Opinión
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Apuntes Postsoviéticos

Desenlace pendiente

L

a disputa por el poder en Ucrania –dos meses de protestas multitudinarias, al comienzo pacíficas y luego violentas, tres muertos por impacto de bala, 140 detenidos por participar en enfrentamientos con la policía, cientos de heridos, en resumida numeralia de la crisis– entró en una suerte de pausa previa a una nueva batalla entre gobierno y oposición.

El presidente Viktor Yanukovich, forzado por la presión de la calle, hizo importantes concesiones –sacrificó el gobierno del primer ministro Nikolai Azarov, derogó el paquete de leyes restrictivas, aceptó cambiar en el futuro el sistema político, basándose en el modelo de Constitución de 2004 con un recorte sustancial de las facultades del Ejecutivo en favor del Legislativo, y firmó una ley de amnistía que beneficia a los detenidos, salvo los acusados de delitos graves–, todas las exigencias de la oposición, menos la principal: convocar elecciones anticipadas para presidente y diputados.

Yanukovich se aferra al cargo porque no encuentra otra forma de blindar los negocios de su entorno, hijos y amigos que se volvieron multimillonarios mientras él despacha como presidente.

La oposición quiere que el mandatario se vaya ya y, por eso, rechazó desocupar los edificios gubernamentales, condición fijada en la ley de amnistía que da dos semanas de plazo para hacerlo, mientras casi un centenar y medio de activistas permanecen entre rejas como rehenes.

Los manifestantes no piensan suspender las protestas, al tiempo que Yanukovich dice que cumplió todas las demandas de la oposición, y ésta revira que no es cierto, que había aceptado liberar a los detenidos sin condiciones.

Los dirigentes opositores, que no pueden controlar a los grupos radicales y nacionalistas, sopesan qué hacer. Elena Lukash, la vocera de Yanukovich que se declaró enfermo y guarda cama por una gripe, afirma que las negociaciones continuarán.

A todo esto, el martes próximo comienza el periodo ordinario de sesiones de la Rada y la bancada oficialista presentó ya su primer conato de escisión, no hay ninguna garantía de que se conserve la disciplina del voto y tampoco debe descartarse que se estén configurando pactos entre los diputados contra la presidencia de Yanukovich.

Ucrania tiene un panorama sombrío, con una economía paralizada en espera de que Rusia reanude la prometida ayuda financiera, suspendida como forma de presión hasta que se forme nuevo gobierno.

Lo único que puede anticiparse, pendiente el desenlace de esta crisis que enfrenta –para decirlo en términos de ideología– a una derecha mala con una derecha peor, o viceversa, es que para la mayoría de los ucranianos, al margen de quién quede al frente del país, no habrá mejoría en su cada vez más deteriorado nivel de vida.