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En el Auditorio Nacional, segunda función del ballet clásico El cascanueces

Ofrecen tarde mágica con un ícono de las festividades decembrinas

Más de 70 bailarines de la Compañía Nacional de Danza escenifican la fantástica historia de Marius Petipa

¿Qué está haciendo?, ¿por qué lo rompió?, pregunta María, de cinco años, cuando el hermano de la pequeña Clara, Fritz, destruye el cascanueces

Foto
Clara (Mahaimiti Acosta) y el príncipe Cascanueces (Alan Ramírez), ayer, en una escena de El cascanuecesFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de diciembre de 2013, p. 3

En el Auditorio Nacional más de 70 bailarines de la Compañía Nacional de Danza (CND) escenificaron, la noche del miércoles, la primera función de El cascanueces, ícono de las festividades decembrinas.

Los intérpretes recrearon la fantástica historia de Marius Petipa, basada en la versión del francés Alejandro Dumas al cuento escrito por E.T.A. Hoffmann.

En familia, pareja o grupos de amigos un público entusiasta arribó al recinto de Paseo de la Reforma.

Unos soldados rojos, prestos para combatir el aburrimiento y la rutina de la semana, recibían a las personas en el vestíbulo.

Muy cerca de ellos se ubicaban tres escenografías alusivas al ballet para que tanto niños como adultos se tomaran fotografías. También se colocaron dos enormes figuras del muñeco-príncipe Cascanueces.

Cuando una voz en off anuncia la tercera llamada, el público da los últimos click a la cámara fotográfica y corre hacia la puerta para acceder al foro. Adentro, la oscuridad es el preámbulo de una tarde mágica llena de danzas de varias partes del mundo, pero sobre todo de los sueños de una niña, la pequeña Clara (Mahaimiti Acosta).

Asombro de los espectadores

La Orquesta del Teatro de Bellas Artes, dirigida por Juan Carlos Lomónaco, comienza con la brillante música de Piotr Chaikovsky; al fondo luce el gran telón rojo que al terminar la obertura se abre con la ayuda de unos cascanueces gigantes. Una fuerte ovación del público se escucha al tiempo que aparece la fachada de un enorme castillo.

Empiezan a desfilar los invitados a la cena de Navidad de la familia de Clara. Entre ellos, el padrino de la niña, el juguetero Herr Drosselmeyer, quien lleva como obsequios un arlequín, una colombina y un moro, y danza para todos.

Clara se emociona con el cascanueces que le obsequia su padrino, pero su hermano Fritz, como no lo puede tener, lo rompe. Entre el público, se escucha el murmullo de una pequeña que pregunta a su padre: ¿Qué está haciendo? ¿Por qué lo rompió?

La niña se llama María y tiene cinco años. Su padre responde inmediato a cada una de las preguntas de su hija. Mientras en el escenario la magia comienza cuando recomponen el muñeco Cascanueces y Clara empieza a soñar. El árbol de Navidad, el reloj y un sillón crecen ante el asombro de los espectadores. En esta escena aparece el rey de los ratones y sus seguidores, y la pequeña María deja escapar lo que siente: Tengo miedo de los ratones. Minutos después comenta: Bailan muy feo los ratones.

Antes de que ocurra la transformación del cascanueces en un apuesto príncipe, un ¿qué pasa ahí? es lanzado por María, quien emocionada ve al joven príncipe llevar a Clara al Reino de las Nieves. Pero su sorpresa continúa al ver a la reina de las Nieves y exclama: ¡Qué hermosa!

La imagen que permanecerá grabada en la memoria de María es la figura de la reina, con un atuendo blanco y brillante, acompañada de un grupo de bailarinas que son los copos de nieve.

El momento en el escenario es mágico porque permite apreciar la técnica y la frescura interpretativa de las bailarinas de la compañía, que con la temporada de El cascanueces concluye los festejos por su 50 aniversario.

Al terminar el baile de la reina con los copos se encienden las luces. Ha transcurrido una hora del montaje y varios niños comienzan a moverse por todo el recinto. María también aprovecha el intermedio y sale con su padre por un refrigerio.

¿Quiénes son?, ¿quién es ella? ¿Por qué tiene un vestidote?, son las preguntas que María hace a su padre en el segundo acto al ver la danza del Hada de Azúcar y la intervención de la mamá bombonera, que bajo su enorme vestido esconde a sus bomboncitos.

Con bellos paisajes nevados y palacios como escenario, la agrupación dirigida por Laura Morelos, interpreta danzas españolas, chinas, árabes y rusas. María comienza a moverse en su lugar, está inquieta, así que suelta: ¿cuántas escenas faltan? y como por arte de magia todos los bailarines salen en el escenario a despedir a Clara y al príncipe Cascanueces para iniciar un viaje en un globo aerostático rojo.

Llueven los aplausos y el telón se cierra. María dice que le gustó la obra y abandona la sala con su padre. La silueta de la niña se pierde entre los miles de personas que acudieron a la primera función de la temporada 33 de El cascanueces.

El ballet clásico, que ha sido galardonado en tres ocasiones con las Lunas del Auditorio, se presenta de nuevo este viernes, sábado y domingo con dos funciones a las 14:30 y 19:30 horas, en el recinto de Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec.