Cultura
Ver día anteriorLunes 3 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La poeta se incluye en el libro Cantos de luna, editado por Pluralia

Los autores indígenas escribimos de un nosotros: Enriqueta Lunez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 3 de febrero de 2014, p. a11

San Cristóbal, Chis.

Ser escritor en lenguas originarias es muy distinto a serlo en idioma español. En nuestro idioma (en mi caso, el tzotzil) se habla de una colectividad, escribimos de un nosotros, no de un yo que habla de una manera muy interna, aunque ahora hay muchos compañeros que comienzan a hablar de sí mismos. La afirmación es de Enriqueta Lunez (San Juan Chamula, 1981), quien a finales de 2013 publicó el libro Cantos de luna, editado por Pluralia con el auspicio del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en una serie que incluye a las poetas Irma Pineda (zapoteco), Celerina Patricia (mixteco), Juana Karen (chol) y Mikeas Sánchez (zoque).

“Hablar de mi experiencia es hablar al mismo tiempo de una viviencia compartida; tiene que ver con la raíz de la identidad de un pueblo. Por ejemplo, el poema Chamulita habla de la experiencia no sólo de un chamulita, sino de otro indígena que camine por la ciudad, ya que en la secundaria, en San Cristóbal, fui muy señalada, aprendí que la palabra chamulita tiene un sentido peyorativo, significa sucio, atrasado: Cuando camino por tus calles/ tu boca dice, chamulita/ chamulita soy, te digo./ De pequeña/ pregunté por qué me nombrabas con odio/. Añoré la muerte/ soñé con tu ropa y espejo/ usé tu perfume./ Chamulita soy, te digo/ escucha bien,/ Chamulita, moriré”.

En un taller de danza comunitaria la instructora le pidió escribir un texto para traducirlo a un lenguaje corporal, así nació su primer poema, Pasos en silencio, allá por el año 2000. No fue hasta 2003, cuando estudiaba Etnosicología en la Universidad de Sinaloa, que el antropólogo Jesús Ángel Ochoa la animó a escribir en su lengua. En su primer poemario, Juego de nahuales (coleccion Libros del Rincón, Secretaría de Educación Pública, 2008) “hay algunas vivencias de niña que quise rescatar, como en en el poema ‘Carguero’, porque mi padre es músico tradicional. La relación que tuvo él con los cargos en el pueblo influye en mí de manera profunda: el amor por la tradición. Soy la danza,/ soy el arpa llorando./ Soy el canto,/ soy el incienso derramado en un altar con olor a santos./ Soy el rezo,/ soy la vela privilegiada en este templo,/ soy la minúscula parte desconocida por el tiempo.

Cosmovisión chamula

Para mí la poesía es la síntesis de la realidad, de la vida cotidiana, porque tiene la virtud de que es posible narrar un pasaje del día en pocas palabras, en forma rítmica. Tiene que ver con la música, con el tono, con la canción. El primer poemario trata en general de la cosmovisión de mi pueblo, de la importancia de los sueños y de los rezos, la importancia que tiene su relación para un chamula: el sueño y la oración pueden curar, lograr algo tan apreciado como la salud física y espiritual de las personas. También quise destacar la importancia de mi lengua, mostrarle al otro (en este caso, el mestizo) que uno es capaz de escribir en una lengua minoritaria.

Enriqueta considera que la gente ajena a una comunidad suele tener ideas equivocadas respecto de la imagen de la mujer indígena: Está en una vitrina donde no hay una mujer capaz de luchar por sí misma, se le trata como inválida. Aquí hay una cuestión política, donde cabe la idea del paternalismo, si la mujer de la comunidad pudiera tomar conciencia de su fortaleza, de que es capaz de tomar decisiones por sí misma, se daría realmente un cambio en una comunidad. Habemos unas cuantas (desde la literatura, la academia, la investigación) que vamos sumando, pero hablando en general, de la mujer que allí nació, allí formó una familia, allí no se ve esa independencia, por lo menos yo no la veo. Cuando se mira el fondo del vaso se da uno cuenta de que ese es un camino más largo, angosto, de difícil acceso, porque es luchar contra ciertos patrones  cullturales. Esto hace que los programas del gobierno no funcionen, porque lleva sus propuestas para mejorar la comunidad, sin tomar en cuenta lo que necesita por ella misma. Por ejemplo, en la cruzada contra el hambre les llevan una lista de canchas, láminas, drenaje y la asamblea supuestamete elige, pero en realidad sigue siendo una fórmula que lleva el gobierno. Mejor, la comunidad podría pedir el tratamiento de las aguas negras; prefiere láminas, porque no hay una conciencia del medio ambiente.

Afirma que su segundo libro, Cantos de luna, es un intento por retratar a estas mujeres; siento que aún falta, es una necesidad que tengo de retratatar a una mujer aguerrida, valiente, con conciencia de sí misma, de las diferentes oportunidades que tiene para realizarse. Siento a las que describo como si caminaran de puntitas, sin plantar bien los pies en la tierra. Me hace falta desnudar a esta mujer.

Escribe Enriqueta Lunez: Te busco, me busco/ ¿Dónde quedó nuestro camino?/ ¿Dónde quedaron los juguetes?/ ¿Dónde quedó tu cuerpo?/ Te busco camino al panteón, al bosque, a la cantina./ ¿Quién se atrevió a mancillarte?/ Te gritaron puta/ y aspiras cocaína/ te pintas las uñas/ hasta callar tu voz.

Siento que mi camino aún se está construyendo. Es como entrar en un bosque donde no hay un camino como tal y hay que ir abriendo paso. La literatura en lenguas indígenas está en esa búsqueda para aportar su palabra a la literatura mexicana y ser parte de ella.