Opinión
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Infancia y sociedad

Carta para Miguel A. Mancera

E

stimado doctor Mancera: el Día de los Reyes Magos es para mí fecha obligada de reflexión sobre la triste realidad de los niños en todo el país y, en este caso particular, en nuestra capital. A diario los encontramos vendiendo chicles, tocando acordeoncitos o de plano mendigando. Ni qué decir de otros niños que no vemos en cualquier zona de la ciudad, pero que sabemos –y usted lo vio de cerca en la PGJDF– son utilizados en la prostitución, maltratados, explotados o abandonados.

Desde que usted era candidato le estuve enviando propuestas para atender a ese sector de la población en forma humanista, integral y creativa, con programas fundados en el derecho y la experiencia. Hasta la fecha no he recibido respuestas ni sé si tales proyectos llegaron alguna vez a sus manos, por lo que hoy quiero hablarle de ello públicamente, ya que estoy convencida de que si existe una voluntad política es factible proteger el desarrollo de todos los niños y ofrecerles calidad de vida en esta inhóspita metrópoli. Las vías para el financiamiento son múltiples en México y en el extranjero.

Sé perfectamente que, por mandato federal, existe un DIF para el DF, pero no sé si usted sabe que esa institución es un modelo perverso que desde su aparición, en el gobierno de José López Portillo, vino a eliminar las instituciones de atención específica para la infancia, como el INPI, y fue desdibujando poco a poco al niño como sujeto de derechos, diluyendo sus necesidades entre las de familias, discapacitados y ancianos. Sin embargo, para la atención de los adultos mayores, el GDF es vanguardia incluso a escala internacional, y ha creado para eso un instituto modelo; ¿por qué no hacer lo mismo para los menores y, sobre todo, para los menores que viven en la calle o que están en riesgo de hacerlo? Cuauhtémoc Cárdenas en su momento creó un fideicomiso que, si bien no llegó a madurar y consolidar sus tareas, fue un buen intento para hacer frente a los problemas de la pobreza infantil y sus consecuencias en el DF. Para nuestro desconcierto, AMLO interrumpió ese proyecto sin ofrecer opciones. Los niños –es cierto– no votan, pero votarán y también son quienes pueden en pocos años protagonizar el cambio para un México nuevo, si hoy los atendemos.

Quienes votamos por usted, doctor Mancera, como candidato de la izquierda (y la infancia es causa natural de la izquierda), esperamos aún una política clara y estructurada para la infancia capitalina. También espero tener la oportunidad de exponerle personalmente los proyectos a los que me referí al principio de esta carta. ¡Feliz Año Nuevo, doctor Mancera!