Opinión
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Nosotros ya no somos los mismos

Los consejeros del INE

De elegidos y perdidosos

En materia de igualdad de género el suelo no está parejo

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En imagen de archivo, sesión extraordinaria del Instituto Nacional Electoral en las instalaciones de Periférico Sur. El jueves 3 de abril la Cámara de Diputados eligió a los 11 consejeros del INE, nuevo árbitro electoral del país, formado a partir de la reforma constitucional promulgada en febrero pasadoFoto Jesús Villaseca
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e dice un joven politécnico que se firma como Poliazno: Mi fuerte son las matemáticas, pese a lo cual no entiendo las cuentas. Dices que el Consejo Técnico (CT) presentó a los diputados sus propuestas en 11 listas de cinco personas cada una. Diez contenían los nombres de los aspirantes a ser simplemente consejero, y la otra, los de aquellos que habían optado exclusivamente por la presidencia del consejo. O sea, 55 ciudadanos en total. Pregunto: Si al final el CT decidió agregar a los cuatro perdidosos dentro de los 50 humildes mortales, la suma asciende a 54 y no a 50, ¿o no?

Contesto. Estimado Poli: al igual que tú, yo también me desconcerté pero, como más sabe el diablo por viejo que por matemático, pronto le encontré la cuadratura al rombo (cuadrilátero paralelogramo de cuatro líneas de igual tamaño, pero de diagonales de distinta longitud). Simplemente, lo aplasté. El pensamiento abstracto, la especulación teórica más profunda, son chinampinas frente a la realidad real, no virtual, del quehacer político. Una propiedad incontrovertible de la materia es la impenetrabilidad, es decir: ningún cuerpo puede ocupar el lugar de otro al mismo tiempo. Pero como digo, esa clase de leyes tan autoritarias y con validez en todo el mundo, en nuestro país tienen sus asegunes. Recuérdese cómo, durante años, el mandato constitucional de que el Poder Ejecutivo debe residir en una sola persona fue letra muerta: tres diversos presidentes ostentaban el cargo, pero el que mandaba vivía enfrente.

Y ya más cerca de nuestro tiempo, la impenetrabilidad de la materia fue violentamente vulnerada en nuestro territorio, cuando el indivisible Ejecutivo lo personificó en perfecta penetrabilidad la parejita presidencial de infausta memoria. El caso de la dupla gobernante en Michoacán, está en observación. Pero en el INE (Instituto Nacional Electoral) no hubo necesidad de violentar estas engorrosas y anti- democráticas disposiciones, simplemente el CT les dijo a cuatro aspirantes del segundo círculo: con permisito, con permisito, que llegaron los de las ligas mayores y, de los 50 lugares que les correspondían a los moderados (en sus aspiraciones), les bajó cuatro, para proteger a los que, según su criterio, por mayoría de razón merecían, ya lo dijimos, ex officio, otra oportunidad en segunda vuelta. Valdría conocer si el apartado fue nominativo o a quien corresponda.

Al igual que los ciudadanos de Santiago Papasquiaro, Durango, o de Huehuetoca, estado de México, ¿los miembros del CT sabían, con toda oportunidad, el nombre del elegido y agregaron desde endenantes a los cuatro perdidosos? O a ciegas, sin referente alguno, simplemente dijeron: sobre estos cuatro lugares, como en la plaza México, existe derecho de apartado. Ya la soberanía, tomará la decisión final. Como así fue, aunque la opinión del CT, solamente fue considerada, con la elección del maestro Baños, en un 25 por ciento ¿Quiénes fueron los cuatro empujados fuera para que cupieran los del penthouse? En fin, a estas alturas ya todo eso es peccata minuta.

Otro de esos lectores a los que, por escasos y fieles, les tengo gratitud y afecto, me dice: tú ponderaste abiertamente a algunos de los miembros del CT y ahora criticas severamente la integración de sus tres quintetas femeninas ¿por qué piensas que lo hicieron así y por qué, según tú, estuvo mal? Sin rodeos. Primero, reafirmo mis muy favorables opiniones sobre algunos de los miembros del gran Cernidero Técnico (La doctora Loaeza y el politólogo Becerra). Segundo, pienso que lo hicieron, como decía una de mis abuelas reciclables cada vez que con sus opiniones hacía trizas a un cercano descendiente: pero lo hago de todo buen corazón. Sin duda que las quintetas femeninas resultan ahora ridículas y mañosas, pero la intención me queda clara: asegurar una mínima presencia femenina en el INE. Lo que pasa es que la distribución que hicieron fue una obvia extralimitación de sus funciones: sólo a los diputados correspondía decidir si respetaban la cuota de género o no. Con las listas domiciliadas con un estricto GPU, el libre albedrío de los diputados quedó más perjudicado que la línea 12 del Metro.

Sus buenas intenciones no únicamente ofendieron a los legisladores (que tal vez por esa razón les botaron, con sus votos, a tres de sus recomendados, para integrar el consejo), sino además, implícitamente, disminuyeron el valor de cada una de las mujeres participantes: tenemos que enlistarlas de manera que no haya de otra: no importa a quién escojan (buena, mala, regular), pero será una mujer. Reconocible y loable defensa de la igualdad de género, pero pésimamente operada. ¿Qué sucede si a las 15 mujeres finalistas las distribuyen, una o dos, en cada quinteta? ¿Y si la respuesta de los diputados, en vez de la obligada de tres inevitables mujeres, se convierte en una elección de 6/4, o, 5/5, y, ya entrados en gastos, en tres hombres y siete mujeres?

Para terminar este capítulo, un poco de numeralia: de los 11 consejeros que integran el INE, ocho son hombres y tres son mujeres. Con base en el tiempo de duración en el encargo, el asimétrico reparto es el siguiente: nueve años: dos hombres, una mujer. Seis años: tres hombres, una mujer. Tres años: dos hombres, una mujer. Ahora, si nos tomamos la molestia de comparar el tiempo de empleo seguro, que corresponde a cada uno de los dos únicos géneros participantes, tendremos que aceptar que el suelo del INE no está lo que se dice, parejo: años de empleo femenino: 18. Años de empleo masculino: 51 (contando al señor presidente del instituto).

Ofrecí una personalísima opinión sobre los conseje- ros que conozco o de quienes tengo referencias suficientes y confiables. Estos son: Ciro Murayama, Benito Nacif, Marco Antonio Baños, Arturo Sánchez y Lorenzo Córdova.

No soy muy afecto a los dichos, refranes o consejas populares. ¿Quién diablos puede creer que al que madruga Dios lo ayuda? Sin embargo, algunos aciertos tampoco faltan, por ejemplo, dime con quién andas para saber quién eres. Pues yo sé muchas cosas de Ciro, merced a este método cognitivo: Ciro es amigo y es o ha sido colaborador de personas que son merecedoras de todo mi respeto por su calidad intelectual, por la vastedad de sus saberes y, para mí fundamental, por sus convicciones y su comportamiento conductual.

Quien es amigo, compañero, colaborador de Rolando Cordera, Jorge Alcocer, Pepe Woldenberg, Lorenzo Córdova, y alumno especialísimo de Emilio Caballero, no puede sino ser un hombre de bien. Breve recordatorio. Cuando Ciro habló en el homenaje que la Facultad de Economía le rindió al entrañable Emilio Caballero, me exhibió como lo que soy: un machín muy chillón. Ciro es doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, pero su primer título profesional lo obtuvo en la UNAM. No sé en qué año haya entrado a ella, pero estoy seguro de que nunca de ella ha salido. Es maestro, investigador, conferencista y experto en disciplinas diversas: educación, globalización, medio ambiente, política laboral. La relación de los libros de su autoría me llenaría una columneta (El inolvidable Ricardo Garibay tenía una forma singular de descalificación de la que, por supuesto, no nos salvábamos ni sus amigos: fulanito es una buena persona pero, pobre, no tiene libros).

No es el caso de Ciro, pues éste los tiene, a pasto, leídos y escritos. Y lo que más me llama la atención es el número de éstos, en los que ha sido coautor, por ejemplo, con Lorenzo Córdova, Elecciones, dinero y corrupción: Pemexgate y amigos de Fox. Ser coautor de un libro implica predisposición al diálogo, al entendimiento y respeto para la opinión diferente. En este camino se anotan también: El poder de la transparencia, La democracia inédita y Economía del trabajo y política laboral. De la medida de su curriculo, de su obra, de su vida demostrada, es su responsabilidad en los nueve años que ahora comienzan. Propuesto por el PRD, tiene que estar muy por encima de compromisos o gratitudes partidistas.

Su responsabilidad no es ya con sus patrocinadores, sino con la sociedad, con los ciudadanos en su conjunto. Eso sí, convicciones por delante. Él ya afirmó que el movimiento juvenil del 68 fue el sacrificio de una generación por transformar a su país. Se ha declarado defensor del Estado soberano, laico y popular. También de la libertad de pensamiento (y de todas las demás), combatiente por la democracia, la igualdad y la justicia (para todos). Si no cambia casi 50 años de su vida vivida, por nueve de prerrogativas, será una garantía en el INE.

Twitter: @ortiztejeda