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El mar
E

l mar en todas sus manifestaciones es un motivo literario y por ende, un motivo teatral. En nuestra cultura –heredada de los conquistadores– existe desde los antiguos griegos, y hemos de recordar Medea de Eurípides cuando la maga le echa en cara a Jasón, quien capitanea a los argonautas –los marinos voluntarios del buque Argos en busca del Vellocino de oro–, lo que ha hecho por él. En La Odisea de Homero el mar es un elemento indispensable pero no ha sido llevada al teatro, excepto, hasta donde sé, en un espectáculo de títeres en Costa Rica. De cualquier manera, es una gran tentación para los teatristas referirse a la grandeza de los océanos y muchos lo han hecho, ya sea en adaptaciones de novelas clásicas, ya en textos originales.

Entre los primeros estaría Moby Dick de Henry Melville, en una adaptación de Orson Welles traducida por Ignacio Retes, quien la dirigió en 1964 a base de claros y oscuros que dejaban sombras según la escenografía de Julio Prieto que todavía se recuerda por sus soluciones. Como algunos recordamos, más por las escenografías de Alejandro Luna que por el montaje de Mario Espinosa, la versión infantil de la novela de Julio Verne 20,000 leguas de viaje submarino. A propósito de esta última, existe una versión en Costa Rica cuyos detalles desconozco.

Emilio Carballido, al fin veracruzano, tiene varias obras en que nos topamos con el mar entre las que sobresale El mar y sus misterios, que fue escogida por el propio autor en un homenaje que le hizo el Instituto Nacional de Bellas Artes para ser representado. El mar y sus misterios no es lo más logrado del dramaturgo, pero presenta a los seres marinos como personajes independientes. Esta fantasía es difícil de representar pero Ricardo Ramírez Carnero, logró salir adelante. Otra obra de temas marinos de Carballido es Fotografía en la Playa.

El viejo y el mar de Ernest Hemingway, tiene una adaptación muy libre por el actor Ramón Díaz; tiene un juego de mímica, títeres, guiñol, y linterna mágica. Es unipersonal que resume la famosa novela del autor estadunidense, asentado en Cuba. Otro dramaturgo muy conocido, Alejandro Casona, es autor de Siete gritos en el mar, en donde varios importantes viajeros son avisados de que los torpedearía un submarino alemán, nazi. Todo resultó el sueño de un personaje y la obra no se pudo representar hasta que desapareció la dictadura franquista.

El mar dulce compuesto con fragmentos –sobre todo de José Sanchis Sinisterra y crónicas del siglo XVI– de distintas obras y dirigida por Cristina Samaniego trata de la expedición en busca de El Dorado, a cuya cabeza estuvo Lope de Aguirre la cólera de Dios.

Cenizas sobre el mar de José Assad presenta una balsa con seres espectrales que discuten acerca de la condición humana. Un belén en el mar pretende que el nacimiento del niño Jesús se de en el fondo del Océano. El tema también se presta para comedias como Vacaciones en el mar de Ángel Rieno que trata de quienes viajan en un crucero.

Vuelo sobre el Océano de Bertolt Brecht, es otra obra de un autor muy importante. De Marta López Pardo, Océano, afirma que lo interesante no es llegar a la costa, sino el intento de lograrlo. Casi ya no se representa o se lee a Jean Giraudoux, aunque su obra Ondina, que recrea la vieja leyenda de la sirenita, se sigue escenificando en países francófonos. Porque así son las cosas del mar de Verónica Musalem presenta la larga espera de una mujer en una cantina de marineros, hasta que llega su viejo amor.

Para los niños también hay obras con este tema, entre las que están Carlota aventura en el mar, y Piratas, de Víctor Antero Flores y El circo del mar. En la actualidad muchas de estas obras infantiles persiguen un fin didáctico acerca del cuidado del medio ambiente. Hay que tener cuidado porque los infantes detestan que se deslicen moralejas en lo que debiera ser pura y absoluta diversión, siempre y cuando se conserven los principios éticos de nuestra sociedad.