima de trata, y fue escalofriante. Me cambió totalmente la percepción que tenía de muchas cosas. Empecé a investigar, a rastrear testimonios y a hacer asociaciones.

El tema también le inquietó porque hablamos de la esclavitud del siglo XXI, con un rostro terrible. Para fines de Las paredes desnudas no quiso concentrarse sólo en el tema de la trata de personas: “Por eso la novela constantemente viaja al pasado, un poco para entender cómo se puede dar ese fenómeno en una geografía como el norte del país. Me voy al pasado de la boxeadora La Perra Saldívar, cuya hermana está desaparecida, para conocer su entorno social, familiar, socioeconómico y cultural, que me permitiría explicar un poco las posibles causas de que México sea uno de los países punteros en la trata de personas.

“Quería rastrear la miseria en la frontera norte –a raíz del auge de las maquiladoras–, porque ésta es una de las fuentes principales para que exista la violencia que vivimos en el país, para que exista un crimen organizado, el comercio de drogas, de personas, de armas, de órganos, en fin. Por otro lado, me interesaba abordar la clase media en la zona –función del personaje del enfermero– a partir de la violencia que existe desde hace mucho, pero que en 2008 se eclosiona de manera apabullante, y cómo le afecta”.

Especializado en periodismo cultural, Caneyada ha cubierto todo tipo de noticias para diferentes diarios y semanarios, de allí que ha estado cerca de la violencia de la que habla la novela. Fue testigo de uno de los primeros asesinatos de periodistas en México, cuando dos sicarios llegaron y mataron a Benjamín Flores, director del diario donde trabajaba. También ha estado cerca de la corrupción y la impunidad que amparan y propician esa violencia.

Mala comprensión del delito

Para el entrevistado, la trata de personas es un tema muy complejo. Tipificado como delito a escala federal hace poco, cuando en función de la novela Caneyada habló con expertos involucrados en el tema, me decían que es un primer paso, allí está la ley, pero ni los jueces, ni los magisterios públicos, ni la policía entiende lo que es.

Luego, la trata no entra en el rubro de secuestro, propiamente hablando, y es muy complejo a la hora de perseguir el delito porque se efectúa muchas veces mediante engaños, enamoramientos, reclamos laborales que ofrecen trabajos en agencias de modelos y edecanes.

Por otro lado, la víctima está marcada, porque a final de cuentas es prostituta. Además, quien logre escapar de las garras de una red de trata de personas queda estigmatizada de por vida, porque no hay una comprensión real del delito por ese título de prostituta que no se podrá borrar jamás.

Finalmente, vivimos en una sociedad machista en que la mujer como objeto sexual está plenamente aceptado. Entonces, el hecho de que se comercie con una mujer no impacta tanto, o lo solapamos, porque preferimos pensar que hay un grado de voluntad. Los hombres en este país al consumir pornografía o cualquier tipo de comercio sexual, de alguna manera también son cómplices. Luego, están “los giros negros, cuyos dueños por lo general son gente influyente o políticos, y de alguna manera tapan este comercio”.