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El Chapo: entre cañerías e impunidad
L

a Real Academia Española (RAE) define la palabra gárgola como la parte final, por lo común vistosamente adornada, del caño por donde se vierte el agua de los tejados o de las fuentes. Partiendo de este significado y en el contexto en el que fue capturado Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias El Chapo, la concepción de la Operación Gárgola comenzó de la base de que la información de inteligencia recolectada apuntaba a que el narcotraficante utilizaba estas vías como rutas de salida y escape ante peligros o emergencias.

Y es que desde hacía cuatro años y medio, el gobierno mexicano –en colaboración con diferentes agencias de Estados Unidos– emprendió una serie de acciones para ubicarlo y detenerlo, desplegando un grupo élite de militares en la zona de Badiraguato, Sinaloa.

Al respecto, durante la comparecencia de James A. Dinkins, subdirector ejecutivo de investigaciones de seguridad de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) ante la Comisión de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes –el pasado 2 de abril–, señaló que al tratarse de una investigación compleja, existió una estrecha colaboración entre autoridades mexicanas y estadunidenses, la cual permitió el arresto del capo (http://1.usa.gov/1gXnKhT).

John D. Feeley, subsecretario de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, declaró que la cooperación en materia de seguridad siempre ha sido un elemento central de la agenda EU-México; por ello “el reciente arresto –sin ningún disparo– del narcotraficante más famoso del mundo y colíder del cártel de Sinaloa, El Chapo Guzmán, representa un hito en esa colaboración” (http://1.usa.gov/1q2aoBq).

También hizo hincapié en que ese arresto fue una “operación mexicana, conducida por marinos mexicanos y apoyada por agencias estadunidenses como los marshals, la DEA, el área de investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional y la FBI”.

Mientras, el día 30 de abril pasado, la titular de la administración para el control de drogas (DEA) de Estados Unidos, Michele Leonhart, reportó al Senado de ese país que la relación de cooperación con el gobierno mexicano se mantiene en el nivel más alto de todos los tiempos, resaltando que la cooperación bilateral está redituando dividendos.

Pero, ¿cómo fue posible que un hombre, este hombre, Joaquín Guzmán Loera, se convirtiera en un delincuente tan importante, tan poderoso, que trascendiera fronteras, un capo de clase mundial –tal como rezaba la publicidad del sexenio del presidente Vicente Fox Quesada–? La respuesta se inclina a que sólo fue posible gracias a que la impunidad se alineó a su favor.

De acuerdo con la RAE, la impunidad es la falta de castigo, y en nuestro país, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos indica que en cuanto a las denuncias registradas, únicamente uno por ciento termina con una sentencia condenatoria –resultando en una probabilidad de castigo de 0.08 por ciento–, por lo que es necesario que impulsemos políticas contra la impunidad.

Y es que el cártel de Sinaloa había gozado de impunidad casi total y de manera preponderante sólo sus enemigos eran combatidos.

Desde su escape del penal de alta seguridad de Puente Grande, en Jalisco, el 19 de enero de 2001, El Chapo Guzmán comenzó a reorganizar el cártel de Sinaloa. De hecho, como parte de esa restructuración, en 2003, con la captura de Osiel Cárdenas Guillén, líder del cártel del Golfo, El Chapo decidió arrebatarles la plaza de Nuevo Laredo, por conducto de Édgar Valdés Villarreal, alias La Barbie, y algunas pandillas locales como Los Chachos, quienes traicionaron a los del Golfo; ante esto, Los Zetas reaccionaron con firmeza y se desató una sangrienta lucha por el control de esa frontera.

El 11 de septiembre de 2004, sicarios del cártel de Sinaloa acribillaron a Rodolfo Carrillo Fuentes. Ante esto, Vicente Carrillo ordenó la ejecución de Arturo Guzmán Loera, alias El Pollo, hermano de El Chapo, quien se encontraba en prisión. Esto derivó en el fin de la alianza de ambas organizaciones y desató una guerra por el control del territorio de Chihuahua.

En enero 2008, Arturo Beltrán Leyva, alias El Barbas, rompió con el cártel de Sinaloa, se alió con Los Zetas y desató una guerra contra El Chapo tras acusarlo de traición y de entregar al Ejército a su hermano Alfredo El Mochomo. El 8 de mayo de 2008, un grupo de sicarios asesinó a Édgar Guzmán López, hijo de El Chapo, en Culiacán, Sinaloa.

Después, en diciembre de 2009, Arturo Beltrán Leyva fue abatido en Cuernavaca, Morelos, en un enfrentamiento que sostuvo con elementos de la Secretaría de Marina.

Es importante resaltar que después de estar enemistados, en 2012, el cártel de Sinaloa y el del Golfo formaron una alianza para luchar contra Los Zetas por el control de las rutas del narcotráfico en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Bajo este escenario, no se puede dejar de lado que el cártel de Sinaloa ha formado varios grupos criminales durante la última década, entre éstos se incluye a Los Negros, el cártel Jalisco nueva generación, la Gente nueva (conocidos como Los Chapos) y Los Ántrax.

Además, por conducto de El Chapo Guzmán, el cártel de Sinaloa se internacionalizó; incluso el principal sujeto actual del tráfico de metanfetaminas en el triángulo Asia Pacífico-México-EU es esa organización, ya que a partir de estimaciones realizadas por RAND Corporation, se calcula que obtiene ingresos de por lo menos 3 mil millones de dólares anuales.

Hoy, a pesar de la detención de El Chapo Guzmán, y tomando en consideración que al parecer su sucesor es su ahijado, Dámaso López Jr., alias el Mini Lic, hijo de Dámaso López Núñez, quien fue subdirector de seguridad del penal de Puente Grande en 2001, las operaciones del cártel de Sinaloa continúan desarrollándose con normalidad y aún no se ha logrado esclarecer cómo fue que logró escapar en 2001, ni quiénes lo ayudaron. Asimismo, urge desmantelar sus redes financieras y sus activos, por lo que de no dar golpes certeros a la estructura económica, operativa y de inteligencia de los cárteles del narcotráfico, las detenciones de los grandes capos serán esfuerzos fútiles por combatir al crimen organizado y restablecer la seguridad que el país reclama para posibilitar el desarrollo.

*Presidente de Educación y Formación con Valores AC y analista en temas de seguridad, educación y justicia

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