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Cumbre de América Latina y El Caribe

El presidente Enrique Peña Nieto destaca la vocación social del uruguayo

Estamos recontra colonizados: Mujica al recibir la Orden del Águila Azteca

También reconoce sus aciertos como gobernante, pues su país lleva 10 años de crecimiento

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El presidente de Uruguay, José Mujica, saluda a su par mexicano, Enrique Peña Nieto, después de recibir la Orden del Águila Azteca en ceremonia celebrada en La Habana. El mandatario sudamericano sostuvo que él y muchos más deben agradecer a México por recibir a los perseguidos políticos de Uruguay y de otros paísesFoto Ap
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de enero de 2014, p. 5

La Habana, 28 de enero.

La ceremonia donde el presidente Enrique Peña Nieto invistió a su homólogo de Uruguay, José Mujica, con la Orden del Águila Azteca, dejó en mexicanos, uruguayos y cubanos una pregunta del viejo dirigente de la izquierda del continente: ¿Para qué colonialismo si estamos recontra colonizados en nuestra manera y afán de comprar, y morimos mirando la vidriera y consagrados por las tarjetas?

El mandatario mexicano habló de las cualidades que llevaron a decidir la distinción para el uruguayo: un hombre sobrio, líder social y ciudadano del mundo. “En incontables ocasiones la vida lo llevó por senderos arriesgados que pusieron al límite su voluntad e, incluso, lo privaron de libertades fundamentales. Sin embargo, por más ardua que fue la prueba, José Mujica se levantó, una y otra vez, para seguir andando el camino’’, apuntó Peña Nieto.

Invitados para la ocasión, lo mismo Fidel Castro Díaz-Balart –parecidísimo físicamente a su padre–, quien funge como vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba, que el titular de la Secretaría General Iberoamericana, el uruguayo Enrique Iglesias.

También asistieron el embajador de México en Cuba, Juan José Bremer, desplegándose como anfitrión mientras llegaban los dos presidentes provenientes de la Pabexpo, donde sesiona la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Y en esa espera, mientras Jacobo Zabludovsky conversaba con Eusebio Leal, artífice de la restauración de La Habana histórica, el escritor Leonardo Padura comentaba con modestia sobre el impacto editorial de su novela El hombre que amaba a los perros y de la reciente aparición de la versión en inglés, y también el músico Leo Brouwer, entre otros invitados de todas las procedencias hasta reunir un centenar.

Pasado el momento de la imposición del collar, José Mujica tomó el micrófono y reiteró su rechazo a toda formalidad: nada de corbata o afeites. Pero tampoco pasó por alto el momento: “Cuando empiezan estas cosas (los homenajes) es porque te falta poco…”, dijo riéndose de sí mismo.

La relación, la química que la llaman, entre Peña Nieto y el presidente de pasado guerrillero surgió hace exactamente un año en Santiago de Chile, en el contexto de la primera cumbre de la Celac, donde el mandatario mexicano prácticamente debutó en las lides internacionales. Llevaba menos de dos meses en el cargo.

Luego de la reunión, Mujica viajó en el avión presidencial TP-01, con aquel a quien él mismo tenía que recibir en Montevideo –Peña Nieto– en una visita oficial que duró unas horas. Y fueron hablando de todo. Hoy, el jefe del Ejecutivo mexicano recopiló en un listado de méritos la impresión de entonces: Desde su temprana juventud y con gran audacia (Mujica) asumió la vocación de convertirse y ser un agente transformador de su país. También destacó sus aciertos como gobernante, pues Uruguay, dijo Peña, suma 10 años de crecimiento con estabilidad y es el país más equitativo de América Latina.

Mujica, por su parte, se fue a la memoria. A la suya de hace mucho cuando veía en su país películas de Jorge Negrete y de Cantinflas (ese fenómeno de la comunicación de nuestra juventud), para ir enseguida a otra evocación: Andando y andando en la historia de nuestra América, cuántos latinoamericanos perseguidos recalaron bajo el pabellón mexicano.

Él y muchos, aseguró, deben agradecer a México por recibir a los perseguidos políticos de Uruguay y de otros países. Y reiteró su eterno alegato: Tal vez nunca los hombres han tenido tanto; tal vez nunca ha habido tanta gente infeliz en la soledad multitudinaria de nuestras grandes megalópolis; con una falta de cariño elemental, con una enorme soledad en el medio de la multitud.

Terminado el momento de los micrófonos, Peña y Mujica reanudaron, parecía de lejos, la conversación iniciada hace un año en el Cono Sur.