Opinión
Ver día anteriorDomingo 23 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Zócalo
A

hora nuevamente tenemos que hablar de nuestro querido Zócalo, ya que el gobierno de la ciudad ha anunciado que será remodelado. Se habla de que se busca darle una nueva cara. Recordamos el concurso que se realizó durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, en que se presentaron excelentes proyectos y un consejo de prestigiados especialistas seleccionó tres finalistas. Nunca se supo por qué no se realizó el proyecto ganador. Lo que sí sabemos es que costó tiempo y dinero. Como mencionó el arquitecto González Gortázar en estas páginas, ¿por qué no se retoman esos trabajos?

Existe preocupación porque obras públicas en espacios históricos se realizan detrás de una barda y el ciudadano se entera de lo que se hizo cuando se inaugura. Eso está sucediendo en la plaza Manuel Gamio, que se encuentra a un lado del Zócalo, y en donde se dice que están removiendo el piso de piedra para poner losetas y que se va a mover la fuente-maqueta del centro ceremonial. El conjunto fue obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y ahora no sabemos de quién es, ni en qué consiste. No hay que olvidar que esos espacios son patrimonio de la ciudadanía, no del gobierno.

En tanto se sabe más del asunto, recordemos algo de la historia de esta majestuosa plaza, que es la tercera en dimensión en el mundo. Se calcula que hacia 1325 se fundó la ciudad de México-Tenochtitlán, alrededor de un centro ceremonial que se levantó donde hoy se encuentra la Plaza de la Constitución o Zócalo. La traza de la plaza española, prácticamente siguió la de la metrópoli mexica. Sobre las ruinas de los templos y palacios erigieron la ciudad virreinal.

En lo que había sido el palacio del emperador Moctezuma, se levantó la sede del poder español: el palacio de los virreyes, hoy Palacio Nacional; la primera catedral se inició alrededor de 1524, sustituyéndose casi un siglo más tarde con la que vendría a ser la actual, que tardó en concluirse cerca de 300 años. En el siglo XVIII se le construyó el bello sagrario en estilo barroco.

Frente a la catedral se edificaron las casas del cabildo, importante institución que reguló y registró la vida cotidiana de la capital. Ahora es la sede del gobierno de la ciudad. A un costado se estableció el Portal de Mercaderes, que continúa vivo. Durante muchos años en la plaza se levantó la horca y la picota, una fuente para que se surtieran de agua los vecinos y durante siglo y medio el mercado del Parián.

A finales del siglo XVIII el racionalismo y la ilustración que sustentaron las Reformas Borbónicas realizaron un cambio que limpió la Plaza Mayor y abrió el camino a la modernidad. Con motivo de la jura de la Constitución de Cádiz en 1913, la Plaza Mayor cambió su nombre a Plaza de la Constitución. Durante uno de los múltiples gobiernos de Santa Anna, le encargó al arquitecto Lorenzo de la Hidalga un monumento a la Independencia, del que solamente se construyó su zócalo o basamento. De ahí el pueblo bautizó la plaza.

Ya hemos comentado que la historia del Zócalo, corazón del corazón de México, refleja en muchos sentidos la del país entero. Ha padecido motines, inundaciones, incendios, reconstrucciones. Ha sido la sede de los festejos más importantes y de grandes tragedias, es el sitio en donde se festeja con júbilo y donde se manifiestan inconformidades; es un espacio venerable en todos los sentidos, así es que hay que tener mucho cuidado con lo que se le hace.

Para un rato de solaz vamos a comer a El Mayor, ubicado en una terraza ubicada en los altos de la librería Porrúa, justo enfrente del Templo Mayor. Está teniendo una grata remodelación pero sigue atendiendo al público. Puede botanear con unos tacos de atún, después la sopa de lentejas con pato, y de plato fuerte, el robalo con huitlacoche. De postre, el pastel de nopal con jarabe de tequila, creaciones del joven chef José Castro.

Para Federico Campbell y Carmen Gaitán