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En obras de Orozco se aprecian filtraciones, cuarteaduras, salitre y desgaste de colores

Hace 20 años que no se da mantenimento al acervo muralístico de Guadalajara

En la Biblioteca Iberoamericana existe una pieza de Gabriel Flores, Siqueiros y otros autores que también desluce por la falta de cuidado, alerta en entrevista el restaurador Javier Servín

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En la imagen se observa el salitre formado en la obra La gran legislación revolucionaria y abolición de la esclavitud, la última que terminó Orozco en 1949Foto Juan Carlso G. Partida
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 6 de enero de 2014, p. 8

Guadalajara, Jal., 5 de enero.

El acervo muralístico en Guadalajara, el segundo en importancia del país luego de la ciudad de México, el cual incluye obras de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Gabriel Flores García, lleva 20 años sin recibir los cuidados necesarios para su preservación, y muestra claras evidencias de deterioro.

La obra La gran legislación revolucionaria y abolición de la esclavitud, la última que terminó Orozco, en 1949, antes de morir, tras 5 mil metros cuadrados de murales pintados en Estados Unidos y México, es la peor conservada.

Está ubicada dentro del palacio de gobierno estatal en el centro de Guadalajara, junto a la catedral y el congreso, y fue pintada al fresco directo sobre la bóveda.

En los 240 metros cuadrados de techo del recinto que alguna vez fue salón de sesiones del poder Legislativo, se aprecian a simple vista filtraciones, cuarteaduras, salitre, desgaste completo de los colores junto a las varias ventilas por donde ingresa todo tipo de agentes nocivos.

El maestro restaurador Javier Servín, quien en la década de 1980 dio mantenimiento a esa pintura cuando trabajaba para el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), dijo que existen filtraciones porque la cobertura de la cúpula en su exterior está hecha con mosaicos y no con una capa hermética que la proteja de la entrada de humedad, como en otros murales.

Servín, quien hoy está a cargo del laboratorio de restauración en la escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, recordó que las ventilas además permiten el paso de la humedad.

Cuando se detectó el peligro fue a principios de los años 80. Fue gente de la asociación Adopte una obra de arte la que impulsó darles mantenimiento, recordó.

Pero desde entonces permanece sin ser atendido. La pintura con el Hidalgo abolicionista ni siquiera entró en el paquete de 1994, último del que se tiene registro de que se dio atención a los murales más emblemáticos de la ciudad.

El único caso reciente fue en 2010, cuando con motivo del bicentenario del inicio de la guerra de Independencia de México se dio mantenimiento, pero sólo a los murales de la cúpula y las pechinas de la capilla mayor en el Instituto Cultural Cabañas, con su excepcional hombre en llamas que asciende.

La Dirección de Patrimonio Artístico e Histórico de la Secretaría de Cultura, en atención a una solicitud de información hecha a través de la Ley de Transparencia, reconoció que entre marzo de 2007 y noviembre de 2013 solamente ha coordinado esa restauración en el Cabañas.

Los recursos materiales y humanos para tal intervención tuvieron un costo de 264 mil pesos pagados por el Fideicomiso Estatal para la Cultura y las Artes subcuenta Bicentenario (sic).

Requirió del trabajo de tres restauradores del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del INBA, un coordinador de la Dirección de Patrimonio Artístico e Histórico de la Suprema Corte de Justicia y de 10 operarios.

Pero fue un caso excepcional. La mayoría del catálogo, 20 años después, sobrevive entre el polvo, las manchas y telarañas.

De muro en muro

Como jalisciense, Orozco tuvo predilección por Guadalajara para pintar. En el mismo palacio de gobierno está otra obra, considerada más importante, en la escalinata central. Un inmenso Hidalgo cejijunto que llama a la lucha por la Independencia de México.

Ni ésta se salva. Al estar expuesta a la entrada de polvo y hollín del tráfico cercano, un tono sucio la opaca y daña. Sobre la pintura hay además manchas blancas que parecen excremento de ave. Y en las esquinas, telarañas.

Está cubierto de polvo, se nota por la propia irregularidad del muro, no es liso, tiene alteraciones. Es cuestión de que alguien que conozca vaya, ponga un andamio y le dé una sacudida, dijo Servín.

Advirtió que el problema puede darse, si la superficie ya ha sido impregnada por el polvo, porque hace necesario el uso de sustancias y técnicas especiales.

El especialista reveló que incluso si se pasa la mano por el mural del Cabañas, el más famoso de Orozco en Guadalajara, quedan los dedos manchados, aunque parece en buenas condiciones.

El paraninfo de la Universidad de Guadalajara El hombre pentafásico, mural que Orozco pintó en 1939, tampoco está exento del paso del tiempo y parece destinado a desaparecer.

Hay un problema grave, porque donde se pintó el mural es una bóveda falsa, no fue directo sobre el muro. Hicieron una construcción interna con base en una estructura metálica y sobre ella pusieron mallas de alambre y enjarraron, reveló.

La pintura peligra por el movimiento de los materiales sobre la que fue hecha, que se contraen y retraen por la acción no sólo de la temperatura ambiental, sino por el paso de los vehículos en las avenidas Juárez y Enrique Díaz de León, donde se encuentra el edificio.

Recordó que en 1983 o 1984 hubo un intento que se quedó en eso, cuando se formó un equipo interdisciplinario de especialistas en hidráulica y mecánica de suelos para encontrar una solución, lo cual sería factible, si hubiera la disposición de retomar el proyecto.

Otro especialista en el valor artístico de los murales, Luis Eduardo González Medina, dice que además de la fuerte presencia de Orozco existen otros autores importantes, como Gabriel Flores –autor del mural Los niños héroes, en el Castillo de Chapultepec– y Guillermo Chávez Vega, que enriquecen el patrimonio artístico de Guadalajara.

Existen trabajos tan delicados y complejos como el de la Biblioteca Iberoamericana también en el centro de la ciudad, donde Gabriel Flores pintó junto con David Alfaro Siqueiros y otros autores en una especie de experimento muralístico, que también deslucen por el escaso cuidado de quienes son depositarios de la obra.

Menos restauradores

La llegada en marzo de un gobierno emanado del PRI luego de 18 años de administración panista estatal, poco cambió el panorama para la obra muralística y artística en general de la ciudad, que sigue su deterioro.

En el presupuesto 2014, el gobierno estatal no incluyó una partida especial para conservación del patrimonio artístico ni para otorgar subsidio a la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), con el argumento de que hay más plantilla laboral que alumnos.

Durante 2013, ya con graves problemas para operar, la ECRO obtuvo apenas 14 millones 509 mil pesos entre subsidio estatal y federal, a pesar de que en nueve generaciones ha logrado colocar egresados en museos y universidades europeas, estadunidenses y mexicanas, además de que sus alumnos han ganado premios internacionales.

Para 2014, la condición para que el gobierno les entregue recursos es que la escuela garantice esquemas de autofinanciamiento para seguir operando, porque el titular de la Secretaría de Planeación y Finanzas de Jalisco, Ricardo Villanueva, consideró que es más rentable otorgar becas en otros países que continuar manteniendo la escuela.

Ahora que quieren desaparecer la ECRO, yo digo que dada la tremenda riqueza que hay en el país en obras de todo tipo, es necesario que cada estado deba tener mínimo una escuela de restauración, dijo el maestro Servín, convencido que la única solución es que exista un presupuesto destinado a tener en óptimo estado el patrimonio cultural.

Según la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arquelógicos, Artísticos e Históricos, todo el muralismo en edificios públicos y templos está protegido por el estado, y cuando se trata de obras del siglo XX a la fecha, el INBA pone la mano de obra, mientras los gastos son cubiertos por el depositario de la pintura.

En Jalisco nada de eso ha sucedido, al menos en los recientes 20 años. Pese a los legajos que sostienen en sus manos los hidalgos pintados por Orozco, como esperanza mancillada de un país bajo el imperio de la ley.