Opinión
Ver día anteriorMiércoles 15 de enero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Una, dos, tres estrategias
E

ste 2014 comenzó, tal como acabó el pasado 2013, con la difusión de varias estrategias diseñadas, a golpes de oportunidad difusiva, desde lo alto del poder. Sin duda, una predilección comunicativa del actual gobierno federal. Más allá de eso no se visualiza más que la continuidad del deterioro sociopolítico y económico o, en el peor de los escenarios, un cercano precipicio. Michoacán ha sido lugar privilegiado para algunas cuantas de tan esforzadas aventuras burocráticas. La banca, ya bien rescatada, no se pudo quedar sin una de ellas difundida con cuidadoso tacto. Secretarios del gabinete van y vienen presurosos y lanzan discursos terminales: el campo será productivo y autosuficiente, bajarán los intereses bancarios, habrá empleo bien remunerado, la paz retornará a todos los rincones de la patria. No hay por qué escatimar palabras de aliento, arguyen desde lo alto. Todo está al alcance de un discurso difundido por todos los medios que, en efecto, son muchos.

La realidad, en cambio, continúa siendo esquiva ante la algarabía oficial y muestra su cara por demás dura, contestataria y decadente. No hay, en efecto, bases efectivas para presentar escenario positivo alguno, por más que las autoridades se empeñen en dibujar algo acorde a sus pretensiones. Los problemas básicos del país ahí están, espantíferos, tan dramáticos como siempre. No han desaparecido sino, por el contrario, se han complicado y robustecido las aristas más filosas. Éstas crecerán en la medida en que las recientes modificaciones legislativas comiencen a mostrar su verdadera intencionalidad depredadora de las masas. Ningún artilugio hará desaparecer del horizonte cotidiano el dolor y las privaciones de los muchos millones de seres humanos que sufren las consecuencias derivadas.

No hay que quitar el dedo del renglón. El problema de esta época, sobre todo en este país, pero extensivo a varias partes del mundo (casi todas) es la desigualdad. Ese es el núcleo de toda la problemática del presente. Poner el acento en la pobreza; uno de sus derivados bien puede ser considerado como un distractor evitable. Proclamar a todo pulmón difusivo, tal como hacen medios de comunicación integrados al sistema dominante, la riqueza de algunos cuantos plutócratas y celebridades es sin duda la contraparte de la deformidad que aqueja a todo afán de justicia. En México, todas las reformas legislativas efectuadas, y de las cuales se presume la efectividad para lograrlas, llevan la explícita intención de agrandar las diferencias entre los que todo (o casi) lo tienen y los de abajo. No hay ya duda de tales intenciones, si en cualquier parte donde se han llevado a cabo cambios idénticos los efectos desequilibrantes ya están bien documentados. Tampoco hay lugar para especular sobre los efectos que tendrá la llamada reforma energética. No se irá con ella más allá de un nuevo reparto del botín en que se han convertido, con el artilugio legal, los bienes y las riquezas nacionales. El reparto quedará entre los preferidos del poder, sean locales o externos. Poco o nada goteará a la base como pretenden discursivamente los voceros del oficialismo.

El llamado que algunos burócratas partidarios de la llamada izquierda (PRD) han hecho en los últimos días para unificar esfuerzos de oposición a tal reforma caen en el vacío que ellos mismos crearon. Y no podría ser de otra manera. Los llamados chuchos (y demás aliados), bien aferrados a los cargos directivos del moribundo PRD, después de sus trapacerías, pretenden aliarse con Morena y con AMLO para presentar frente común ante el poder priísta. Vaya desfachatez de tales gañanes. Usan para ello la muletilla de la unidad para potenciar las fuerzas de izquierda. Tal como ellos la despreciaron para firmar el triste Pacto por México: ese parapeto mediante el cual se llegó a este lastimoso estado de cosas. La conexión del famoso pacto con la venidera subasta petrolera y eléctrica es directa, sin tapujos que la cubran. A ello contribuyeron, con diligencia inaudita los mandones del PRD. En esas convenencieras aguas se movieron a sus anchas y, ahora, espantados por las consecuencias (incluso para su propio cinismo) corren en pos de ayuda y salvamento. El lobo ya lo tienen enfrente y les carcome las pocas bases de sustento que podrían tener. Las elecciones de 2015 darán puntual cuenta de ello.

La defensa de un modelo alternativo al actual no fructificará mediante la firma de cooperación entre unos cuantos dirigentes notables de la izquierda. La harán las masas afectadas que ya comenzaron a empujar hacia adelante. El proceso para alentar una mayor concientización tendrá que multiplicarse para llegar robustecidos a las elecciones venideras: las inmediatas de 2015 y las mediatas de 2018. Morena hace bien en deslindarse de los llamados chuchos a defender las riquezas ya en inminente subasta. Es el único organismo que tiene y ensancha su base popular. Y ahí se tiene que encontrar la energía constructiva y no en los cenáculos o conciliábulos, tan sobados por los burócratas partidistas.