Opinión
Ver día anteriorJueves 20 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Me acuerdo VIII
M

e acuerdo que viví varios años en París, el boulevard Saint Michel, adoquinado. Durante meses me alojé en un hotel pequeñito del barrio latino situado, creo, en la calle de Monsieur le Prince, en el año memorable de 1953, cuyo invierno fue muy crudo.

Me acuerdo que, cuando vivía en París, me gustaba tomar el metro desde la Ciudad Universitaria, cambiar en Denfert Rochereau, bajarme en el Luxemburgo, abordar luego el autobús 21 y bajarme en el Palais Royal.

Me acuerdo que me gustaba caminar por la rue Richelieu, rumbo a la Biblioteca Nacional, a cuya puerta hacía cola detrás de algunos príncipes rusos, hecho extraordinario cuya excelsa significación solía recalcarme el portero que vigilaba la democrática distribución de los lugares.

Me acuerdo que en la rue Richelieu me detenía frente la vidriera de un almacén donde vendían muchas variedades de quesos.

Me acuerdo que pregunté cuántas variantes de queso tenían y me contestaron que trescientos cincuenta.

Me acuerdo del queso que más me gustaba, el Thomme de Savoie, recubierto de ceniza negra y semillitas de uva.

Me acuerdo que me deprimo los domingos.

Me acuerdo de los años cincuenta del siglo pasado en Francia, estaba en pleno apogeo el existencialismo, las mujeres y los hombres se vestían de negro, eran pálidos, delgados, oían a Juliette Gréco y a Jacques Douai.

Me acuerdo de las calles de París cuando circulaban esos cochecitos llamados quatre chevaux. Parecían latas de sardinas, la vida era muy barata y los libros también.

Me acuerdo que en el barrio latino vivía gente común y corriente y también intelectuales.

Me acuerdo de varias magníficas librerías, algunas se han desplazado a barrios menos a la moda.

Me acuerdo del boulevard Saint Germain, alberga hoy boutiques de alta costura y la famosa librería llamada Le Divan ha sido sustituida por una boutique Christian Dior.

Me acuerdo que hace unos días otra librería desapareció de París.

Me acuerdo cuando las editoriales no eran propiedad de holdings gigantescos y las Prensas Universitarias de Francia estaban en todo su apogeo.

Me acuerdo de una librería de Presses Universitaires en el boulevard Saint Michel donde compraba libros y la Quinzaine littéraire.

Me acuerdo que hace como cuatro años fui a buscar libros y revistas a esa librería: había sido sustituida por una boutique Lévi-Strauss.

Me acuerdo que hubo por lo menos dos personajes apellidados Lévi-Strauss, uno fabricaba pantalones y el otro fue un gran sociólogo.

Me acuerdo que había muchos cines en Saint Michel, por ejemplo el Champollion que sigue exhibiendo eternamente sus clásicas películas.

Me acuerdo cuando caminaba hasta la iglesia de Saint Germain, cerca de Deux Magots y el Café de Flore, lugares casi de peregrinación porque muchas veces solían aparecer por allí Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, tocada eternamente de un turbante.

Me acuerdo que en Deux Magots hay una placa que señala el lugar donde se sentaban Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir.

Me acuerdo que Claude Lanzmann tuvo un largo romance con Simone de Beauvoir.

Me acuerdo del revuelo que causó en Francia y en el mundo El segundo sexo, el famoso libro de Simone de Beauvoir.

Me acuerdo de una frase que escribió Simone de Beauvoir en 1980: No olvidar jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para poner en cuestión los derechos de las mujeres.

Me acuerdo de Shoa, el documental de Claude Lanzmann.

Me acuerdo de que visitó mi jardín e hizo su nido un pájaro cuyo pico era verde seco y sus plumas rojo escarlata.

Me acuerdo que cuando despertó la Bella Durmiente no recordó lo que había soñado durante todos esos años.

Me acuerdo de que aunque parezca mentira no sé muy bien si el paleolítico va antes del neolítico.

Me acuerdo que para hacer un libro de este tipo hay que utilizar figuras retóricas de nombres rimbombantes: paronomasia, anáfora, oxímoron, polisíndeton, hipérbaton, lítote, hipérbole, anacoluto, catacresis...

Me acuerdo que escribir a máquina se volvió obsoleto.

Twitter: @margo_glantz