Opinión
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México SA

Tijeretazos a la vista

Recortan pronóstico

Economía desinflada

EPN: compromiso 42

C

ero y van dos. Más tardó el ministro del año en divulgar sus alegres pronósticos económicos para 2014 que la realidad en llevarle la contraria, una vez más: ni crecimiento, ni empleo, ni bienestar para los mexicanos a dos meses y pico de iniciado el año, o lo que es lo mismo, se confirma la tendencia descendente registrada en 2013. Nada para celebrar, desde luego, pero ya se le está haciendo costumbre.

Como es por todos conocido y padecido, en 2013 la economía nacional creció 1.1 por ciento, y descontando, una proporción tres veces menor a la comprometida por el nuevo gobierno para tal periodo. A lo largo de ese año, cuatro fueron los recortes realizados por los genios tecnocráticos que despachan en Hacienda a la perspectiva de crecimiento, aunque antes de ellos el machacón discurso difundía las bondades del modelito y garantizaba tiempos mejores en el segundo semestre, los cuales, dicho sea de paso, resultaron igual de malos que los del primero.

Pero tal encuentro con la realidad no les fue suficiente. Vamos, ni lo registraron, porque para 2014 la oferta gubernamental en materia de crecimiento económico fue de 3.9 por ciento –mandarriazo fiscal incluido–, con empleo para todos y bienestar a manos llenas, pues las reformas que México necesita fueron aprobadas y su efecto positivo comenzaría a notarse en el presente año. Por cierto, han transcurrido varios meses desde tal aprobación, y las leyes reglamentarias brillan por su ausencia.

Por si fuera poco, el ministro del año –que no es otro que el carismático Luis Videgaray– presumió que México crecería por arriba del resto del mundo, y por encima de algunas economías desarrolladas, como Estados Unidos, Reino Unido o Japón, pero también de algunos países emergentes, como Rusia, Sudáfrica o Brasil. El paraíso, pues.

Ese fue el compromiso, pero más tardó en arrancar 2014 que en registrarse los primeros recortes en la citada expectativa. La temporada arrancó con el Fondo Monetario Internacional, para el cual el crecimiento de la economía mexicana en el mejor de los casos no pasará de 3 por ciento en 2014, reformas incluidas. Pero el ministro del año y sus genios todo lo ven color de rosa. Incluso llegó a decir que México no tenía mayores problemas, porque sus indicadores macroeconómicos son una maravilla (lo mismo dijeron sus antecesores foxistas y calderonistas en el puesto, y son conocidos y padecidos los resultados concretos de la docena trágica).

Por cierto, como se ha comentado en este espacio, en el recuento color de rosa si los cinco antecesores de Enrique Peña Nieto hubieran cumplido con lo prometido en sus respectivos programas de gobierno, la economía mexicana habría crecido a una tasa anual promedio no menor a 5.7 por ciento en las tres últimas décadas, pero la realidad documenta que dicho promedio a duras penas alcanzó 2 por ciento, es decir, casi tres veces menos de lo ofrecido. Y en su momento los cinco (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón), palabras más o menos, aseguraron contar con una estrategia clara y viable para avanzar en la transformación de México sobre bases sólidas sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras.

El FMI, pues, no coindice con el rosa mexicano de la Secretaría de Hacienda. Pero tampoco los especialistas en economía del sector privado que permanentemente consulta el Banco de México (37 grupos de análisis y consultoría nacionales y extranjeros), quienes recortaron su proyección de crecimiento económico para 2014: de 3.41 en diciembre pasado, a 3.23 por ciento en febrero del presente año, y descontando, de acuerdo con los resultados de la encuesta levantada por dicha institución, cuyos resultados se divulgaron ayer. Pero no sólo la relativa al presente año, sino la de 2015 y 2016.

El Banco de México explica que se consultó a los analistas sobre la probabilidad de que en alguno de los próximos trimestres se observe una reducción respecto al trimestre previo en el nivel del producto interno bruto real ajustado por estacionalidad; es decir, la expectativa de que se registre una tasa negativa de variación trimestral desestacionalizada del PIB real. La probabilidad media de que en alguno de los trimestres sobre los que se preguntó se observe una caída del PIB aumentó con respecto a la encuesta anterior para los trimestres 2014-I y 2014-IV, al tiempo que disminuyó para los trimestres 2014-II y 2014-III. Dichas probabilidades en general permanecen en niveles bajos, es decir, el ritmo económico se mantendría en el raquitismo, como desde hace tres décadas.

Y de cereza, el Inegi reporta que los indicadores cíclicos coincidente y adelantado ya no sienten lo duro sino lo tupido: en diciembre de 2013 el primero de ellos se localizó por debajo de su tendencia de largo plazo al registrar un valor de 99.7 puntos, lo que representa una variación negativa de 0.07 puntos respecto al mes anterior, mientras el segundo en enero de 2014 también se ubicó por debajo de su tendencia de largo plazo, al observar un valor de 99.9 puntos y una disminución de 0.06 puntos con respecto a diciembre de 2013. Ambos modificaron su trayectoria, deteriorándose las señales de mejoría (económica) reportadas en informes anteriores.

Entonces, ¿qué resultados distintos podrían esperarse con el ministro del año y sus genios, si el equipo encargado de implementar y operar la citada estrategia –la de siempre– es prácticamente el mismo de siempre, con los resultados de siempre? Parece que echó raíces el estilo panista de ver todo color de rosa, aunque a la realidad no le guste esa tonalidad.

Las rebanadas del pastel

En su campaña electoral (28 de abril de 2012), Enrique Peña Nieto firmó ante notario público su compromiso 42: crear un seguro de desempleo temporal a nivel nacional. Ya instalado en Los Pinos, y como parte del Pacto por México (2 de diciembre de 2012) anunció que “se establecerá un seguro de desempleo que cubra a los trabajadores del sector formal asalariado cuando pierdan su empleo para evitar un detrimento en el nivel de vida de sus familias…” Casi dos años después (6 de marzo de 2014) el compromiso toma forma: “las comisiones de Hacienda y de Seguridad Social de la Cámara de Diputados decidieron que sean los trabajadores afiliados al IMSS quienes, a costa de la subcuenta de vivienda, financien el seguro de desempleo… El sector empresarial se negó a contribuir…” (La Jornada, Enrique Méndez y Roberto Garduño). ¿Así o más comprometido?

Twitter: @cafevega