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Ver día anteriorSábado 22 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Como dijo Pepito
L

a maestra le pregunta a Pepito ¿Dime cuál es la diferencia entre ignorancia e indiferencia?, Pepito le contesta –No sé, y me vale madre.

La respuesta de Pepito coincide con la actitud que han asumido los líderes del sindicalismo tradicional, entre ellos CTM y CROC, frente al Seguro de Desempleo recientemente aprobado por la Cámara de Diputados, mediante el cual se despoja a los trabajadores de 60 por ciento (3 de 5 por ciento) de su aportación al Infonavit.

La discusión sobre el Seguro de Desempleo exhibió el estado lamentable en que se encuentra el llamado Movimiento Obrero Organizado. Sus dirigentes formales no movieron un dedo en defensa de los agremiados. Lo omiten cotidianamente, no hacen esfuerzo alguno para actuar o pensar como sindicalistas. Su negocio es otro: administrar los beneficios que otorga un modelo de corrupción y de control que les permite vivir como millonarios, con total impunidad. Muestran desinterés y apatía ante las angustias y preocupaciones de la población trabajadora que en su inmensa mayoría no puede cubrir sus necesidades básicas con el salario de hambre que recibe. Estos líderes saben muy bien que no fueron electos por los trabajadores que dicen representar y que su permanencia depende de los patrones que les otorgan y mantienen los contratos colectivos de protección empresarial, así como del gobierno que los protege para que continúen sosteniendo la estructura de inmovilidad y control obrero.

El proceso de aprobación del Seguro de Desempleo exhibió que este modelo laboral tocó fondo, que es totalmente artificial y carente de la mínima credibilidad frente a los trabajadores y la sociedad. Fue necesario que el propio director del Infonavit, Alejandro Murat Hinojosa, subiera a la palestra a defender la ley que priva a la institución de la mayor parte de los recursos. Sus argumentos fueron de antología, señaló que en nada lesiona al Infonavit la disminución de 60 por ciento de sus ingresos, es más, se atrevió a decir, que la institución saldría fortalecida. Para ello, hizo diversas piruetas, como informar que en el corto plazo se podrían cumplir los compromisos, que no nos preocupáramos ya que sus fuentes de ingreso son diversas (aunque todas provengan en su origen de 5 por ciento de la cuota). Obviamente no distinguió entre el hoy y el mañana, no aclaró que los efectos negativos serían en el mediano y largo plazos. Sólo un mago mantendría la institución intacta con una afectación de casi dos tercios de sus ingresos.

Los argumentos en favor del Seguro de Desempleo financiado por las cuotas obreras son bastantes similares a los que años atrás se plantearon para avalar el sistema de Afore que administra las cuentas individuales de fondo para el retiro. Se dijo que las pensiones mejorarían, que ahora sí los jubilados vivirían desahogadamente. Nuestro amable lector recordará la propaganda en donde un jubilado aparecía en un pequeño yate acompañado de su familia, como imagen de lo que sería su futuro. Hoy resulta que gracias a ese sistema la mayoría de las pensiones estarán entre uno y dos salarios mínimos.

La cuota del Infonavit es parte de la contraprestación que el patrón cubre al trabajador por el servicio prestado. El artículo 5º fracción V de la Ley del Infonavit señala: Las aportaciones de los patrones a las subcuentas de vivienda son patrimonio de los trabajadores. No es entonces un regalo, sino una propiedad definida que no puede ser afectada por un tercero sin su consentimiento. La propuesta fue diseñada por los financieros de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, insensibles frente a la postración que cotidianamente viven los trabajadores, basta señalar que 60 por ciento de ellos recibe menos de tres salarios mínimos. Les pareció fácil hacerla, como sucedió meses atrás con la fijación de los minisalarios en un monto menor a la inflación real.

Elaborada la propuesta inicial de financiar el seguro a costa de los propios trabajadores, la instrumentación se llevó a cabo mediante un acuerdo cupular con dirigentes de los partidos políticos en un esquema similar al Pacto por México. Así, el proceso legislativo transitó atropellando reglamentos y formas, por ello también los desfiguros de algunos diputados que declaran que no están de acuerdo con el despojo de 3 por ciento, pero que votaron en su favor. De esta manera se diseñó la táctica de encubrir la amarga ley, en un paquete con otros temas más dulces como el de la pensión universal. Los empresarios si lograron sacar de este paquete una ligera nivelación a las cuotas del IMSS que está institución había solicitado para los salarios más altos, tema que había sido aprobado en comisiones. Un acuerdo sacado de la manga lo dejó fuera. Se aplicó la máxima al patrón, lo que pida.

El numerito exhibió a todos, las cosas no salieron como se planearon porque afectar el patrimonio de los más pobres tiene el riesgo de abrir la caja de pandora. Ahora es tiempo de encauzar el camino, fueron demasiado lejos. Tocar salarios tan miserables puede tener consecuencias imprevistas, por ello y también porque está pendiente la reforma constitucional en la materia, es necesario que en el Senado se corrija este despropósito, financiando el Seguro de Desempleo mediante fondos públicos como se había prometido tanto en la campaña presidencial como ante el propio Legislativo por parte del secretario de Hacienda, cuando quiso convencerlo del paquete de reformas fiscales.

Si se corrige el camino quedarán decepcionadas las Afore que esperaban jugosas ganancias. También los bancos privados que se iban a quedar con el negocio de los nuevos préstamos de vivienda en la medida en que el Infonavit y la política social en esta materia fuera muriendo.

Por lo que se refiere al Movimiento Obrero, los trabajadores pudieron confirmar que es necesario rehacer desde sus cimientos este falso modelo de representación, para crear uno distinto en el que los trabajadores decidan el curso de sus organizaciones, en donde los patrones dejen de tomar las decisiones que corresponden sólo a los miembros de los gremios y el Estado deje de proteger a los líderes por considerarlos un mal necesario.