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La escritora presentó la biografía del astrónomo mexicano en la feria del libro de Minería

Elena Poniatowska viaja por la vida del jefe gruñón Guillermo Haro

Se muestra al hijo, al esposo y al padre, así como al contestario e inconforme político, afirma

 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de febrero de 2014, p. 4

El trabajo y aportaciones del destacado astrónomo mexicano Guillermo Haro (21 de marzo de 1913-26 de abril de 1988), así como sus contribuciones a la ciencia nacional e internacional fueron destacados por la escritora y periodista Elena Poniatowska y por el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), José Franco López.

La noche del domingo, como parte de las actividades de la 35 edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, se presentó la obra Universo o nada: biografía del estrellero Guillermo Haro de la autoría de la ganadora del Premio Cervantes de Literatura 2013.

Esta biografía es un viaje a través de la vida de Haro, donde se presenta al hijo huérfano, al contestatario e inconforme político, al astrónomo erudito, al esposo y padre, así como al jefe gruñón y director de dos observatorios en el país, detalló la escritora.

Es un libro sobre la vida de un científico, me tardé en escribirlo por el acceso a su archivo, a todas las cartas que escribió a sus discípulos, a la gente que él mandó fuera (del país) como Arcadio Poveda Ricalde, Manuel Peimbert Sierra y Silvia Torres Castilleja, entre otros, relató Poniatowska.

Se trata de una obra que consta de 420 páginas y que tiene un libro antecesor: La piel del cielo, en el que “le inventé muchas amantes (…) Mezclé su infancia,  su amor por su madre, una excelente mujer; y su juventud, pero le colgué miles de milagros y otras cosas porque era una novela, pero ahora este libro ya es en serio, es una biografía en forma, con cartas señaladas”.

Odio a los ovnis y aliens

El astrónomo y la escritora se conocieron en 1965, cuando Poniatowska le realizó una entrevista.

Durante el acto, al que se dieron cita decenas de personas, la periodista hizo patente su sentido del humor al recordar que el científico sentía apatía y hasta odio por el fenómeno extraterrestre. “Guillermo odió los ovnis y los aliens, por eso se molestó conmigo cuando sentí afinidad y empatía con el E.T. (filme del estadunidense Steven Spielberg de 1982)”.

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Elena Poniatowska firma algunos libros en la Antigua Capilla del Palacio de Minería, donde se destacó el trabajo y las aportaciones de Guillermo Haro a la ciencia nacional e internacionalFoto Cristina Rodríguez

Guillermo Haro nació en la ciudad de México el 21 de marzo de 1913. Estudió filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y posteriormente comenzó a mostrar un gran interés por la astronomía. Fue uno de los primeros colaboradores del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla, del que posteriormente fue director. Entre 1943 y 1944 realizó estudios y trabajos de investigación en el Observatorio Astronómico de la Universidad de Harvard. También fue investigador del Observatorio Astronómico de Tacubaya, al que también encabezó.

Investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM y fundador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica. En dos ocasiones ocupó la presidencia de la AMC e ingresó al Colegio Nacional en julio de 1953.

En 1953 recibió la medalla de oro Luis G. León de la Sociedad Astronómica de México; en 1962 la medalla honorífica de la Academia de Ciencias de Armenia y, en 1963, el Premio Nacional de Ciencias.

De acuerdo con la semblanza de Haro publicada por el Colegio Nacional, el astrónomo, en colaboración con los profesores Luyten y Zwicky, organizó la primera Conferencia sobre Estrellas Azules, celebrada en Estrasburgo en agosto de 1964, y junto con los doctores Samuel Ramos y Elí de Gortari, fundó el seminario de Problemas Científicos y Filosóficos.

Franco López subrayó las aportaciones y descubrimientos científicos de Haro, su empuje en la creación de diversas instituciones y su relevante participación en varios de los más importantes observatorios nacionales de la época, que han hecho fuerte a la ciencia mexicana.

Resaltó que el astrónomo descubrió cosas extraordinarias, como los objetos Herbig-Haro, estudió lo que se pensaba en aquella época eran estrellas azules, e incluso hay un cometa que halló junto con su amigo Enrique Chavira, el Haro-Chavira, y por todo esto recibió en 1986 la Medalla Lomonósov de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, el equivalente al premio Nobel.