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El INBA y el Conaculta le rendirán un homenaje póstumo, informó el apoderado del artista

Murió Guillermo Arriaga, notable exponente de la danza nacionalista

Además de la célebre Zapata, fue autor de 400 coreografías

Al público debemos decirle lo que pensamos y sentimos con nuestro cuerpo, expresó a este diario en una entrevista en 2011

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Entrevista con Guillermo Arriaga previo al homenaje por sus 85 años de edad y 60 de carrera, en 2011. El bailarín creó coreografías para cine, ópera y teatro, así como obras de repertorio para diversos grupos folclóricosFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de enero de 2014, p. 2

El bailarín y coreógrafo Guillermo Arriaga Fernández, figura señera de la danza moderna en México, falleció la mañana de este viernes en la capital del país a los 87 años, a consecuencia de una neumonía, informó Bernardo González, alumno y apoderado legal del creador.

El deceso ocurrió en su domicilio, alrededor de las 10:30 horas, y sus restos serán velados hasta el mediodía de hoy en la agencia funeraria García López de San Jerónimo, y posteriormente, cremados.

De acuerdo con Bernardo González, la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, le comunicó vía telefónica que la dependencia, en conjunto con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), rendirá homenaje póstumo al creador, en fecha por definir.

Guillermo Arriaga nació en la ciudad de México el 4 de julio de 1926; se le considera el coreógrafo más representativo del nacionalismo en la danza moderna mexicana.

Fue autor de más de 400 coreografías, entre ellas la célebre Zapata, estrenada en 1953, la cual cuenta con música de José Pablo Moncayo y vestuario de Miguel Covarrubias.

Esta pieza, situada por los especialistas como la obra culminante de la Época de Oro de la danza en nuestro país, surgió de su profunda necesidad por proyectar con movimiento el Manifiesto del Caudillo del Sur.

A Guillermo Arriga se debe la fundación del Ballet Mexicano, el Ballet Popular de México, el Conjunto Folclórico Mexicano del Seguro Social y la Compañía Mexicana de Danza Contemporánea, así como el Centro Nacional de Investigación para la Danza José Limón.

Algunos méritos

Otro de sus méritos fue lograr que la danza formara parte del Seminario de Cultura Mexicana, en 1942, y que figurara en la Academia de las Artes, además de que en 1982, como director de danza del INBA, estableció el Premio Nacional de Coreografía FONAPAS-UAM (en la actualidad INBA-UAM).

Para el coreógrafo, la danza era un instinto primario de nuestra especie como medio de comunicación a través de nuestro cuerpo. Su interés por esta disciplina ocurrió cuando tenía 15 años, y fue a los 23 cuando comenzó su carrera profesional, en el Ballet Nacional de México.

Entre sus maestros, destacan Anna Sokolow, Waldeen von Falkenstein, José Limón, Doris Humphrey, Margaret Craske, La Meri y Myra Kinch, además de Seki Sano.

En entrevista con La Jornada, efectuada en agosto de 2011 con motivo de un homenaje que le rindieron a los 85 años, Guillermo Arriaga recordó que su incursión en el arte dancístico se debió a un accidente del destino.

Ello sucedió al ejecutar la obra La balada del venado y la Luna, con música y libreto de Carlos Jiménez Mabarack, y coreografía de Ana Mérida.

En un principio, el ballet estuvo pensado para el maravilloso bailarín Ricardo Silva, pero nunca se presentó al montaje, por lo que Ana Mérida decidió que yo interpretara al venado. El maestro (Salvador) Novo quiso presenciar el primer ensayo en el foro del teatro del Palacio de Bellas Artes, y en mi primera aparición, con un público integrado por los funcionarios de la época, me resbalé y crucé de nalgas todo el escenario, contó en aquella ocasión.

No sé de dónde salió el valor, pero le pedí a Alicia Urreta que repitiera la secuencia de la música en el piano para interpretar el ballet. Desde aquel día, el maestro Novo no me volvió a decir Guillermo, sino venado.

Sin duda –aseveró el creador en dicha plática– lo más bello y gratificante que me ha dado la vida ha sido la danza, como bailarín, coreógrafo y maestro.

Premio Nacional de Ciencias y Artes 1999, y académico de número de la Academia de Artes, Guillermo Arriaga definía la coreografía como composición que busca transmitir y comunicar.

Consideraba que muchas de las nuevas propuestas dancísticas actuales no se entienden, porque los jóvenes creadores se sienten genios y les falta humildad.

La danza es como escribir: los coreógrafos tenemos que comunicarnos con el público, decirles lo que pensamos y sentimos con nuestro cuerpo, sustentaba.

Otra de las distinciones recibidas por el coreógrafo y bailarín fue la Medalla de Oro de Bellas Artes por sus 54 años de trabajo en el INBA y el cincuentenario de su obra Zapata.

La Compañía Mexicana de Danza Contemporánea prepara el montaje de su última coreografía, Soy, de 2011, la cual cuenta con música de Gustav Mahler.

El legado

La crítica de danza Hayde Lachino lamentó la muerte de Guillermo Arriaga y destacó en charla telefónica con La Jornada que su aporte fundamental “es que con Zapata, construye parte de las significaciones de lo que el cuerpo mexicano puede lograr en la danza en tanto que signo artístico; logra en esta obra sintetizar las aspiraciones de un país que ingresó a la modernidad, al siglo XX, conjuntando al mismo tiempo las apuestas de futuro utópicas y las luchas más importantes y significativas del pueblo mexicano; el artista corresponde a un grupo que va a dotar a la práctica artística, por un lado, de una conjunción de discursos estéticos y, por otro, de las luchas del pueblo mexicano.

“El referente de esta danza nacionalista es tan fuerte que casi se ha convertido en el signo de lo que debe ser la danza mexicana; es tan fuerte esta presencia por todo lo que significó en términos de construcción de sentidos, que hoy las generaciones están pugnando por una revisión crítica de ese pasado.

La muerte de Guillermo Arriaga, acompañada de la de Guillermina Bravo, nos habla de un ciclo que se cierra en términos de entender la danza y el cuerpo mexicano en escena, concluyó la especialista.

Por su parte, la coreógrafa Cecilia Lugo, fundadora del Centro Profesional de Danza, Contempodanza, con más de 27 años de existencia, dijo: “El maestro Arriaga representó un icono en la danza, sobre todo en la época en que él, junto con otros coreógrafos muy importantes, hicieron una producción dancística que todavía se conserva viva y, de alguna manera, somos todos herederos de lo que sembraron en esa época; fue una figura muy destacada.

“Es una pérdida muy grande para la danza; la mejor manera de honrar a un maestro, en su legado, es recordarlo y reflexionar acerca de él y su generación, ya que representa toda una generación de coreógrafos y bailarines que iniciaron un movimiento muy importante de la danza mexicana. Hizo una obra que todavía llega a nuestra época y se sigue bailando, Zapata, que la hemos visto bailar por un número extraordinario de bailarines y que aún nos conmueve.

Siempre fue una persona en favor de la danza y de las nuevas generaciones. Siempre estuvo trabajando. Lamento mucho su muerte, pero agradezco el legado que deja.