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Filósofo de las causas sociales

Luis Villoro luchó por sus ideas hasta el último momento, afirma su hijo Juan

Hemos perdido una de las mentes más lúcidas, lamentan intelectuales

¿Quién ha decidido una razia contra la gente que crea?, expresa Pilar del Río

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El doctor en filosofía durante un homenaje que le brindó la Universidad Michoacana en diciembre de 2012Foto La Jornada
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Bolívar Zapata, José Narro y Luis Villoro en Ciudad UniversitariaFoto Cortesía UNAM
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Elena Poniatowska y el autor de Creer, saber, conocer, el pasado 25 de febrero en El Colegio NacionalFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de marzo de 2014, p. 4

La noticia de la muerte de Luis Villoro, acaecida ayer por la tarde, se extendió de forma rápida incluso allende las fronteras mexicanas merced las redes sociales, y de manera casi inmediata diversos personajes e instituciones nacionales y extranjeras expresaron condolencias, reconocimientos y comentarios que honran la vida y la obra del intelectual mexicano.

En tanto, la periodista Pilar del Río, viuda y traductora de José Saramago, expresó en Twitter: ¿Qué nos está pasando? ¿Villoro también? ¿Quién ha decidido una razia contra la gente que crea? Puedo sumarme a vuestro pésames por Luis Villoro y un abrazo a Juan. Gracias, amigos: qué días más tristes.

Integrantes del medio intelectual mexicano coincidieron en que la desaparición de este académico comprometido, quien fue colaborador de La Jornada, representa la pérdida de una de las mentes más lucidas, congruentes y honestas de México.

Ramón Xirau lo destacó como un hombre estudioso del indigenismo en México.

Pablo González Casanova indicó que una de las grandes virtudes del filósofo era su conducta tan vinculada a las reflexiones, y las reflexiones íntimamente ligadas a su conducta. En muchas cosas teníamos diferencias, pero frecuentemente, en momentos muy difíciles, nos encontrábamos del mismo bando, por ejemplo en la defensa de los zapatistas. Guardo gran respeto por él.

Explicar México

El historiador Lorenzo Meyer indicó que, un poco arbitrariamente, a Luis Villoro se le puede poner en dos dimensiones: como persona y como autor, académico, un intelectual, y combinarlas.

“Él en realidad no nació en México, si mal no recuerdo. Nació en Barcelona, pero una vez en México se hizo más mexicano que los nacidos aquí y se identificó mucho con el México al que él no pertenecía, es decir, al México mayoritario, trabajador, indígena, y su obra está encaminada a entenderlo y explicarlo.

“Su obra se me hace muy cercana; lo usé mucho en mis clases, el Villoro historiador, el Villoro de la Independencia, el que explica, trata de meterse hondo en las causas de la revolución de Independencia y explicarlas. Esa es de sus primeras obras; pasó el tiempo, los años, olas de historiadores, y no ha sido superada.

Como se identificó tanto con ese México, cuando estalla el movimiento zapatista se identifica plenamente con él, y en el medio se identificó con la izquierda, le dio su apoyo, la ayudó económicamente; se identificó con la izquierda, y luego con esa izquierda de origen indígena en la última etapa de su vida tiene una posición francamente en apoyo de las reivindicaciones de ese México de más fondo, al que se le llama el México profundo.

Meyer lo reconoció como un hombre de enorme congruencia: “Cuando otros transitan en sentido opuesto, radical, en su juventud y bastante conservadores en su madurez y sobre todo en la última etapa de su vida, Villoro no.

Al contrario, se le ve sistemáticamente identificado con la causa que eligió al principio y el tiempo no lo cambió. Ahondó el análisis de sus causas con el paso del tiempo pero nunca los abandonó. Hay una gran congruencia, cosa que no es muy común en el medio en el que se movió, que es el medio académico e intelectual de México.

Vida plena y rica

La de Luis Villoro fue una vida plena y rica hasta sus últimos días, manteniéndose en pie de lucha por sus ideas, afirmó anoche su hijo Juan Villoro durante las exequias, realizadas en Gayosso Félix Cuevas.

Hasta ese lugar, en el sur de la capital del país, llegaron por la noche personajes como el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, y la escritora Elena Poniatowska.

Narro Robles consideró que la del filósofo es una más de las pérdidas irreparables:

Personajes de la talla de Luis Villoro no se dan todos los días. Era uno de los más grandes pensadores, un hombre maravilloso en distintos aspectos y yo tendría que decir que era un universitario integral, completo, un gran ser humano, defensor de la dignidad y una persona que permanentemente estaba interesada en su facultad, en su instituto, en toda la universidad.

Destacó que en los momentos más importantes de la universidad estuvo presente: en los órganos de trabajo, las designaciones más trascendentes y en las responsabilidades más destacadas.

“Recibió de su universidad las distinciones mayores y, para nosotros, en consecuencia, representa una pérdida enorme, nos deja un vacío, nos deja un ejemplo y una obra.

Hizo múltiples contribuciones al pensamiento, al fortalecimiento de nuestra identidad, de la nación, a la docencia, a la investigación; fue un intelectual, un pensador, que tuvo una repercusión muy amplia. Hay muchas generaciones que se formaron alrededor de él, de sus textos. Hay muchos investigadores que aprendieron el rigor, la disciplina con él, sostuvo

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Durante la presentación de un libro, en diciembre de 2008Foto La Jornada Jalisco

Cuauhtémoc Cárdenas indicó que ésta es una gran pérdida para el país y la cultura. Nos dejó mucho, primero un ejemplo de vida y afortunadamente mucha obra escrita y muchos alumnos y discípulos.

Elena Poniatoska definió a Villoro como un filósofo y maestro sumamente importante para México, y recordó que el apoyo de este intelectual a los zapatistas fue definitivo.

“Al lado de Pablo González Casanova, el subcomandante Marcos y los jefes zapatistas jamás tuvieron tanto apoyo como el que les dio Luis Villoro, quien además los acompañó hasta lo último”, sustentó.

Él siguió yendo a Chiapas hasta una edad muy entrada, cuando le era muy difícil viajar. Los zapatistas han perdido su mejor aliado, junto con González Casanova. Su apoyo a los indígenas fue importante.

La escritora Margo Glantz reconoció al pensador como uno de los hombres más íntegros y extraordinarios que México ha producido.

No sólo porque fue un gran filósofo, sino un gran hombre, y porque además todo lo que trabajó fue maravilloso. Su relación con el zapatismo fue también extraordinaria respecto de la forma de conseguir una nueva posibilidad de salida para México. Siento mucho que haya fallecido, pues es una de las figuras más queridas, extraordinarias e íntegras, indicó.

Arco generoso de vida

Para Juan Villoro resulta muy conmovedor poder ver que el arco de la vida de su padre fue muy amplio y generoso, pues es un filósofo muy dedicado a la búsqueda de la identidad nacional.

Empezó su trabajo estudiando a los defensores de los indios, pero la vida la deparó la fortuna de poder terminar sus días convertido él mismo en un defensor de los derechos indígenas, dijo.

“Entonces, él empieza estudiando a Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga y a muchos otros, y luego a partir de 1994, con el levantamiento zapatista, el Congreso Nacional Indígena, donde tuve la suerte de acompañarlo, se pudo involucrar de manera directa en la lucha por los derechos indígenas, que todavía no se cumple y sigue siendo una asignatura pendiente. Y esto, creo, redondeó mucho su trayectoria.

“A los 90 años le hicieron un homenaje en Michoacán, donde la comunidad purépecha lo llamó Tata Vasco, y yo creo que ahí se cumplió un ciclo muy rico en su vida. Entonces nos deja muchas cosas. Somos cuatro hermanos, soy el único que vive en la ciudad de México, pero de un momento a otro llegan los demás, que vienen de distintos lugares.

“Recuerdo su carácter. La mayoría de sus alumnos lo recuerdan como una persona muy accesible. Tuvo discípulos muy notables y, sobre todo, fue una persona con mucha lealtad por sus ideas. En su caso hubo una gran coherencia de su pensamiento y forma de vida.

“Él consideraba que la filosofía era una forma de vida. Lo acompañé muchas veces con los médicos y era muy interesante cómo le hacían preguntas de su salud y luego terminaban pidiéndole consejos, porque él les daba los mejores remedios para vivir.

“La filosofía es eso: la filosofía surgió como una forma de vivir mejor y, en ese sentido, él era un hombre muy sabio. Se preparó mucho para la muerte.

“A mi papá se le pasaba mucho la mano en lo que concierne a esa preparación. Respecto al destino era un hombre muy sereno, sabía lo que había hecho, y aceptaba su destino agradeciendo todo lo que había recibido.

“Su relación con el EZLN fue decisiva. Quiso y admiró muchísimo al subcomandante Marcos, sostuvieron muchos diálogos, por momentos conflictivos, pero mantuvieron una relación de intercambio de ideas muy impresionante.

El zapatismo le abrió como experiencia lo que la filosofía le había dado como forma de reflexión. Esto es muy importante, ya que lo que él conocía como teoría a través del zapatismo lo conoció como vivencia.

Juan Villoro no quiso revelar por el momento lo que ocurrirá con las cenizas del filósofo, hasta la llegada de los demás hermanos. Acataremos su última voluntad, que, como siempre, era romántica.

Al margen de los homenajes que se le puedan rendir, dijo el escritor, lo más importante será pensar en sus trabajos inéditos. Su viuda, Fernanda Navarro, “es quien ha estado muy pendiente de los textos en proceso; sería importante hacer recopilaciones de sus textos dispersos como los que estaba escribiendo; Luis Villoro se murió pensando y discutiendo. Lo último que me dijo fue ‘¿Qué proyectos tienes? La vida está hecha de proyectos y de futuro’”.