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La diócesis de Guillemo Ortiz cubre estaciones estratégicas para indocumentados

Fraile defensor de migrantes acusa al obispo de Cuautitlán de ser xenófobo

Madres centroamericanas suplican a Peña visas para pobres, para que no los maten en el camino

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La Caravana de Madres Centroamericanas que buscan a sus hijos marchan alrededor del Zócalo capitalinoFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de diciembre de 2013, p. 17

El obispo de Cuautitlán, estado de México, Guillermo Ortiz Mondragón, cuya diócesis cubre las estaciones de migrantes de Lechería, Tultitlán y Huehuetoca, entre otras, que son paradas estratégicas para la sobrevivencia de los indocumentados centroamericanos que cruzan el país a bordo de trenes de carga, tiene una política abiertamente antimigrante y xenófoba, denunció el fraile Tomás González, director del albergue de Tenosique, Tabasco.

Por ello, dijo, fue recibida con tristeza la noticia de su nombramiento de la Comisión de Pastoral Social, de donde se derivan las tareas de los 60 albergues de religiosos a lo largo de la ruta migratoria.

A los pocos meses, estamos viendo las consecuencias. El trabajo de los albergues y las redes institucionales se está desmantelando, con la colaboración del comisionado del Instituto Nacional de Migración, Ardelio Vargas Fosado.

Acompañando a la Caravana de Madres Centroamericanas, que está de paso por la capital, el sacerdote alertó: con estas políticas de parte del Estado y de la Iglesia se está añadiendo un peligro en las rutas férreas, donde con frecuencia ocurren asaltos, asesinatos, violaciones, extorsiones, secuestros colectivos y accidentes con alto saldo de muertos.

Este martes, las 44 mujeres procedentes de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, integrantes de la novena caravana, hicieron una parada en Cencos (Centro Nacional de Comunicación Social) para hablar con periodistas. En esta ocasión, en sus intervenciones apelan directamente al presidente Enrique Peña Nieto: escúchenos, por favor. Otorgue a estos muchachos visas para pobres, para que no los maten en el camino. Ayúdenos a encontrar a nuestros hijos. Ellos son extranjeros que sólo van de paso, no son criminales, decía la guatemalteca Gabriela Vázquez, de pie ante los reporteros, levantando las fotos de sus dos jóvenes hijos, a quienes busca desde 2010.

A diferencia de las ocho caravanas anteriores, explica la organizadora y directora del Movimiento Migrante Mesoamericano, Martha Sánchez, ésta se ha consolidado como un fenómeno regional con atención mediática. En todos los lugares donde tocamos puertas hay comunidades que se involucran; una paradoja, ya que mientras la población supera prejuicios, la Iglesia y el Estado cierran puertas y se endurecen.

Encapsuladas e ignoradas en la FIL, fiesta de las letras

En esta gira, las mujeres encontraron muchos brazos abiertos, y también gestos de hostilidad e insensibilidad. Es el caso del centro migratorio de Huehuetoca, administrado por el gobierno del estado de México y la diócesis de Cuautitlán. Es un sitio rodeado de alambres de púas y custodiado por policías estatales que difícilmente invita a pedir protección. Hasta sus puertas llegó la nicaragüense Julia Márquez, porque le dijeron con señas confiables que ahí habían visto a su hijo. Los responsables obstaculizaron la búsqueda y le negaron revisar los registros de entrada y salida, aunque reiteraron que sí había pasado por ahí. Sentí una pena tan grande por el mosquerío y la suciedad en que los muchachos son obligados a permanecer. Y yo le pregunto al señor Presidente: ¿por qué nuestros hijos tienen que sufrir tanto?

La otra sombra se produjo en Guadalajara, en la celebración de las letras y la cultura. Hasta ahí llegó la caravana con la esperanza de hacerse ver en un sitio que en esos días acaparaba tantos reflectores. De la difusión de su causa dependen los pocos hallazgos que pueden tener. No fueron policías ni autoridades locales, sino los propios organizadores de la FIL quienes actuaron como policías, encapsulando a la pequeña congregación de mujeres (son 44) e impidiendo el diálogo con el público.

Entre las extranjeras que ingresaron al país el 2 de diciembre y permanecerán en territorio mexicano hasta el 18, marcha una mexicana, Rosa María Illescas, madre de Rafael Flores, un joven de Córdoba, Veracruz, quien tuvo el último contacto con su madre en Reynosa, cuando estaba a punto de alcanzar su objetivo de cruzar a Estados Unidos. Hoy tendría 23 años. Hace dos que desapareció.

Martha Sánchez pone en contexto el tema de las visas para pobres que la Secretaría de Gobernación rechaza otorgar: México les niega las visas a los pobres de todo el mundo; tiene una política de segregación. Incluso en El Salvador, a quienes solicitan visa para viajar a México se les pide examen de sida.