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Autodefensas: antecedentes soslayados

M

ás allá de creer o no en que los grupos de autodefensa que operan en Michoacán son un movimiento genuino, lo único que se confirma es lo que ya se había advertido en este espacio: las divisiones, intereses y ambiciones particulares de sus líderes y el riesgo de que fueran infiltrados por la delincuencia organizada se convertirían en un polvorín que al primer chispazo iba a explotar.

El coctel se elaboró con ingredientes de alto octanaje: ciudadanos que se levantaron en armas hartos del yugo de los narcotraficantes y que, en forma paulatina, se fueron mezclando con integrantes o ex integrantes de grupos delictivos, incluso antagónicos entre sí. La Federación toleró la irrupción del movimiento y primero dijo que el cártel Jalisco nueva generación lo financiaba; luego reculó y no sólo empezó a trabajar con los alzados, sino procedió a registrarlos para que se integraran a los cuerpos rurales de seguridad.

En los hechos, se trata de miles de hombres armados que desde hace más de un año recorren los pueblos y caminos de Michoacán… y cada uno trae su propia historia.

Veamos. Juan José Mireles e Hipólito Mora son los líderes fundadores del movimiento. El primero ya ha dejado entrever que, de una forma u otra, en el pasado colaboró con los criminales que ahora repudia y persigue. “Quisimos expulsar a Los Zetas cuando llegó La Familia a ofrecernos su ayuda. Sí nos ayudaron, pero se quedaron con el estado”, dijo a La Jornada Michoacán el 20 de diciembre de 2013.

Hipólito Mora fue aprehendido la noche del martes por la Procuraduría General de Justicia del Estado, que lo acusa del asesinato de dos integrantes del grupo de autodefensa que, a las órdenes de un sujeto conocido como El Americano, opera en Buenavista, cabecera municipal de La Ruana, la tenencia que el primero tenía bajo control con su propio ejército formado por decenas de civiles armados.

A su vez, Mora acusa a El Americano de integrar a su célula de comunitarios a ex integrantes de Los caballeros templarios y de vivir como uno de ellos: asesinando y extorsionando. Por su parte, quien dice haberse ganado la vida como vendedor de autos en Estados Unidos (de ahí su apodo) señala que quien fue su aliado y a quien ha lanzado amenazas de muerte es un asesino que se ha convertido en el cacique del terruño que ambos se disputan.

Así las cosas... Cada uno su historia, cada uno con la carga de su pasado. Un pasado que en la Secretaría de Gobernación no conocen o no quisieron conocer.