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El sello que el poeta nos legó excede los límites de una generación, señalan

Rindieron homenaje a José Emilio Pacheco en el Centro de Cultura Casa Lamm
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de marzo de 2014, p. 7

“La poesía de José Emilio canta el cuento de la tribu y mantiene una constante lucha con el yo para afirmar un nosotros que muy pronto pasará y abrirá camino a quienes lucharán con el ‘ego picota’ e intentarán afirmar el nuevo nosotros”, expresó el poeta Hugo Gutiérrez Vega al participar la noche del lunes en el homenaje a José Emilio Pacheco, efectuado en el Centro de Cultura Casa Lamm.

Al recordar a Baudelaire, José Emilio nos dijo que la poesía tiene una realidad principal: la del sufrimiento, pero, al mismo tiempo, se mueve con pisadas leves en el territorio de la magia y rescata los amores, los benditos segundos del éxtasis y la variada gama de los días que, a pesar de todo, tienen una irreductible originalidad. Las novelas, escritas por poetas, alcanzan esa calidad lírica sin abandonar el cauce narrativo.

Claudia Gómez Haro, directora académica de Casa Lamm, afirmó que el homenajeado, quien es leído y estudiado en la licenciatura, maestría y doctorado en literatura y creación literaria que allí se imparte, no hablaba de él, de sus poemas, de sus obras, José Emilio Pacheco nos hablaba a través de sus poemas.

Francisco Pérez Arce, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dijo encontrar a menudo en las conversaciones cotidianas “citas de JEP, una frase o el fragmento de un poema. Pocos escritores dejan su sello en el lenguaje de una época, de los habitantes de un país, de una ciudad. Un sello que rebasa los límites de un grupo o una generación. Hay poemas de José Emilio que tienen esa cualidad.

El museógrafo Marco Barrera habló del José Emilio Pacheco maestro y en particular del Seminario de redacción para historiadores que el también traductor impartió de 1983 a 1988 en la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

Entre otras cosas, señaló, José Emilio nos aleccionó sobe la problemática que implica la redacción de cédulas para un museo, que aunque pocos las lean, deben ser impecables y éstas, él proponía, deberían seguir los principios de la redacción periodística.

Para Barrera, “José Emilio Pacheco fue como el John Cage de nuestra literatura. Lo digo en serio: al leer su poesía, uno no deja de disfrutar sus silencios, sus 4’33”; como alguna vez me dijo un marakame huichol: ‘saber poner las cosas en su lugar –en su caso las palabras– es un don de dioses’”.